Esta pregunta es, sin duda, una de las más determinantes que todo ser humano se hace en la vida, desde un principio de la historia de la humanidad el hombre viene cuestionándose esa realidad que perdura de generación en generación: ¿es mejor ser bueno o ser malo?
El cómo se entienda y conteste esa pregunta determinará nuestra posición ante el bien y el mal, y hará que otros opten por no cuestionarse y decidan pensar que todo es válido y da lo mismo.
En lo práctico vemos que muchas personas creen que ser buenos es muy exigente y muy limitado, y creen que el mal les da más libertad y eficacia para lograr sus objetivos, sin tener en consideración más que su propia voluntad.
¿Qué piensa usted? ¿es mejor ser bueno o ser malo?
Veamos lo que nos enseña la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios escrita.
El editor
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Vivimos en un mundo cada vez más cruel y complicado, lleno de injusticia, violencia y corrupción, en donde abundan los maltratos, engaños, robos, drogadicción, criminalidad, terro-rismo, abuso de poder, etc. La moda, la propaganda, el cine, la TV se centran en el tema de la “vida de lujos y pasarlo bien” promoción seductora que hace que varios opten por ser criminales, creciendo en número día a día.
Por la vida que ostentan los malos parecen tener su vida resuelta, y parecen vivir libres de preocupaciones. En cambio, los buenos aparecen a la mirada común como sufridos, ridiculizados, atropellados y a veces frustrados. ¿Qué misterio hay detrás de todo esto?
La Escritura nos menciona a personas como Job e incluso algunos Profetas, quienes también se preguntaban estas misma pregunta, y algunos de ellos incluso tuvieron la oportunidad de hacerle esta pregunta a Dios directamente:
“¿Cómo es que viven los inicuos, alcanzan muchos años y gran fuerza? Sus hijos viven en su presencia, y sus vástagos ante sus ojos. Sus casas están en paz, sin temer nada, y la vara de Dios no los alcanza” Job 21,7-9 (Sagrada Biblia, versión Mons. Juan Straubinger)
El profeta Jeremías le preguntó a Dios:
“Justo eres Tú, oh Yahvé; por eso no puedo contender contigo;
sin embargo, déjame hablar de justicia.
¿Por qué es próspero el camino de los malvados
y viven tranquilos todos los pérfidos?” – Jeremías 12, 1
Habacuc, fue un profeta quien también, al ver tanta maldad a su alrededor, le preguntó a Dios:
“¿Hasta cuándo, Yahvé, he de clamar sin que Tú me escuches? ¿Hasta cuándo daré voces a Ti por la violencia sin que me salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y contemplas lo que sufro? Devastación y violencia están ante mis ojos; hay pleitos y surgen contiendas. Por eso se embota la ley, y nunca sale sentencia justa; el inicuo rodea al justo, y así sale torcido el derecho” – Habacuc 1,2-4
Asaf, en el Salmo 73 observa la prosperidad de los malos:
“Pero, mis pies casi resbalaron, cerca estuve de dar un mal paso; porque envidiaba a los jactanciosos al observar la prosperidad de los pecadores. No hay para ellos tribulaciones; su cuerpo está sano y robusto. No conocen las inquietudes de los mortales, ni son golpeados como los demás hombres... Ved cómo tales impíos están siempre tranquilos y aumentan su poder ” – Salmos 73,2-5.12
Ante estos cuestionamientos cabe preguntarse ¿Por qué Dios no hace algo al respecto? ¿acaso es indiferente?
Paciencia y silencio de Dios
Dios no es indiferente, como Dios y Creador no puede serlo, Él sabe TODO lo que sucede en el mundo, Dios ve todo lo que pasa y le interesa profundamente todo lo que ocurre en la Tierra. A pesar de que la gente no se dé cuenta, la voluntad soberana de Dios se ejerce todo el tiempo. Esta verdad nos lleva a tener que buscar respuestas más profundas al tema que nos ocupa. Sigamos atentos a lo que nos dice la Sagrada Escritura.
