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Maria de Agreda (O María de Jesús según su nombre conventual) por la ENCICLOPEDIA CATÓLICA.
Fue monja Franciscana descalza; nació en 1602; murió en Mayo 24, 1665. Su apellido fue Coronel, pero es comúnmente conocida como María Ágreda del pequeño pueblo de Vieja Castilla en la frontera con Aragón, donde según se dice, algún ancestro había construido un convento obedeciendo las órdenes que le habían sido transmitidas en una revelación. La Fuente en su Historia eclesiástica de España, dice que los Coronel eran una virtuosa y modesta familia de aquel pueblo. Son descritos por algún escritor como nobles empobrecidos. Se dice que María hizo un voto de castidad la edad de ocho años, pero no hay que atribuirle importancia a eso ya que, naturalmente, no pudo haber conocido el carácter de tal obligación, y no estamos obligados a suponer ninguna guía divina en caso que el voto fuese hecho. Ella y su madre ingresaron juntas al convento en Enero del 1619, y simultáneamente su padre y sus dos hermanos se volvieron frailes Franciscanos. Cuando tenía veinticuatro, a pesar de rehusarse, fue hecha abadesa por dispensa papal. Esto fue casi ocho años después de su entrada. Con excepción de un intervalo de tres años, permaneció superiora toda su vida. Bajo su administración elevó el convento, que estaba en estado de decaimiento, a gran prosperidad material, y al mismo tiempo se volvió uno de los más fervientes en España. Murió con reputación de santa; y la causa de su canonización fue introducida por la Congregación de Ritos el 21 de junio de 1672 a solicitud de la Corte de España. Esto fue solo siete años después de su muerte. Sin embargo lo que le ha dado prominencia, no es tanto la santidad de su vida, sobre la que parece haber consenso general, sino el carácter de uno de sus escritos conocido como La mística ciudad de Dios, historia divina de la Virgen, Madre de Dios. Esta "Divina Historia de la Madre de Dios" fue primero concebida en 1627; esto es, nueve años después que se convirtió en monja. Diez años más tarde, por orden expresa de su confesor, se puso a trabajar en él, y en veinte días escribió la primera parte, consistiendo de 400 páginas. Aunque era su deseo evitar su publicación, se envió una copia a Felipe IV, a quien ella escribió un gran número de cartas en el curso de su vida, y quien había expresado el deseo de tenerlo. Más tarde, en obediencia a otro confesor, lo arrojó al fuego junto con todos sus otros escritos, sin ninguna repugnancia aparente. Una tercera orden de un director espiritual, en 1655, hizo que empezara de nuevo, y en 1660 terminó el libro. Sin embargo no fue dado al mundo sino hasta cinco años después de su muerte. Fue impreso en Madrid en 1670. Su largo título contiene no menos de noventa palabras. "La Ciudad Mística" se presenta como la relación de revelaciones especiales, que la autora declara que le fueron hechas por Dios, Quien después de elevarla a un estado de sublime contemplación, le ordenó que lo escribiera y luego le reveló estos profundos misterios. Declara ella que Dios le dio primeramente seis ángeles para que la guiaran, incrementando el número después a ocho, los que habiéndola purificado la condujeron a la presencia del Señor. Entonces contempló a la Santísima Virgen como es descrita en el Apocalipsis, y también vio todas las varias etapas de su vida: cómo cuando vino al mundo Dios ordenó a los ángeles transportarla al cielo más alto, designando cien espíritus de cada uno de los nueve coros para que la atendieran, otros doce en forma corpórea que estuvieran siempre cerca de ella, y dieciocho de los más espléndidos para que fueran embajadores perpetuamente ascendiendo y descendiendo la Escala de Jacob. En el capítulo veinte describe todo lo que sucedió a la Santísima Virgen María durante los nueve meses que estuvo en el seno de su madre; y narra cómo, cuando tenía tres años, barrió la casa con la ayuda de los ángeles. El capítulo quince entra en muchos detalles que fueron denunciados por algunos como indecentes. En la opinión de ciertos críticos, el estilo es elegante y la narrativa compacta. Gorres, por otra parte, aunque expresa su admiración por la maravillosa profundidad de sus especulaciones, encuentra que el estilo es en el mal gusto del período, pomposo y estirado, y muy preocupante por lo prolijo de las aplicaciones morales anexadas a cada capítulo.
