sábado, 6 de marzo de 2021

2° PARTE: UNA VERDAD QUE MUCHOS CATÓLICOS NO SABEN Y QUE DEBEN SABER SI QUIEREN SALVAR SUS ALMAS

LA VALIDEZ DE LOS RITOS POST-CONCILIARES CUESTIONADA         ( II )

Por el profesor d. Tomás Tello Corraliza



Todos los varones "consagrados" desde el año 1969, con el nuevo Rito de Consagración de Obispos establecido por pablo VI su "episcopado" es nulo e inválido. No son obispos católicos, son SIMPLE LAICOS.


Todos los varones "ordenados" desde el año 1969, con el nuevo Rito de Ordenación de Presbíteros establecido por pablo VI su "sacerdocio" es nulo e inválido. No son sacerdotes católicos, son SIMPLES LAICOS.

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B) «LA SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS», como exponente de la finalidad e INTENCIÓN DEL RITO.

La Forma es la que determina y especifica la Materia, que es lo determinable, por su propia naturaleza, y cuya unidad en su aplicación, debe ofrecer el significado INEQUÍVOCO de la gracia y potestad (en su caso) del Sacramento que se confiere.

Las Formas de los Sacramentos fueron instituidas por Cristo, unas «in specie», y otras «in genere». En cuanto a las primeras, se trata de palabras dictadas por Cristo mismo. Su expresión es taxativa, inequívoca, de contornos bien definidos, que no puede ser alterado por la Iglesia. Ego te baptizo…Hoc est enim Corpus meum.

En cuanto a la Forma del Bautismo se objetó que en el Rito griego, se formula en pasiva. Baptizatur servus talis… Esta objeción la resolvió ya magistralmente, en su aspecto teológico, Sto. Tomás [de Aquino] (Cf III, q. 66, a. 5). Pero es que, además, semánticamente, la activa y pasiva, dicen lo mismo, si bien, no del mismo modo; por lo que el sentido no queda substancialmente afectado.

Pero, en cuanto a las Formas instituidas «in genere», Cristo dejó a su Iglesia la facultad de expresarla como mejor le pareciera; así como cambiarla, adaptarla o matizarla, con tal de que no quede alterada la substancia de la significación del Sacramento.

Por tanto, por la Índole de esta clase de Formas -a las que pertenecen las de los Ritos del Sacramento del Orden- no siempre están expresadas de manera plenamente inequívoca, consideradas en si, fuera del contexto ritual. Normalmente pueden prestarse al equívoco. Ahora bien, la Forma de los Sacramentos deben ser INEQUÍVOCAS, para que puedan producir su efecto sacramental.. (APOST CURAE). Y Pio XII en su Constitución SACRAMENTUM ORDINIS, dice: «La Forma son las palabras que determinan la aplicación de la Materia, por las que UNÍVOCAMENTE se significan los efectos sacramentales».

De ahí, la importancia suma de las diversas partes del rito y ceremonias secundarias para determinar inequívocamente esta clase de formas «in genere» que, en su expresión aislada, se prestan al equivoco. Esta es la razón, por la que todos los autores convergen en destacar la importancia del contexto ritual, en que se inserta la Forma de un Sacramento.

Así pues, consideran y analizan minuciosamente lo que se ha dado en llamar SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS, o CONTEXTO LITÚRGICO, expresiones ya consagradas; así como la de RITOS EXPLICATIVOS, de que habla Werner, o la FORMA TOTAL, a la que se refiere el Dr. Wendland. El padre Aldama, en nota a pie de página, hace referencia al modo de considerar la Forma (San Agustín), como el complejo de todas las ceremonias que se realizan en la administración de un Sacramento, (p.25)

Esta teoría se ve favorecida, por un lado, por la praxis disciplinar. Siempre se puso el máximo interés en observar, con absoluta fidelidad, el texto y ceremonias del rito transmitido, para asegurar la validez del Sacramento.

