Continuación de (1/3) 👉 ¿QUE ES EL MILENARISMO?
Los Santos Padres y su postura frente al Milenio
HISTORIA DEL
MILENARISMO (continuación)
En cuanto puede deducirse de las cartas que llegaron a esta Dirección, el primer artículo que lleva este título ha encontrado buena acogida, mostrándose todos los interpelantes satisfechos de que la "Revista Bíblica" les hizo accesible tan importante y actual tema. Vamos hoy a retomar el hilo, explicando el cuadro sinóptico del Padre Alcañiz S.J., que pusimos en el último número.
En la ya mencionada obra 👉 "Ecclesia Patristica et Millenarismus" que el acreditado Profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana publicó hace ocho años, se encuentra en las páginas 244-260 un resumen de la doctrina patrística acerca del milenarismo, el cual, por ser el único en su género, nos servirá de fundamento. Dice el Padre Alcañiz:
"Todos los testimonios del siglo primero, en cuanto describen los últimos acontecimientos de la Iglesia - el autor se refiere a la 👉Didake y a la llamada 👉Epístola de Bernabé - se expresan en sentido milenarista; y no aparece en ese siglo ningún antimilenarismo. El autor del uno de aquellos documentos es considerado como probable discípula de Santiago; ambos remontan hasta los Apóstoles, pero sin tener su origen en el Apocalipsis de San Juan. En ellos se mencionan la doble resurrección, el reinado milenario, la renovación del mundo, la derrota de los impíos, la paz, la felicidad en la tierra y la duración de seis mil años asignada al mundo hasta la venida de Cristo. La Didake y la Epístola de Bernabé nada dicen de los otros capítulos del milenarismo" (pág. 244-245).
"Mas abundantes son los testimonios del siglo segundo acerca del milenarismo. Durante él entra en escena el Apocalipsis de San Juan, que afiade nuevos elementos al Reinado milenario" (Alcañiz, pág. 245).
"Abre el siglo otro discípulo de los Apóstoles, San Papías, quien afirma haber recibido de los Apóstoles y de los, discípulos de los Apóstoles la doctrina milenarista, con la cual sin embargo mezcla algunas cosas que no pueden haber sido enseñadas por los Apóstoles. Con San Papías empiezan a agregarse al milenarismo algunas cosas que en los siglos posteriores le enajenarán la simpatía de muchos; porque se atribuyen comidas como premio a los justos resucitados y la descripción de la felicidad en la tierra parece caer en lo fabuloso. Ya en Bernabé aparece la transformación de la tierra, pero con cierta sobriedad." (pág. 245).
"Algo más reciente, aunque coetáneo por muchos años de San Papías, apareció un nuevo defensor del milenarismo, San Justino, varón noble, filósofo, cuya aureola de ciencia y de martirio dio notable prestigio a esta doctrina (a. 100|10 - 163|7). A los elementos del milenarismo que ya se perciben en el primer siglo, San Justino añade otros nuevos que marcadamente denotan el influjo del Apocalipsis de San Juan, como ser: la santa Jerusalén de nuevo restaurada, constituida en centro del reinado milenario, y la existencia de viadores, durante el milenio, en los cuales se cumplirán las profecías que acerca de la universalidad y del estado maravilloso del reinado mesiánico se hallan esparcidas por doquier en las Sagradas Escrituras". (pág. 245-46).
"Hasta aquí hemos encontrado el milenarismo en la Palestina, por medio de la Didake; por el testimonio de Papías, en el Asia Menor; en Roma, por San Justina; y ahora, por medio de San Teófilo de Antioquia, (a. 181-2), que probabilísimamente sostuvo esta creencia, en Siria. Cerca del milenarismo de San Teófilo no sabemos, sino que admitía un estado en la tierra bastante feliz, como los restantes milenaristas". (pág. 246). "Mientras en Siria enseñaba el milenarismo San Teófilo, también en Asia Menor, patria del milenarismo apocalíptico, "una gran lumbrera", San Melitón, Obispo de Sardes, fallecido hacia 194 o 195, dio un impulso al milenarismo con su gran autoridad, tanto que aun en el siglo V Genadio menciona a los milenaristas "melitanos". Poco tiempo después sigue, probablemente, las huellas de San Melitón, en la misma Asia Menor, el Obispo de Éfeso Polícrates (a. 196), hombre erudito que había recorrido muchas Iglesias, el cual insiste particularmente en la primera resurrección de los justos". (pág. 247)
"Casi por el mismo tiempo (140-202) San Ireneo, Obispo de Lyon, el más caracterizado milenarista del siglo segundo, patrocinaba en las Galias esta doctrina. El milenarismo de San Ireneo -tiene, sin embargo, su origen en el Asia Menor, donde se había educado bajo el magisterio de San Policarpo. En San Ireneo, más que en otros autores, puede señalarse la influencia del Apocalipsis, v. gr. [por ejemplo], en lo del cielo nuevo, la tierra nueva, y la nueva Jerusalén que desciende del cielo después del juicio final, etc. Tampoco faltan en el vestigio del milenarismo de Bernabé. como los seis mil años del mundo, la felicidad terrenal, etc. Síguese, por consiguiente, que el Apocalipsis no fue la única fuente del milenarismo de San Ireneo, lo que también se confirma por el hecho de que en el Obispo de Lyon nada se halla, al parecer, acerca .de la atadura de Satanás y del número de los mil años". (pág. 247-248).