[El malvado] «Dice en su corazón: "Dios está desmemoriado, apartó su rostro, nunca ve nada.”».” – Salmo 10, 11
¿Hasta cuándo los malvados, Yahvé? ¿Hasta cuándo los malvados triunfarán, proferirán necedades con lenguaje arrogante, se jactarán todos de sus obras inicuas? Oprimen a tu pueblo, Yahvé, y devastan tu heredad; asesinan a la viuda y al extranjero, y matan a los huérfanos. Y dicen: “El Señor no lo ve, el Dios de Jacob nada sabe.” Salmo 94, 3-7
“Aquel que plantó el oído ¿no oirá Él mismo? Y el que formó el ojo ¿no verá?” – Salmo 94, 9
Nuestro Señor va a juzgar todo el mal que se comete a Su tiempo que Él ya tiene previsto. Él es un Dios justo que no puede tolerar el pecado. No puede permitir que el pecado quede sin castigo, como lo vemos en los Salmos 50 y 74:
Dios dice: «Cuando Yo fije la hora, juzgaré según la justicia. Conmovida la tierra y todos sus habitantes, Yo sustentaré sus columnas.” Por tanto, digo a los altaneros; “No os ensoberbezcáis”; y a los impíos: “Cesad de engreíros en vuestro poder”; no levantéis vuestra cerviz frente al Altísimo, no digáis insolencias contra Dios..” Salmo 74,3-6
«Pero al pecador le dijo Dios: ¿Cómo tú te metes a hablar de mis mandamientos, y tomas en tu boca mi alianza? Puesto que tú aborreces la enseñanza, y echaste al trenzado mis palabras. Si veías un ladrón, corrías con él; y te asociabas con los adúlteros. Tu boca fue muy maldiciente, y urdidora de engaños tu lengua. De asiento te ponías a hablar contra tu hermano, y armabas lazos al hijo de tu misma madre. Estas cosas has hecho, y yo he callado. Pensaste injustamente que yo había de ser en un todo como tú; mas yo te pediré cuenta de ellas, y te las echaré en cara.” – Salmos 50, 16-21 (Santa Biblia, Vulgata Torres Amat)
Dios parece pugnar con los malos en el largo plazo. Por el amor que nos tiene (2 Pedro 3:9), Él pacientemente espera y les da tiempo a estas personas para que se arrepientan, como lo dijo a través del profeta Ezequiel 33, 11: “No retarda, pues, el Señor su promesa, como algunos juzgan, sino que espera con mucha paciencia por amor de vosotros venir como juez, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos se conviertan a penitencia.” 2 Pedro 3, 9
“Pero diles a ésos: Yo juro, dice el Señor Dios, que no quiero la muerte del impío, sino que se convierta de su mal proceder y viva. Convertíos, convertíos de vuestros perversos caminos; ¿y por qué habéis de morir, oh vosotros los de la casa de Israel? ” Ezequiel 33,11
Aquellos que no quieran arrepentirse de sus pecados y no creen que Jesucristo los pueda salvar de la eterna condenación, tendrán su merecido castigo a su testarudez y morirán en sus pecados.
[Dice Jesús] “Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados; porque si no creyereis ser yo lo que soy, moriréis en vuestro pecado. Le replicaban: ¿Pues quién eres tú? Les respondió Jesús : Yo soy el principio de todas las cosas, el mismo que os estoy hablando.»” — Juan 8,24-25
"Y sucede que los hijos de los hombres, viendo que no se pronuncia luego la sentencia contra los malos, cometen la maldad sin temor alguno. Pero al contrario, esta misma paciencia con que es tolerado el pecador, aunque peque cien veces, me ha hecho conocer a mí que serán dichosos aquellos que temen a Dios y respetan su majestad." Eclesiastés 8,11-12
“Entrega a Yahvé tu camino; confíate a Él y déjale obrar. Él hará aparecer tu justicia como el día, y tu causa como la luz meridiana. Calla ante Yahvé y espera de Él; no te acalores a causa del que prospera en su camino, del hombre que obra torcidamente.” – Salmo 36,7
Los bienes materiales de esta vida son pasajeros
“Pero mi vida Dios la librará de la tumba,
porque Él me tomará consigo. No temas si alguno se enriquece,
si aumenta la opulencia de su casa; porque al morir nada se llevará consigo,
ni baja con él su fausto. Aunque él mientras vivía se jactase,
congratulándose de pasarlo bien, bajará a reunirse con sus padres,
y no verá jamás la luz. Pero el hombre en auge no comprende; desaparece como los brutos.” – Salmos 48,16-20