Los Obispos católicos ingleses de la provincia eclesiástica de Westminsterm que redactaron «A VINDICATION OF BULL APOSTOLICAE CURAE» (Defensa de la Bula APOSTOLICAE CURAE), dicen al respecto: «La Iglesia ha conservado las preces y Ceremonias que le fueron transmitidas, esmerándose en no omitir nada; pues, adhiriéndose con exactitud al rito transmitido, podemos estar seguros siempre; en tanto que, si omitimos o cambiamos algo, pudiéramos, tal vez, estar abandonando algo que es esencial.» Esa fidelidad al rito se recomendaba en estos versos: «Nil Formae demas / Nil addas, nil variabis, Transmutari cave / corrumpere verba, morari.

Ese respeto a la integridad textual y ceremonial del rito, se dio siempre en todas las religiones. La exactitud en la recitación de la fórmula tradicional (los ritos proceden de una antigüedad inmemorial), rayaba entre los paganos en lo supersticioso, al considerar las palabras rituales como algo mágico. Entre los romanos, la simple equivocación en una palabra obligaba a repetir íntegramente toda la fórmula.

Se debe, no obstante, aclarar que, aunque siempre se instó a observar fielmente, bajo pecado, los ritos (Cf. varios cánones del CIC, así como el severísimo Canon del Tridentino, D. 856), o sea, plena exactitud en las preces, ceremonias y rúbricas, en la Iglesia católica, jamás se llegó a ese grado de exageración supersticiosa.

En relación con lo dicho, son sumamente instructivas las normas del Misal de San Pío V, al tratar de DEFECTIBUS IN CELEBRATIONE MISSARUM OCCURRENTIBUS. A mayor abundamiento, por declaración de la misma Iglesia, una pronunciación incorrecta, siempre que no se haga adrede, o por burla, sino por ignorancia o un «lapsus linguae», no invalida un Sacramento (sin embargo Sto. Tomás lo aclara así: «si sit tanta corruptio quae omnino auferat sensum locutionis no videtur perfici Sacramentum…). Esa fue la solución que el Papa S. Zacarías dio a una consulta de S. Bonifacio, acerca de la validez del Bautismo de aquel sacerdote, que ignorante de la lengua latina, decía al bautizar: ...in nomine Patria et Filia.. (Cf D. 297). Pero ya es algo muy distinto si una alteración se hace con el propósito de introducir un error o herejía, «non errorem aut haeresim», palabras textuales de la misma respuesta citada.

b) LA DOCTRINA.-S. Pío V, al hablar del defecto de F.[forma] en el lugar citado, dice que si se quita o altera algo (diminueret vel immutaret) que afecte al significado no habría consagración. Pero, añade: «Si se añade algo que no altere el significado, no invalidaría el Sacramento, pero «gravissime quidem peccaret. Es decir la omisión «sciens ac volens», del ENIM» constituiría un pecado gravísimo.

Pío XII, a pesar de definir infaliblemente la Forma del Sacramento del Orden, exige imperiosamente que se conserve, con toda exactitud, el texto y las ceremonias del Rito recibido. Pero el caso más ilustrativo, es la enseñanza de León XIII, en su citada Bula.

León XIII rechaza de plano la primitiva Forma del Ordinal anglicano, ya que las palabras de la misma no significaban con precisión («minime significant definite ordinem sacerdotii vel eius gratiam et Potestatem»), ni el orden sacerdotal, ni su gracia y potestad…Pero, cuando un siglo más tarde, los anglicanos la modificaron, al percatarse ellos mismos de que era una Forma vacua e inane, el Papa, aun admitiendo su validez en el contexto de un rito católico, la rechaza también, por el motivo del contexto litúrgico en que se inserta; pues, en el contexto litúrgico anglicano se produjo la corrupción semántica del concepto católico del sacerdocio. Aquí, tenemos la base más segura de la teoría de que un contexto litúrgico o la «Significatio ex adiunctis» puede invalidar un Sacramento, aunque la Forma empleada sea la correcta en la integridad de sus palabras.