''El siglo tercero se inicia también con el testimonio de otro insigne milenarista, Tertuliano (160-22213), que fue el primero que enseñó el milenarismo en la Iglesia Africana. El milenarismo de Tertuliano poco se diferencia del de los Santos Justino e Ireneo; sin embargo, nada dice de los viadores, (quizá lo hizo en otra obra anterior, hoy perdida, en la que exponía más extensamente el milenarismo); nada de la atadura de Satanás ni de la guerra de Gog y Magog, en todo lo cual se perciben reminiscencias de San Justino y de San Ireneo". (pág. 248-249).
"Casi por el mismo tiempo (s. II y III), en la misma ciudad de Roma, el mártir San Hipólito defendía también el milenarismo, aunque un milenarismo sui generis. Discípulo de San Ireneo, pero pensador y filosofo independiente, opinó que las almas de los justos quedan detenidas bajo tierra, en un lugar placentero y resplandeciente, hasta la venida de Cristo, después de la resurrección y del juicio final, tras lo cual probablemente todos juntos o poco a poco subirán al cielo". (pág. 250).
"Mientras San Hipólito enseñaba en Roma este oscuro milenarismo, en Egipto el Obispo Nepote (s. II-III) [escribió el libro "refutación de los Alegorizadores"], en un libro notablemente persuasivo y un tanto mordaz contra la escuela alegórica de Alejandría, exponía un milenarismo diáfano, nada impreciso, conquistando como adeptos a iglesias enteras". (pág. 250).
"Sin embargo, no todo el Egipto estaba por el milenarismo; pues casi al mismo tiempo en que el libro de Nepote atraía a las iglesias arsinoíticas al milenarismo, lo impugnaba en Alejandría Orígenes (a.185/6-254/15), portaestandarte de la escuela alegórica. Es ésta la segunda impugnación de los milenaristas, que registra la historia. Mas el milenarismo impugnado por Orígenes es el [milenarismo] craso que también impugnaba en Roma Cayo el Presbítero, y del otro no hace mención alguna". (pág. 251).
"No así San Dionisio (c. 200-c. 265), que fué también Obispo de Alejandría y discípulo de Orígenes. Alarmado ante los avances del milenarismo en Egipto a causa del libro de Nepote, y quizá también porque algunos llegaron a admitir cosas demasiado burdas, invitó a los presbíteros paladines del milenarismo a una pública discusión, durante la cual, el jefe principal de ellos, según testimonio del mismo Dionisio, se declaró vencido y la concordia quedó restablecido. Más tarde San Dionisio escribió una obra en la que refutaba el libro de Nepote". (pág. 251).
"Si de Egipto pasamos a la Europa Central, encontramos en Panonia a San Victorino, obispo de Pettau, (siglo III), otro defensor del milenarismo, según testimonio de San Jerónimo; ello nos consta también por un fragmento que se conserva, y aun tendríamos otro testimonio si los Escolios sobre el Apocalipsis de San Victorino no hubiesen sido destruidos por algún antimilenarista (probablemente por el mismo San Jerónimo)". (pág. 252).
"Mientras esta doctrina enseñaba San Victorino en Panonia, en Grecia San Metodio, Obispo de Olimpo (250- 312), pensador fecundo e independiente, defendía el reinado de los mil años, al que llamaba día del juicio". (pág. 252-253).
"Mientras tanto en la Iglesia Africana (probablemente) el milenarismo íntegro y en todas sus partes, sacado del Apocalipsis, fué expuesto por el obispo Comodiano en versos bastante mediocres, según algunos (siglo III)". (pág. 253).
"En el siglo cuarto, nuevamente en la Iglesia Africana, abre el catálogo de los milenaristas uno de los principales defensores del reinado milenario: Lactancio el Retórico (c. 260-s. IV) el cual expone ampliamente el milenarismo apocalíptico". (pág. 253).
Podríamos citar asimismo a los Padres del siglo cuarto, entre ellos también algunos adversarios del milenarismo, pero baste con el siguiente resumen:
"Durante el siglo IV, en virtud de las nuevas herejías que propalaron más los errores del craso milenarismo judaico, los Padres, en mayor número que en el siglo tercero, lo combatieron con sus escritos. Cuatro son los Padres que impugnaron el milenarismo herético, y siete (uno de ellos con probabilidad) los que sostuvieron el milenarismo católico". (pág. 257).
"Con el siglo V comienzan recios ataques contra el milenarismo por parte de San Jerónimo (c. 332-419), lo que le valió ser considerado como el príncipe de los antimilenristas. En muchos lugares Jerónimo se burla del milenarismo, pero siempre se refiere al milenarismo craso judaico. 'Estos ataques del Santo Doctor contra los milenaristas, tienen de particular que se basan en el error ㅡ por lo demás disculpable 一 de suponer que los Padres y católicos milenaristas, tanto los antiguos como los posteriores, fueron defensores del milenarismo craso: pues para San Jerónimo hubo en el mundo un solo milenarismo, a saber, el craso, común a herejes y católicos. De ahí que el Santo Doctor, aunque crudamente -ataca at milenarismo craso, confiese expresamente que no se atreve a condenarlo, debido a la reverencia que profesa a los Padres y Mártires". (pág. 258). "Puede sospecharse el efecto que produjeron las palabras de San Jerónimo en San Agustín (354-430). Este había abrazado el milenarismo, que vimos era en la Iglesia Africana comúnmente recibido; más en el libro XX de 👉"La Ciudad de Dios", que escribió después de los Comentarios de San Jerónimo, extraordinariamente antimilenaristas, se aparta de él. Conocida es a este propósito la gran estimación que el Doctor de Hi pone profesaba a San Jerónimo como intérprete de las Sagradas Escrituras. El milenarismo que primero admitió San Agustín se acercaba al de San Metodio. En efecto: el reinado milenario - el séptimo milenio del mundo - comenzara después del juicio universal; en el no se habla de viadores, y una vez terminado, los justos subirán al cielo. Habiendo más tarde cambiado de opinión dio - ya que conocía la historia del milenarismo mejor que San Jerónimo - una mejor explicación al problema, distinguiendo un doble milenarismo: uno espiritual y otro craso, condenando abiertamente este último, y afirmando del primero que era en cierto modo tolerable". (pág. 258-259).
Sigue citando el Padre Alcañiz a otros Padres del siglo quinto, la mayoría de los cuales se pronuncian en contra del milenarismo, y termina su exposición sobre la era patrística con la constatación que sigue: "Hemos nombrado, pues, a los Padres o escritores eclesiásticos que, en los primeros siglos de la Iglesia, escriben sabre las postrimerías del mundo, de tal manera que se puede apreciar con claridad su opinión acerca del milenarismo; los restantes, o no tratan estas cuestiones en los escritos que han llegado hasta nosotros, o los tratan de un modo tal que no es fácil distinguir si se pronuncian en pro o en contra del milenarismo: Juzgamos que nuevos estudios sobre este problema habrán de aportar nuevos testimonios en pro de una u otra sentencia". (pág. 260).
Hasta aquí nos ha guiado en la exposición histórica, la excelente monografía del Padre Alcañiz, quien, a nuestro parecer, ha precisado, con la mayor claridad posible, y con citas indiscutibles, la posición de cada uno de los santos Padres y de los primeros escritores eclesiásticos en cuanto se pronunciaron en pro o en contra del milenarismo.
Para la edad media nos hace falta tal monografía y hará falta aún largo tiempo, porque muchos escritos de los teólogos medioevales descansan todavía inéditos en los archivos y bibliotecas. Es la Universidad Católica de Nuestra Señora en Indiana (Estados Unidos), la que ha comenzado a editar obras eclesiásticas pre-tomistas, las cuales, unidas con otras publicaciones del mismo género, nos proporcionaran poco a poco el material para averiguar más exactamente la opinión de la teología medioeval acerca del milenarismo. Huelga decir que Santo Tomás lo rechazo, y con él los escolásticos. No obstante, hubo de vez en cuando movimientos milenaristas cuyo extremismo y pronunciada hostilidad contra la teología oficial de las escuelas, contribuyó mucho a darles el aspecto de herejes. El más conocido de ellos es el abad cisterciense Joaquín de Floris (1132-1202) cuyo "Evangelio Eterno" dejo profundas huellas en círculos piadosos. Siguieron sus pasos muchos franciscanes, entre ellos el ministro general Juan de Parma, y los círculos que se llamaban "Espiritualistas" y "Fraticelli". En 1300 fue quemado en Parma uno de los propugnadores del milenarismo, Geraldo Segarelli, otros se refugiaron en las numerosas sectas medioevales que combatían la autoridad eclesiástica y los bienes temporales de la Iglesia.
Nota: Los enlaces, los textos en negritas, los textos insertados entre corchetes y los subrayados son nuestros.
Continuará en la tercera parte
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