Esta vida es pasajera, toda la riqueza y demás beneficios que el mundo considera como “éxito”, tienen un tiempo de vida limitado, y su disfrute también es limitado, no logran apagar del todo las ansias de felicidad. Al morir nadie se puede llevar nada de esto a la tumba. Por eso nuestro Señor Jesucristo advirtió:
“No os amontonéis tesoros en la tierra, donde polilla y herrumbre (los)
destruyen, y donde los ladrones horadan los muros y roban. Amontonaos
tesoros en el cielo, donde ni polilla ni herrumbre destruyen, y donde ladrones
no horadan ni roban" – San Mateo 6,19-20
En la parábola del rico insensato (San Lucas 12, 13-21), nuestro Señor Jesucristo también advirtió acerca de la avaricia:
“Y les dijo: “Mirad: preservaos de toda avaricia; porque, la vida del hombre
no consiste en la abundancia de lo que posee.” – San Lucas 12,15
Dios nos advierte acerca de la codicia en el Décimo Mandamiento:
“No codiciarás la casa de tu prójimo, tampoco codiciarás la mujer de tu
prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de las
que pertenecen a tu prójimo.” – Éxodo 20,17
“Mas Dios le dijo: «¡Insensato! esta misma noche te van a pedir el
alma, y lo que tú has allegado, ¿para quién será?» Así ocurre con todo aquel
que atesora para sí mismo, y no es rico ante Dios.” – San Lucas 12, 20-21
“Vended aquello que poseéis y dad limosna. Haceos bolsas
que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no
llega, y donde la polilla no destruye.” – San Lucas 12,33
Después de la muerte se invierten las posiciones
Al llegar la muerte la riqueza de los malos pierde su valor para ellos, y a su vez, la recompensa de los creyentes adquiere un valor eterno. Lo que parecía riqueza en esta vida pasajera, ahora es basura; y lo que aparentaba no tener valor, ahora perdura para siempre. No se fije en las riquezas que ahora poseen los malos, porque llegará el día cuando serán ellos quienes desearán estar en su lugar y poseer su riqueza que será eterna, y no pasajera como la que ellos ambicionaron aquí en la tierra.
“Pues nadie podrá librarse a sí mismo,
ni dar a Dios un precio por su redención —demasiado caro es el rescate de la vida—
ni logrará nunca seguir viviendo por siempre sin ver la muerte. Pues verá que los sabios mueren,
e igualmente perecen el insensato y el necio,
dejando sus riquezas a extraños.” – Salmo 48, 8-10
El peligro de la avaricia
“Porque nada trajimos al mundo, ni tampoco podemos llevarnos cosa
alguna de él. Teniendo pues qué comer y con qué cubrirnos, estemos contentos
con esto. Porque los que quieren ser ricos caen en la tentación y en el lazo
(del diablo) y en muchas codicias necias y perniciosas, que precipitan a los
nombres en ruina y perdición. Pues raíz de todos los males es el amor al dinero; por desearlo, algunos se desviaron de la fe y se torturaron ellos mismos
con muchos dolores.” – 1 Timoteo 6,7-10
“Cosa buena es la sabiduría con bienes
materiales, y de gran provecho para los que ven el sol. Escudo es la sabiduría,
y escudo es el dinero, pero el conocimiento de la sabiduría tiene la ventaja de
dar vida a su poseedor.” – Eclesiastés 7, 12-13
¿Y cómo empezar a obtener sabiduría? La clave está en el siguiente versículo:
“El principio de la sabiduría consiste en el temor de Dios,
y conocer al Santo es inteligencia.” – Proverbios 9,10
En la historia del hombre rico y Lázaro (Lucas 16,19-31), Jesucristo menciona un hombre rico quien vivía rodeado de lujos, mientras que tirado afuera de la puerta de su casa había un hombre pobre, hambriento y enfermo (cubierto de llagas) llamado Lázaro. En la historia después ambos mueren, y mientras Lázaro fue llevado por ángeles para ser consolado, el alma del hombre rico fue al lugar de los muertos, al lugar de tormento. En esta historia, los papeles se invirtieron cuando ambos hombres fallecieron, en vida Lázaro no tenía nada y el hombre rico nunca hizo nada por mejorar la situación de Lázaro. Luego, el hombre rico quería que Lázaro aunque fuera le refrescara la lengua con agua, por la angustia de estar siendo atormentado por las llamas.
Nuestra vida eterna depende de nuestra fe y obediencia a N.S. Jesucristo, no de la felicidad ni el éxito temporales que experimentemos en esta vida. Nuestra única posibilidad de salvarnos de la condenación eterna proviene únicamente de estar en Estado de Gracia, es decir, creer y profesar la doctrina de cristiana, cumplir los mandamientos, asistir al culto divino, orar, ejercitar las virtudes y ser miembro de la Iglesia católica Romana. Y si se preguntaba usted ¿de qué nos salva Jesucristo? Nos salva precisamente de las llamas, del lugar de tormento, del castigo eterno.
[Cristo dice] “Yo soy la puerta, si alguno entra
por Mí, será salvo; podrá ir y venir y hallará pastos. El ladrón no viene sino
para robar, para degollar, para destruir. Yo he venido para que tengan vida y
vida sobreabundante.” – Juan 10,9-10
[Cristo dice] ”Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el
camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él. Porque
angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los
que lo encuentran" – Mateo 7, 13-14
Regresemos a la respuesta de Dios para Habacuc y Jeremías
Amigo lector sabemos que Dios juzgará a los malos en el Día del Juicio y que estarán eternamente separados de Dios. Sin embargo, también nos preguntamos qué sucede con los malos en esta vida, ¿de qué forma son castigados?
Podemos leer la respuesta completa en Habacuc 1:5-11, del cual, aquí abajo ponemos el siguiente versículo:
“Pues he aquí que suscitaré a los caldeos,
ese pueblo cruel e impetuoso
que recorre las anchuras de la tierra,
para ocupar moradas que no son suyas.” – Habacuc 1,6
Habacuc quedó desconcertado al enterarse que Dios iba a enviar a un pueblo violento (los caldeos) para lidiar con la violencia en Judá. Los caldeos no sabían que Dios los estaba usando para que Judá regresara a Él. Los caldeos rendían culto a muchos dioses falsos, y en su arrogancia confiaban, como si fuera un ídolo más, en su poderío militar.
Dios no era indiferente ante el pecado de Judá. Dios castigaría a su pueblo utilizando a una nación aún más violenta. Recordemos que Dios puede usar cualquier método, aunque a nosotros nos parezca extraño, para corregir, o bien para castigar.
Hay cosas que hace Dios que desde nuestra perspectiva humana, nos parecen raras, o simplemente no entendemos, veamos este versículo al respecto:
“Pues mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
y vuestros caminos
no son mis caminos, dice Yahvé. Así como el cielo es más alto que la tierra,
así mis caminos son más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos que vuestros pensamientos.” – Isaías 55, 8-9
Los creyentes debemos aceptar la voluntad de Dios y regocijarnos en Él, aún y cuando no entendamos Sus decisiones. Dios actúa soberanamente en todo lo que sucede, y hace que todo funcione de acuerdo a Su Voluntad.
Veamos ahora lo que le contestó Dios a Jeremías. Recordemos que Jeremías se preguntaba por qué si Dios es justo, no castigaba aún a los perversos, era una queja del tipo ¿hasta cuándo?
La respuesta completa de Dios la encontramos en Jeremías 12,5-13, de la cual aquí agregamos el primer versículo:
“Si tú corriendo con gente de a pie te fatigas, ¿cómo competirás con (los de a) caballo?
Y si (apenas) en una tierra de paz te sientes seguro,
¿qué harás en los matorrales del Jordán?” – Jeremías 12, 5
Dios le responde a Jeremías, en el versículo 5, mostrándole que él se cansaba con problemas menores cuando él hace esta pregunta, ya que Dios ha visto como su pueblo ha pecado y se ha puesto en Su contra (versículo 6); y como parte de la disciplina que ha dispuesto para Judá, el pueblo que más ama (versículo 7), es entregarlos al ejercito Babilónico que van a sitiarlos y tomarlos al exilio siendo este un duro castigo que hace que el reino de Judá desaparezca del mapa, hasta el Templo es destruido. Y se muestra como el problema venía desde los gobernantes (pastores) que se apartaron de Dios (versículo 10):
"Muchos pastores han destruido mi viña;
han pisoteado mi heredad;
han convertido mi deliciosa posesión
en un desierto desolado." Jeremías 12, 10
Dios castigó a su pueblo, de forma consistente con los términos de la Alianza en el monte Sinaí, de acuerdo a las maldiciones por la desobediencia (Deuteronomio 28:15-68), de las cuales a continuación vemos algunos versículos que nos pueden ayudar a entender el por qué Dios envió a los babilonios:
“Todas estas maldiciones vendrán sobre ti, te perseguirán y te alcanzarán
hasta que seas destruido, por no haber escuchado la voz de Yahvé, tu Dios, ni
guardado sus mandamientos y leyes que Él te ha prescrito; y quedarán en ti,
como señal y portento, y también en tu descendencia, para siempre. Por cuanto no serviste a Yahvé, tu Dios, con alegría y buen corazón a pesar
de que abundaba todo, servirás a tus enemigos que Yahvé enviará contra ti,
en hambre, en sed, en desnudez y todo género de miserias. Él pondrá sobre tu
cuello un yugo de hierro, hasta aniquilarte. Yahvé hará venir contra ti, desde
lejos, desde los cabos de la tierra, con la rapidez del águila, una nación cuya
lengua no entiendes, gente de aspecto feroz, que no tendrá respeto al anciano
ni compasión del niño. Devorará el fruto de tu ganado y el fruto de tu tierra,
hasta que seas destruido; pues no te dejará trigo, ni vino, ni aceite, ni las crías
de tus vacas y ovejas, hasta exterminarte. Te sitiará en todas las ciudades de
tu país entero, hasta que caigan tus altas y fuertes murallas en que confiabas; te
sitiará en todas tus ciudades, en todo el país que Yahvé, tu Dios, te habrá dado.” – Deuteronomio 28,45-52
Todas las historias y enseñanzas que contiene la Santa Biblia nos sirven a nosotros de ejemplo para nuestra vida actual, para evitar cometer los errores que nuestros ancestros cometieron, todas las respuestas a cualquier pregunta o problema que tengamos están contenidas en la Divina Revelación. En lugar de buscar respuestas en otras pseudoreligiones o cosmovisiones debemos de acercarnos a la Palabra de Dios para que Él nos guíe y nos ayude. Recordemos que Dios nos promete bendiciones para quienes obedecen sus leyes (Deuteronomio 28,1-14):
“Si escuchares atentamente la voz de Yahvé, tu Dios, observando y
practicando sus mandamientos que yo hoy te prescribo, Yahvé, tu Dios, te ensalzará sobre todos los pueblos de la tierra. Y vendrán sobre ti y te
alcanzarán todas estas bendiciones, con tal que obedezcas la voz de Yahvé, Dios
tuyo. Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. Será bendito el fruto
de tu seno, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, las crías de tus vacas y
de tus ovejas. Benditos serán tu canasto y tu artesa. Bendito serás en tu
entrada, y bendito en tu salida. Yahvé derribará delante de ti a tus enemigos
que contra ti se levanten. Saldrán contra ti por un solo camino, y por siete
caminos huirán de tu vista. Yahvé ordenará a la bendición que venga sobre tus
graneros y sobre todas las empresas de tu mano; y te bendecirá en la tierra que
Yahvé, tu Dios, va a darte. Yahvé te constituirá por pueblo santo suyo, como te ha jurado, si guardas
los mandamientos de Yahvé, tu Dios, y andas por sus caminos; y todos los
pueblos de la tierra verán que el nombre de Yahvé ha sido invocado sobre ti y
te temerán. Yahvé te dará, para bien tuyo, abundancia del fruto de tu seno,
del fruto de tu ganado y del fruto de tu suelo, sobre la tierra que Yahvé juró a
tus padres darte. Yahvé abrirá su benéfico tesoro, los cielos, para dar a tu
tierra la lluvia a tiempo, y para bendecir toda obra de tu mano, de modo que
tú prestarás a muchos pueblos sin tomarles prestado. Te pondrá Yahvé por
cabeza, y no por cola; estarás solamente encima, y jamás debajo, si obedeces
los manda-mientos de Yahvé, tu Dios, que yo hoy te ordeno para que los
guardes y pongas en práctica; y si no te apartas de ninguna de las cosas que
hoy te prescribo, ni a la derecha, ni a la izquierda, siguiendo a otros dioses para
servirles."
Que la Virgen María, Sede de la sabiduría, nos ayude a perseverar en el bien y a no dejarnos seducir y engañar por las fantasías del mundo.
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