¿Qué se entiende por SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS, CONTEXTO LITÚRGICO, etc.? J. Daly la define como «todos aquellos factores y circunstancias que están asociados a la F. sacramental y pueden, por tanto, dar una determinación extrínseca a una Forma intrínsecamente indeterminada.» Y el P. Francis Clark: «El significado sacramental de una Ordenación no está necesariamente limitado a una frase o fórmula, sino que puede inferirse claramente de dichas parte del rito. Estas otras partes pueden contribuir individualmente o en su conjunto para determinar el significado sacramental de la fórmula operativa en un sentido inequívoco.» En esto puede influir, incluso, la CONNOTACIÓN de la Ceremonia como un todo en el contexto religioso de la época (En THE CATHOLIC CHURCH AD ANGLICAN ORDERS, CTS, 1962, citado por Davies en su obra).

Como se puede inferir de lo dicho, esos factores, no sólo se refieren al contexto literario y ceremonial (factores intrínsecos), sino que abarcan, asimismo, lo que se llama contexto situacional; es decir, circunstancias de su génesis, objetivos propuestos, tiempo, connotaciones, etc. (son los factores extrínsecos).

Unos ejemplos ilustrativos. Si en un taller mecánico, oímos que el oficial pide al ayudante que le traiga el GATO, nosotros captamos, sin lugar a dudas, debido al contexto situacional, de qué GATO se trata. Y lo mismo sucede, si oímos al cocinero pedir al pinche que le lleve el CLAVO, o, en una carpintería, si el maestro le ordena al aprendiz que le pase la LIMA.

Pero, supongamos que, incluso, en ese mismo contexto, se dijera, en el primer caso: «Echa de comer al gato»; o: «cuelga esa bolso de arroz en el Clavo» o: «Comete esa lima, que me han regalado»… No hay duda de que nosotros también captaríamos, exactamente, de qué se trataba, a pesar de su contexto situacional.

Pero se puede dar un grado intermedio, en que una palabra o expresión puede resultar ambigua, sea cual sea el contexto. Es una servidumbre del lenguaje humano. Ya dijo Ortega y Gasset: «No todo decir expresa, sin más, lo que queremos decir. Sería ilusorio pensarlo. El lenguaje no da para tanto.»

Ahora bien, esas ambigüedades inevitables, pueden ser fortuitas o fatales, debido a esa servidumbre del lenguaje humano; o bien, plenamente queridas, como estrategia para conseguir fines inconfesables..

Apliquemos esto al tema. Ya se ha dicho que las formas de los Sacramentos instituidas «in genere» -y en la mayoría- suelen ser vulnerables, en esto aspecto, esto es, que se prestan a la ambigüedad en su formulación o expresión, aisladamente consideradas. Por otro lado, sabemos que la Forma debe expresar, por una exigencia dogmática, INEQUÍVOCAMENTE el efecto intentado en el Sacramento en cuestión. Pero ese inconveniente de la equivocidad intrínseca, en esas formas, lo obvia el Contexto litúrgico.

De aquí, que aun conservando la Forma todas sus palabras integrantes de la misma, su significación puede estar corrompida y falseada por el contexto litúrgico. Así pues, para descubrir el contenido semántico y la intención que subyace en estos nuevos ritos, no tienen mejor camino que seguir la pauta trazada por León XIII en la APOSTOLICAE CURAE.

Dicha Bula censura, en el contexto literario y ceremonial (los factores intrínsecos) del Ordinal anglicano, eliminaciones, cambios, reticencias y mutilaciones en las preces y partes del ceremonial teológicamente explicitas: «De ipsis CONSULTO detractum est quidquid in Ritu catholico DIGNITATEM et OFFICIA SACERDOTTII perspicue designat…» Se eliminó DELIBERADA-MENTE todo lo que, en el Rito católico designaba nítidamente la dignidad y las funciones del Sacerdocio. Por lo que saca la conclusión. «Non igitur esse Formam aptam… No puede ser Forma adecuada y suficiente para la confección de un Sacramento aquella que silencia lo que debería significar como lo propio de dicho Sacramento». Bien; esto es, precisamente lo que acontece en el nuevo rito postconciliar.

