Por Dr. Eberhard Heller
Eberhard Heller (nacido el 7 de junio de 1942 en Nümbrecht ) es un filósofo, católico alemán. Estudió además, arqueología, historia del arte y sociología.Desde el discurso de Monseñor Lefebvre del 27 de mayo de 1976 en Montreal, Canadá, en el que confirmaba haber sido ordenado sacerdote y obispo por el masón Achille Liénart [cardenal], el debate –llevado en un nivel público o privado– acerca de si las ordenaciones administradas por Liénart fueron válidas, o bien si él mismo es un obispo ordenado válidamente, no tiene fin. Al margen de algunas indicaciones ocasionales sobre el presente problema, hasta ahora no hemos adoptado públicamente ninguna postura, puesto que, en nuestra opinión, el material dado no es suficiente para una demostración concluyente de la invalidez de las ordenaciones. A nuestro entender no se puede aducir una demostración ni en sentido positivo ni en sentido negativo. Para nuestra lucha contra el lefebvrismo han bastado argumentos más sólidos (como por ejemplo el reconocimiento obligatorio del Novus Ordo Missae para los miembros de la hermandad –ordenado por Lefebvre bajo amenaza de expulsión–, o el reconocimiento obligatorio de los herejes Montini, Luciani y Wojtyla [Ratzinger y Bergoglio] como papas legítimos para mostrar que Monseñor Lefebvre y su organización no son más que un grupo de rebeldes tradicionalistas dentro de la apostática organización de la «Iglesia», que no sólo no tiene nada que ver con la verdadera oposición católica, sino que además, siempre que puede, destruye a ésta de modo programático.
Entre tanto, sin embargo, toda una serie de sacerdotes han abandonado la hermandad de Lefebvre y trabajan (o por lo menos lo intentan) como curas en los más diversos centros de culto. Esta circunstancia nos da la ocasión de llamar la atención sobre el problema relacionado con las ordenaciones que se les administraron.
En primer lugar presentamos aquí fragmentos del discurso que Monseñor Lefebvre dio el 27 de mayo de 1976 en Montreal y que desató el debate en todo el mundo:
«El Santo Padre [Montini] se educó en un medio modernista […]. Por eso no es sorprendente que el Papa no reaccionara como hubiera reaccionado San Pío X, como hubiera reaccionado el Papa Pío IX o un León XIII. Como fenómeno consecuente, en el Concilio reinaba una atmósfera tal que no había oposición alguna frente al influjo modernista ejercido por un grupo de cardenales que estaba dirigido principalmente por él […]. Ahora bien: hace dos meses la revista tradicionalista CHIESA VIVA publicó en Roma en el reverso de la portada –yo lo he visto en Roma con mis propios ojos– una fotografía del Cardenal Liénart con todos sus atributos masones, el día de la fecha de su iniciación en la masonería, el grado en el que pertenecía a la masonería, luego la fecha en la que ascendió al grado vigésimo y más tarde al grado trigésimo de la masonería, que se sumó a esta y a aquella logia, en esta y en aquella ciudad. Desde entonces, hace aproximadamente dos o tres meses, después de que apareciera esta publicación, no he escuchado ningún tipo de reacción ni ningún tipo de rechazo. Desgraciadamente tengo que decirles ahora que este Cardenal Liénart es mi obispo, que es él quien me ordenó sacerdote, que es él quien me consagró obispo. No es culpa mía […]. Afortunadamente las ordenaciones son válidas […]. Pero pese a todo fue muy doloroso para mí enterarme de esto.“
Según ha podido demostrar el Dr. Kellner, ya antes de mayo de 1970 Monseñor Lefebvre tenía conocimiento de la pertenencia de Liénart a la masonería.
Acerca de las personas de que aquí se trata:
Achille Liénart:
1919: es nombrado "Visiteur" (grado decimoctavo).
1924: es ascendido al grado trigésimo.
Aparte, Liénart asistía a misas negras.
Marcel Lefebvre:
Estudiante en el seminario de Lille, en el que Liénart enseñaba como profesor antes de ser ordenado obispo.
Es ordenado sacerdote el 21 de septiembre de 1929 por Liénart, que entre tanto ha sido consagrado obispo.
Es ordenado obispo por Liénart el 18 de septiembre de 1947 [siendo Cardenal].
Fuentes acerca de la pertenencia de Liénart a la masonería:
André Henri Jean Marquis de la Franquerie, L‘infaillibilté pontificale, segunda edición 1970, pp. 80 y ss. El libro puede adquirirse en Jean Auguy, editor, Diffusion de la Pensée Française, Chiré-en-Mon-treuil, F – 86190 – Vouillé.
El autor demuestra también que Liénart era satanista. Marquis pertenecía a la cámara secreta del Papa y era conocedor de las infiltraciones masonas en el Vaticano, y sobre todo también de las actividades de Rampolla, secretario de Estado en tiempos de León XIII, cardenal y masón.
Poco después de ser conocidos estos hechos las dudas sobre la validez de las ordenaciones administradas por Liénart y Monseñor Lefebvre empezaron a circular abiertamente. En seguida se concentraron en la pregunta de si el satanista y masón de alta graduación Liénart en 1928 estaba dispuesto con la intención adecuada a recibir válidamente la ordenación episcopal. Si esta pregunta tuviera que responderse negativamente, entonces resultarían las siguientes conclusiones: si Liénart no hubiera recibido una consagración episcopal válida, las consagraciones administradas a Lefebvre evidentemente serían también inválidas, así como las ordenaciones que el propio Lefebvre administró.
En este sentido se ha argumentado aún de este modo: aun cuando la «ordenación episcopal» de Marcel Lefebvre a cargo del obispo Liénart hubiese sido inválida, al menos los dos co-consagradores habrían administrado válidamente la ordenación episcopal. Este argumento sería pertinente si fuera cierto que previamente Lefebvre había sido ordenado sacerdote válidamente. Pero como la ordenación sacerdotal fue administrada también por el masón Liénart, la consagración como obispo precisamente está en duda, siendo por otro lado que para la recepción de la consagración episcopal se presupone la administración de la ordenación sacerdotal válida, por eso esta réplica ya no puede mantenerse.
La pregunta de si en 1928 la disposición intencional de Liénart era tal que recibió válidamente la ordenación episcopal, en los círculos de la posición católica se respondió de modo muy diverso:
En Múnich hemos discutido este problema con (+) H. H. Dr. Otto Katzer varias veces y muy por extenso (más de ocho horas): la mera pertenencia a la masonería no es suficiente en cuanto tal para demostrar la recepción inválida. Únicamente la hace irregular. Pero en este caso el Código de Derecho Canónico prohibe el ejercicio de los plenos poderes obtenidos sin autorización. Tampoco la visita de «misas negras» es por sí misma un indicio suficiente. La herejía de Liénart y la destrucción de la fe en el segundo Concilio, al que también se refiere Monseñor Lefebvre, no permiten una conclusión directa acerca de su estado mental o de su disposición intencional en el año 1928, en el momento de su consagración (o más bien «consagración»). Pero si se toman en su conjunto todos los momentos agravantes y se considera la posición de Liénart en la masonería que hemos expuesto, todo eso permite dudar justificadamente de la intención necesaria para la recepción válida. El Padre Katzer, que primero se negó con rotundidad a ocuparse de este tema, poco antes de su muerte llegó a considerar «que Lefebvre se encuentra en una mala situación», refiriéndose a la validez de su ordenación, y cabe dudar de si a causa de la insegura intención de Liénart.
Pero también podría ser que –como se ha aducido arriba– Liénart mantuviera una intención suficiente precisamente porque quería dañar a la Iglesia. Esta posibilidad es absolutamente oportuna, sólo que no se puede probar.
En nuestra opinión, no se puede aducir una demostración positiva ni para la validez ni para la invalidez. Una empresa semejante tiene que acabar necesariamente en especulaciones teológico-morales o psicológico-morales, dado que precisamente al Cardenal Liénart ya no se le puede preguntar acerca de su postura en aquel momento –está muerto–, y aun cuando hubiera podido dar una respuesta, no sería seguro que pudiera recordar su intención en aquel momento, y aunque lo pudiera, que nos dijera la verdad.
[Nota: en 1984 Heller, el autor de este artículo, no tenía conocimiento de la declaración de Liénart a su confesor Descornets, con la debida autorización para hacerla pública, de que él dirigía los trabajos de la logia vaticana para destruir las órdenes eclesiásticas. Esta declaración fue dada a conocer por el lefebvriano Max Barret en Le Courier de la Tychique en 2009]
Para la administración de los sacramentos rige el principio «tutior», es decir, tiene que elegirse la administración más segura. En caso de una administración demostrablemente dudosa la Iglesia prescribe repetir este sacramento sub conditione.
En el caso presente, nos sumamos a las recomendaciones que Monseñor Guerard des Lauriers –quien todavía no había sido consagrado obispo– daba a sus alumnos ordenados (u «ordenados») por Monseñor Lefebvre y que a causa de conflictos dogmáticos habían abandonado su organización: bajo las circunstancias dadas, entre las cuales están las ordenaciones de Lefebvre, hacerse reordenar sub conditione.
Nota:
*) Entre tanto se han adoptado más posturas sobre este problema. Entre otras les recuerdo la exposición muy extensa del Padre Groß en KYRIE ELEISON Nr. 1-4, 1987, quien trataba de solventar las dudas sobre la validez de las ordenaciones a la manera del teólogo dominico Ambrosio Catharinus (+1535). Por contra, André Perlant, entre tanto fallecido, le respondió con sus «Observaciones sobre la teología del Padre Groß“ (Anmerkun-gen zur Theologie von H.H. P. Groß“, EINSICHT Nr. 4, año 20, octubre de 1990, pp. 37 y ss.), donde, frente al parecer del Padre Groß, insistía de modo decisivo en la importancia de una intención positiva en la administración de los sacramentos. En un capítulo del número especial «La destrucción del sacerdocio sacramental a cargo de la Iglesia conciliar romana» ("Die Zerstörung des sakramentalen Priestertums durch die ‘römische Konzilskirche", EINSICHT, segundo número especial, abril 1991), el Prof. Wendland trataba igualmente de aportar la demostración de que las ordenaciones de Lefebvre son inválidas debido a la falta de intención.
«Rochester, New York 14616 USAMonseñor,
me he enterado de que en la actualidad se encuentra Vd. en un mal estado de salud. Por este motivo deseo decirle algo.
Vd. fue ordenado obispo por el cardenal Liénart. Ahora bien, este cardenal jamás fue un creyente de nuestra religión, por lo que la ordenación de Vd. a cargo de él es nula.
Yo estoy dispuesto a ordenarle obispo o a encontrar un obispo que acepte ordenarle en secreto.
Por cuanto respecta a los seminaristas a los que Vd. ha administrado recientemente la ordenación sacerdotal, Vd. estaría entonces preparado para transmitirles el ministerio sacerdotal o para encontrar un obispo, por ejemplo, yo mismo, que los ordenara. