domingo, 5 de abril de 2009

Experimentemos con diversas formas de matrimonio


Una de las cosas que más estoy repitiendo en los últimos días a distintos tipos de personas es la naturaleza intrínseca del matrimonio.

Sólo si el otro está dispuesto a estar contigo toda la vida, pase lo que pase, estés enfermo o sano, tengas mejor carácter o peor, tú puedes hacer lo mismo.

Uno no se puede dar del todo si el otro cónyuge no lo tiene claro.

Hasta el día antes del matrimonio uno puede echarse atrás. Pero una vez que se da el sí quiero, ya no puede haber condiciones.

No puede ser que uno rechace las tentaciones, y que el cónyuge le diga cuando a uno cuando tiene ya cuarenta o cincuenta años: perdona, pero me lo he pensado mejor, he encontrado a otra persona.

Aquí no vale decir: es que el amor es loco.

Puede ser todo lo loco que quieras, pero teníamos un compromiso, le podría responder el otro.

Como se ve, la convivencia mientras dure el amor, es no darse del todo, es admitir el derecho a bajarse del tren.

No hace falta tener una bola de cristal, para darse cuenta de que las uniones condicionales mientras el entusiasmo dure, están llamadas a fracasar en su mayor parte. Eso siempre ha sido así, y seguirá siendo así. El entusiasmo entre los seres humanos se acaba con facilidad.

Sea dicho de paso, la foto que hoy he puesto es todo un sermón sobre el matrimonio. Se nota que el novio que besa al padre de la novia, no va al matrimonio a probar, a ver cómo sale la cosa. Ese chico, se le nota, quiere unir su destino en la tierra para siempre a ella. No hace falta que diga nada, la escena lo dice todo.

P. José Antonio Fortea Cucurull, sacerdote exorcista

Fuente: Blog del P. Fortea

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