En esto coinciden todos los autores, comenzando por Davies, cuyo objetivo, como se sabe, fue defender la validez del nuevo rito. Davies reconoce paladinamente esos mismos vicios. «El Rito tradicional -dice- ha sido remodelado de la manera más drástica y siguiendo el ejemplo de Cranmer, esto se logró, principalmente, por la sustracción de oraciones y ceremonias, que se usaban anteriormente, en que se concretaba de modo explícito y claro le potestad sacerdotal…»

En efecto, el nuevo rito elimina las referencias claras al Sacrificio de la Misa, que se dan en el tradicional de modo inequívoco. El Sacerdocio y el Sacrificio están estrechamente vinculados. Es la función primaria y esencial del sacerdote, ser Sacrificador. Y el Sacerdocio viene definido por el Sacrificio.. Así lo afirma la doctrina católica. (Ep. ad Haebreos, Tridentino.., D. 957 ). ítem, en la Encíclica de Pío XI «AD CATHOLICI SACERDOTII»: «La potestad esencial del Sacerdote consiste en su potestad de CONSAGRAR, OFRECER Y ADMINISTRAR EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO, y como potestades secundarias y sobreañadidas , señala la de perdonar los pecados y la de predicar la palabra de Dios…» ACCIPE POTESTATEM OFFERRE SACRIFICIUM DEO.
Como la Forma, aisladamente considerada, se puede prestar al equivoco, al significar el Sacerdocio genéricamente, DIGNITATEM SACERDOTII… et SECUNDI MERITI MUNUS, dicha potestad católicamente específica, esta se concreta en otras partes del rito: «SACERDOTEM ETENIM OPORTET OFFERRE, bencidere, praesse, praedicare et baptizare» «Al Sacerdote le compete la potestad de ofrecer, etc. «Quatenus mortis Domincae mysterium celebrantes… Et in obsequium plebis tuae, PANEM ET VINUM IN CORPUS ET SANGUIEN FILII TUI immaculata benedictione TRANSFORMENT.» …Para transformar el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo…»

MISSAMQUE CELEBRARE TAM PRO VIVÍS QUAM PRO DEFUNCTIS… «Recibe la potestad de ofrecer a Dios el Sacrificio y de celebrar la Misa, tanto por los vivos como por los difuntos.» «Et Oferre PLACABILES HOSTIAS PRO PECCATIS ATQUE OFFENSIONIBUS POPULI OMNIPOTENTI DEO»…«Y ofrezcáis al Dios Omnipotente Oblaciones propiciatorias por los pecados y ofensas del pueblo.»

Todas estas expresiones claras e inequívocas de la potestad esencial y función primaria del sacerdocio, de celebrar el Sacrificio propiciatorio de la Misa por vivos y difuntos, ha desaparecido del nuevo rito, lo mismo que desparecieron del Rito anglicano. Veamos un ejemplo

En la Ceremonia de la entrega a los ordenados del cáliz con vino y agua y de la patena con una hostia, en el antiguo Rito se dice: «Recibe la potestad de ofrecer el sacrificio a Dios y de celebrar misas, tanto por los vivos, como los difuntos en el nombre del Señor.»

En el nuevo rito, ciertamente, se conserva esta ceremonia; pero veamos la fórmula de la entrega: «Recibe la OFRENDA del pueblo santo para pasar ofrecerla a Dios. («ACCIPE OBLIATIONEM PLEBIS SANCTAE DEO OFFERENDAM»). En la traducción española se amplia el error; en lugar de traducir OFFERENDAM, por ofrecer, traduce por PRESENTAR.

Como se puede observar, nada, en absoluto, (y mucho menos en vernáculo) indica aquí el Sacrificio propiciatorio -en cuya oblación consiste la esencia del Sacerdocio católico- y ninguna ocasión más propicia que esta de la entrega del cáliz y de la patena con una hostia, para una referencia inequívoca al Santo Sacrificio propiciatorio, renovación incruenta del Sacrificio del Calvario, y no simple conmemoración como pretenden los protestantes.