El libro no atrajo mucho la atención fuera de España hasta que Croset, un fraile Recoleto, tradujo y publicó su primera parte en Marsella en 1696. Esto fue la señal de una tormenta que se abatió especialmente en la Sorbona. Ya había sido condenado en Roma el 4 de Agosto de 1681 por la Congregación de la Inquisición, e Inocente XI había prohibido su lectura, aunque a instancias de Carlos II se suspendió la ejecución del decreto para España. Pero la traducción de Croset transgredió la orden e hizo que fuera referida a la Sorbona el de 2 Mayo de 1696. Según Hergenröther, Kirchengeschichte (trad. franc., 1892, V, vi, p. 418), fue estudiado del 2 al 14 de Julio, y se celebraron treinta y dos sesiones en las que hablaron 132 doctores. Fue condenado el 17 de Julio, 102 de los 152 miembros de la comisión votaron contra el libro. Se encontró que le daba más peso a las revelaciones que alegaba haber recibido que al misterio de la Encarnación; que aducía nuevas revelaciones que los apóstoles mismos no podían haber apoyado; que aplicaba el término 'adoración' a María; que refería todas sus gracias a la Inmaculada Concepción; que a ella le atribuía el gobierno de la Iglesia; que la designaba en todos aspectos la Madre de Misericordia y la Mediatriz de la Gracia, y pretendía que Santa Ana no había cometido pecado en su nacimiento, además de un número de otras aseveraciones imaginarias y escandalosas.
Esta censura fue confirmada el primero de Octubre. El cardenal español Aguirre, aunque amigo de Bossuet y que apoyaba totalmente la censura, se esforzó por lograr su anulación, y expresó su opinión que la Sorbona lo podría hacer fácilmente, ya que su juicio había estado basado en una mala traducción. Bossuet lo denunció como "una impía impertinencia y truco del diablo." Se opuso a su título, La Divina Vida, a sus historias apócrifas, a su lenguaje indecente, y a su exagerada filosofía escotista. Aunque esta apreciación se encuentra en las obras de Bossuet (Œuvres, Versalles, 1817, XXX, pp. 637-640, y XL, pp. 172 y 204-207), su autenticidad es cuestionable. Respecto al reproche de indecencia, sus defensores alegan que aunque puede haber algunas crudezas de expresión, las que no serían admisibles en tiempos más recientes, es absurdo hacer tal acusación contra alguien cuya santidad es concedida generalmente. Se hicieron cercanas investigaciones del libro en 1729, bajo Benedicto XIII, cuando se presionó nuevamente por su canonización. El 16 de Enero de 1748, Benedicto XIV, en una carta que La Fuente, en su Historia eclesiástica de España encuentra "sumamente curiosa", escribió al general de los Observantinos ordenándole que hiciera la investigación de la autenticidad de los escritos, al tiempo que aceptaba que el libro había recibido la aprobación de las Universidades de Salamanca, Alcalá, Toulouse, y Lovaina. Mientras tanto había sido ferozmente atacado por Eusebius Amort, un canónigo de Pollingen en 1744, en un trabajo intitulado De revelationibus, visionibus, et apparitionibus privatis, regulae tutae, el que, aunque al principio contestado imperfectamentge por Mathes, un español, y por Maier, un bávaro, a quienes respondió Amort, fue subsecuentemente refutado en otra obra de Mathes, demostrando que en ochenta lugares Amort no había entendido el texto en español de Maria de Agreda. Con la exculpación de Mathes estaba también el P. Dalmatius Kich, que publicó en Ratisbona en 1750, su Revelationum Agredanarum justa defensio, cum moderamine inculpatae tutelae. Hergenröther, en su Kirchengeschichte (trad. franc., VI, p. 416 -- V. Palmé, Paris, 1892), nos informa que la condenación del libro por la Inquisición Romana en 1681, se pensó que sobrevino por el hecho de que en su publicación se descartó el decreto de Urbano VIII, del 14 de Marzo de 1625, o bien porque contenía historias apócrifas y sostenían opiniones de la escuela Escotista de revelaciones divinas. Algunos culpan a la escritora de haber dicho que vio la tierra bajo la forma de un huevo y que era un globo levemente comprimido en los polos, todo lo cual parecía merecedor de censura. Otros la condenaban por exagerar la devoción a la Santísima Virgen y por obscurecer el misterio de la Encarnación. Los españoles se se sorprendieron por la recepción que tuvo el libro en Francia, especialmente porque la Inquisición española le había dado catorce años de estudio antes de pronunciarse en su favor. Como se hace notar arriba, la suspensión del decreto de Inocente XI, condenando el libro, se hizo efectiva solo en España, y aunque Carlos II pidió que el permiso de leerlo se extendiera a toda la Cristiandad, Alejandro VIII no sólo rechazó la petición, sino que confirmó la declaración de su antecesor. El rey hizo la misma solicitud a Inocente XII, quien no hizo nada, excepto instituir una comisión que examinara las razones alegadas por la Corte de España. El rey renovó su apelación más urgentemente, pero el papa murió sin haber hecho ninguna decisión.
La Fuente, en su Historia eclesiástica de España (V, p. 493), atribuye la oposición a la impaciencia de los Tomistas al ver doctrinas Escotistas publicadas como revelaciones, como para calmar varias controversias Escolásticas en el nombre de la Santísima Virgen y en el sentido de los Franciscanos, a cuya orden pertenecía Agreda. Más aún, se alegó que sus confesores habían alterado el texto y habían interpolado muchas de las historias apócrifas que eran comunes entonces, pero sus más ácidos enemigos respetaban sus virtudes y su santa vida, y estaban lejos de confundirla con los despistados illuminatae de ese período. Sus obras habían sido puestas en el Índice, pero cuando los franciscanos protestaron se les dió satisfacción asegurándoles que era un truco del impresor (superchería), ya que no aparecía ahí ninguna condenación.
Las otras obras de María de Agreda son:
· Sus cartas a Felipe IV de España editadas por Francisco Silvela;
· Leyes de la Esposa conceptos y suspiros del corazón para alcanzar el último y verdadero fin del agrado del Esposo y Señor;
· Meditaciones de la pasión de nuestro Señor; · Sus exercicios quotidianos;
· Escala Espiritual para subir á la perfección.
· La Mística ciudad ha sido traducida a varios idiomas; hay varias ediciones de la correspondencia con Felipe IV; pero los otros escritos están aún en manuscrito, ya sea en el convento de Ágreda, o en el monasterio franciscano de Quaracchi en Italia.
Sacra Rituum Congregatio, Examen responsionis ad Censuram olim editam super libris misticae civitatis Dei (Roma, 1730); Synopsis observationum et responsionum super libris ven. abbatissae Mariae a Jesu de Agreda (Roma, 1737); Super examine operis a Maria a Jesu de Agreda conscripti (Roma, 1747); DOM GUERANGER, La mystique cite de Dieu, Univers (1858-59); PREUSS, Die romische Lehre von der unbefleckten Empfangnis (Berlin, 1865), 102; ANT. MARIA DE VICENZA, Vita del Ven. S. Maria d Agreda (Boloña, 1870); ID., Della mistica citta di Dio Allegazione storico-apologetica (Boloña, 1873); REUSCH, Der Index der verbotenen Bücher (Bonn, 1885), II, 253; Analecta juris pontificii, 1862, p. 1550; MONTUCLA, Histoire des math matiques (Paris, 1758), 1, 44]; MURR, Briefe über die Jesuiten, 24; BAUMGARTEN, Nachrichten von Merkwurdigen Büchern, II, 506, y IV, 208; Vita della Ven. Madre Maria di Gesu, comp. dal R.P. SAMANIEGO, O.S.F. (Amberes, 1712); VAN DEN GHEYN en Dict. de theol. cath.
T.J. CAMPBELL Traducido por Javier L. Ochoa Medina
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