El CEBE haciendo gala de su definición Tomista tradicional, fiel heredera de la Filosofía de Santo Tomás de Aquino, máximo doctor de la Iglesia católica, y en merecido homenaje al querido y recordado Rev. P. Osvaldo Lira Pérez sscc, nuestro maestro, damos inicio a un CURSO DE METAFÍSICA, escrito por uno de los mejores tomistas de los últimos tiempos, Fray Zeferino González Diaz de Tuñón OP, Filósofo católico español, Cardenal de la Iglesia Romana, fue el filósofo sistemático más riguroso del panorama hispánico durante la segunda mitad del siglo XIX, e importante impulsor del intento de restaurar el tomismo que se produjo dentro de la filosofía cristiana en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX acogiendo la solicitud del Papa León XIII.
Cabe recordar a los católicos de hoy que muchos Papas enseñaron que la filosofía más fiel al Santo Evangelio y la más apta para rebatir los errores del mundo moderno es la teología y filosofía de Santo Tomás de Aquino, mandato que no ha sido masivamente cumplido por la traición de la jerarquía post vaticano II hasta ahora con consecuencias devastadoras para la fe y la civilización, excepto la jerarquía fiel y el pequeño resto de fieles católicos que han mantenido intacta la Fe y la Tradición católica romana.
Nosotros en nuestro centro de estudios seguimos el carisma de San Benito Abad, Padre de la vida Monástica Occidental, lo que nos define como benedictinos, y al ser seglares consagrados como oblatos seculares nos une de manera muy estrecha a Santo Tomás, pues los primeros estudios del santo, siendo un niño de cinco años, los realizó como oblato benedictino en la Abadía de Montecassino.
Aprendamos pues, sin demora, la rama más importante de la ciencia filosófica, de manos de este gran autor y su obra que iremos publicando por artículos a fin de facilitar su lectura y aprendizaje. Pedimos la intercesión de Nuestra Señora, Sede de la Sabiduría, por el feliz fruto de esta labor.
Como aporte a la mejor comprensión del texto original hemos traducido al español todas las palabras o frases en latín.
El editor
(Leer 👉 ENCÍCLICA AETERNI PATRIS DEL SUMO PONTÍFICE LEÓN XIII SOBRE LA RESTAURACIÓN DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA CONFORME A LA DOCTRINA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO)
González y Díaz-Tuñón, Zeferino. Villoria (Asturias), 28.0I.1831 – Madrid, 29.XI.1894. Dominico (OP), filósofo, teólogo, arzobispo y cardenal.
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Metafísica general
Capítulo preliminar
§ I
Idea general de la Metafísica, su nombre y origen del mismo.
Metafísica, hablando en general, es aquella parte de la filosofía que trata de las cosas supra-sensibles e inmateriales, o sea de las cosas que se elevan sobre el orden sensible y material.
De aquí procede que la Metafísica no solo es una ciencia distinta de las demás ciencias humanas, sino que ex natura sua [por su naturaleza], es superior y más noble que todas las demás ciencias naturales, entendiendo aquí por ciencias naturales las que el hombre puede adquirir con las fuerzas de su naturaleza, sin intervención de auxilio superior o sobrenatural.
La razón de esto es que una ciencia es tanto más noble y perfecta ex genere suo [por su propio género], cuanto más universal y elevado es su objeto; y esto por dos razones principales:
- 1ª porque en la universalidad de su objeto incluye los objetos de las ciencias inferiores, las cuales tienden a buscar su unidad en la ciencia superior o más universal:
- 2ª porque los primeros principios y las investigaciones científicas que se refieren a ese objeto más universal, contienen en su seno los principios de las ciencias inferiores, y constituyen en cierto modo la razón a priori y el fundamento racional de las deducciones más o menos científicas de la ciencia inferior.
Para comprender mejor la exactitud y verdad de lo dicho, conviene tener presente que las ciencias humanas están sujetas a cierto orden lógico, y son susceptibles de una clasificación por géneros y especies, a la manera que se verifica en los seres u objetos de la naturaleza. Así como decimos que el lobo y el león se diferencian en especie, aunque pertenezcan al mismo género lógico de animal, o si se quiere, al natural de canis; así también la geometría y la óptica, aunque diferentes en especie, pertenecen al género de ciencias matemáticas. Por el contrario, nadie negará que la teodicea y la aritmética son ciencias diferentes, no solo en especie, sino también en género, como lo son también el lobo y el pez, o el lobo y una planta. Preciso es, por lo tanto, buscar el origen de esta diversidad, y señalar la ley que contiene la razón suficiente de la clasificación general de las ciencias humanas, y de su distribución en géneros y especies.
Los filósofos modernos suelen contentarse con dividir y clasificar las ciencias de una manera más o menos arbitraria con relación a sus objetos, pero sin separar los géneros de las especies, o al menos, sin señalar la razón filosófica de esta diversidad. Santo Tomás nos presenta una teoría sobre este punto, que merece fijar la atención. Hela aquí en pocas palabras.
a) Toda vez que el objeto de la ciencia, como ciencia, es el universal y no los singulares, toda ciencia presupone la abstraction, como una condición necesaria y sine qua non ["condición" sin la cual no] de su organismo.
b) Empero el grado y forma de la abstracción no es igual en todas las ciencias. Hay algunas, como la física, la medicina, &c., que sólo abstraen o prescinden en su objeto e investigaciones, de la singularidad o diferencias individuales, pero no prescinden, ni de la materia, ni de las cualidades sensibles, es decir, de aquellas cualidades que modifican o alteran sensiblemente la materia, como el calor, el frío, la humedad, &c. Hay otras ciencias que no excluyen de su objeto la materia, ni la extensión, que es su modificación principal, más fundamental y general, pero sí prescinden de las otras cualidades que se llaman sensibles, en el sentido antes indicado: tales son las ciencias matemáticas, que consideran la materia, o en cuanto sujeta a la extensión, o como principio y elemento de cantidad, prescindiendo de su calor, dureza y demás cualidades sensibles. Finalmente, hay algunas ciencias cuyo objeto es tan abstracto y universal, que puede hallarse separado de toda materia, tanto sensible como inteligible o extensa, bien sea con separación intencional o ideal, como la esencia, la existencia, la verdad, la sustancia; bien sea con separación real y positiva, como Dios, los ángeles y el alma racional.
c) Luego la abstracción y universalidad objetiva de la ciencia humana se reduce a tres géneros, que son:
- 1º abstracción de la singularidad o condiciones individuales del objeto, abstractio a materia singulari [abstracción de la materia singular]:
- 2º abstracción de las cualidades o modificaciones sensibles, además de la abstracción de la singularidad, abstractio a materia sensibili [abstracción de la materia sensible]:
- 3º abstracción de toda materia, es decir, de la materia en cuanto singular, en cuanto sensible o sujeta a cualidades sensibles, y en cuanto inteligible o relacionada con la extensión: abstractio ab omni materia, abstractio a materia intelligibibili [abstracción de toda la materia, abstracción de la materia inteligible], fórmulas con que los Escolásticos expresaban estos tres grados de abstracción y de universalidad objetiva.
d) Luego existen tres géneros de ciencias, en relación con estos tres grados de abstracción, y por consiguiente una ciencia se distinguirá no solamente en especie [clase lógica que reúne a un conjunto de individuos y forma parte de un género], sino también en género [clase lógica que engloba distintas especies, y es más general] de otra, cuando el grado de abstracción que le corresponda sea diferente del que corresponde a la segunda. Así, por ejemplo, la ontología y la teodicea, cuyos objetos propios llevan consigo y exigen la abstracción ab omni materia [abstracción de toda materia], se distinguen en género de la física, que sólo exige la abstracción de materia singular.
e) No siendo la ciencia otra cosa que una aplicación de determinados principios evidentes per se [por el mismo], en relación con un objeto dado, a conclusiones o tesis relativas a este objeto y contenidas implícitamente en aquéllas primeras verdades, podemos deducir y afirmar que la diversidad específica de las ciencias trae su origen de la diversidad de primeros principios que le sirven de base, o si se quiere, de la diversidad del objeto formal y específico [aspecto de la cosa que se estudia], según que sirve de base a ciertos primeros principios o verdades per se evidentes, que a él se refieren. Así, por ejemplo, la aritmética y la geometría, aunque pertenecen a un mismo género, porque su objeto exige el mismo grado de abstracción, son diferentes en especie; porque los primeros principios de cada una son diferentes, y lo son por consiguiente las verdades o conclusiones deducidas de los mismos, verdades y deducciones que constituyen propiamente la ciencia.
Tal es, en resumen, la teoría de santo Tomás sobre este punto, teoría ingeniosa, a la vez que fundada en la observación y la naturaleza misma de las cosas. De ella se colige además la excelencia y dignidad relativa [que está en relación con alguien o algo que se expresa] de la Metafísica respecto de las demás ciencias naturales o humanas, excelencia y dignidad que tienen su razón suficiente [todo lo que ocurre tiene una razón suficiente para ser así y no de otra manera, o, todo tiene una explicación suficiente] en la misma elevación y universalidad de su objeto.
Puede decirse que en esta misma teoría se encuentra el fundamento etimológico de la palabra Metafísica con que es conocida esta ciencia, toda vez que ésta equivale a ultrafísica, como si dijéramos, ciencia que trata de cosas suprasensibles o sobremateriales (1).
{(1) Llámase esta ciencia, «Metaphysica, escribe el mismo santo Tomás, in quantum considerat ens, et ea quae consequntur ipsum; haec enim transphysica inveniuntur in via resolutionis.» [Metafísica en cuanto considera el ser en cuanto ser y por esta vía encontrar una conclusión trascendente]}
Por lo que hace al origen histórico de este nombre, nada cierto puede afirmarse; pues mientras algunos críticos dicen que trae su origen de Aristóteles, otros afirman, acaso con mayores fundamentos, que este nombre fue puesto a determinados libros de Aristóteles, o por Teofrasto su discípulo y sucesor en la escuela, o por alguno de los que en tiempos posteriores coleccionaron y comentaron las obras del fundador de la escuela peripatética.
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