Luego, del contexto literario y ceremonial, o sea del factor intrínseco, se debe concluir, por analogía, en la nulidad de la Ordenación. Pasemos, ahora, a la consideración y ponderación de las circunstancias o factores extrínsecos, para descubrir la intención subyacente en el mismo.

Como todos saben, la intención debida, junto con la Materia y la Forma, es un requisito «sine qua non», para la validez de un Sacramento. Pero de la intención, como algo interior que es, no puede juzgar la Iglesia; pero si puede y debe, según subraya León XIII; juzgar de la misma, cuando por indicios externos, se pone de manifiesto. Así lo enseñó Sto. Tomás (III, q. 64, a.g).

Por eso, añade el mismo Papa, cuando un Ministro-aunque sea hereje o cismático-confecciona o administra de manera seria y de acuerdo con el Rito-SERIO AC RITE-por ese solo hecho, se juzga que tuvo intención de hacer lo que hace la Iglesia. En cambio, si en el Rito se introducen alteraciones con el manifiesto designio de establecer otro rito distinto, no recibido por la Iglesia, con el fin de rechazar lo que ella hace, entonces, se patentiza, no sólo que falta la debido intención, sino incluso una contraria que repugna al Sacramento

Con el fin de detectar la intención subyacente en el rito alterado, León XIII aconseja examinar los factores extrínsecos circunstancias, que pudieran falsear la intención de la Iglesia. «Ad rectam -dice- plenamque . . . aestimationem…» Esto es: «Para una justa y plena valoración… además de las observaciones precedentes (es decir las que se refieren a los facto asimismo, en cuenta, las circunstan secos). El Papa ofrece una lista abierta, porque: «Longum est -dice- singula persequi, neque est necessarium» seria prolijo y, por otra parte, innecesario, registrar detalladamente todas las circuns-tancias.»

Examinemos algunas de estas circunstancias y apliquémoslas a los nuevos ritos del Orden.

1) León XIII, se refiere, en primer lugar, a los autores y su actitud respecto de la iglesia…« animi essent in catholicam Ecclesiam Auctores Ordinalis . . . »

Para enterarse de la calaña de los autores y fautores de los nuevos ritos, nada mejor que comenzar por la obra básica, «EL MOVIMIENTO LITÚRGICO» del P. Bonneterre. El director de orquesta fue el presunto masón A. BUGNINI. Los precursores, que preconizaban el cambio, desde hacia más de medio siglo, eran los Masones y Modernistas. Estos tenían muy clara su propia concepción de los Sacramentos, según se pone de manifiesto en las 13 proposiciones condenadas por S. Pío X, en el Decreto LAMENTABILI. Entre dicho precursores, destacó Dom L. BEAUDUIN, simiente de Satanás y una infinidad de neoliturgos, cuyos errores fueron condenados por Pío XII en la MEDÍATOR DEI.

Las fuerzas progresistas dominaron, desde los primeros días, en las decisiones del Concilio V. II. Esto no lo digo yo, sino el testigo cualificado LEFEBVRE, que continúa: «Es así como las Comisiones fueron formadas por dos TERCERAS PARTES de miembros que eran progresistas.» (Cf. F. N. , na 122, 1C-5-69).

2) Sus OBJETIVOS.-«Quo demum consilia sua referrent.» ¿Cuáles podrían ser?-pregunto yo. ¿Qué intención podían poner Bugnini y sus colaboradores en su obra? Pues, pusieron la que tenían que poner, ni más, ni menos. Esos señores no podían poner una intención ortodoxa, aunque quisieran-que no podían querer-por estar instalados en el error que los inhabilitaba intrínsecamente para ello. Sólo un milagro de Dios, como el que obró con Balaam y su burra, podría haber encauzado su perversa intención. Pero, esos milagros, normalmente, no se deben esperar, ni se deben pedir a Dios. Sería tentarlo. OPERARI SEQUITUR ESSE.

Además, no hace falta un proceso de intención ni echar mano de conjeturas. Los principios revolucionarios están paladina-mente proclamados. Vayamos al origen. En la Const. conciliar sobre la Liturgia, se confirma proclamando solemnemente, el principio y fin fundamental con estas palabras: «Sacrosanctum Concilium cura sibi proponat…» ¿Qué es lo que se propone? ¿Cuáles son sus objetivos?. Oigamos. 1) Acrecentar, de día en día, entre los fieles, la vida cristiana. 2) Adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio. 3) Promover todo aquello que puede-contribuir a la UNION de todos cuantos creen en Cristo. 4) Fortalecer lo que sirve para invitar a tolos los hombres al seno de la Iglesia .

He aquí, el principio de los principios, el LEIT MOTIV, que lo explica todo, amasado con una de cal católica y tres de arena heterodoxa modernista, de acuerdo con su táctica, como nos lo recuerda S. Pío X, en su Encíclica PASCENDI.

Cedo el comentario a una pluma más autorizada que la mía ¿ Cuáles son los elementos subversivos? Léase bien, a) Objetivo 2) «Adaptar las instituciones sujetas a cambio». Dichas instituciones no se precisan. Esta es la puerta abierta a una algarabía universal, y esto fue lo que se nos ofreció, b) Obj . 3) Favorecer, etc. Este es un principio, ecuménico, en si mismo, inmoral. Ese TODO ampara, de antemano, todos los abandonos. Y c) 4) «Fortalecer… Este es un principio de sesgo misionero; pero, sólo en apariencia; pues, no se trata de conversión, sino hablando propiamente de , una apertura al mundo… Aplicado a la Liturgia, este principio entraña la adopción progresiva de un estilo profano… (Cf. Mysterium Fidei, n°2 41 , 4 Trim. 1979).

En ese sentido de estos principio corrosivos se trabajó y así lo confesaron los progresistas.

Consideraban el esquema de la Constitución Litúrgica una Ley Marco, donde tendrían entrada, por una evolución coherente, todas las aberraciones de la Revolución. Por eso, Mons. DWYER, arzb. de Birmingham, orador asiduo de los Symposiums europeos, pudo decir en 1967: «La reforma litúrgica es, en sentido muy profundo, LA CLAVE DEL AGGIORNA-MENTO. No se equivoquen en esto; es ahí donde comienza la REVOLUCIÓN.» Palabras pronunciadas en Roma, con motivo del primer Sínodo de obispos . (Cf. ¿QUE PASA? Na 313, 27-12-69, que las toma del Diario LA CROIX del 25-X-67).

¿Qué más queremos? A confesión de parte, sobran pruebas. La intención, pues, subyacente en los ritos postconciliares es perversa, no es católica.

Debemos tener presente, por otra parte, que este guirigay y torrentes de tinta, discutiendo si son galgos o podencos, sólo se da entre los tradicionalistas. Los progresistas están bien seguros de que sus intenciones están bien plasmadas, siquiera sea implícitamente. Asimismo, los protestantes, con penetrante intuición, que pudiéramos llamar querúbica, captan perfectamente la univocidad a su favor de toda la reforma litúrgica. Así pudo declarar el Consistorio Superior de la Iglesia confesional de Alsacia y Lorena: «Nos interesan la utilización de las nuevas preces eucaristías, en las cuales nos encontramos y que tienen la ventaja de matizar la teología del sacrificio que teníamos costumbre de atribuir al Catolicismo. Y en lo que se refiere a los ritos sacramentales, en general, el profesor KNUTSON, portavoz de los Luteranos, constató el vivo interés entre los protestantes por la renovación litúrgica», subrayando que «el pensamiento teológico de la Iglesia católica, en ciertos dominios, como en el de los Sacramentos, ha progresado considerablemente. Esta evolución muestra que el pensamiento luterano y católico se aproximan y nos acercan unos a otros». (Cf. Myst. Fidei, n2 49, Marz 1980). Basta con estas muestras.

(Continuará)

Por el profesor d. Tomás Tello Corraliza

Nota: Las negritas, corchetes son nuestros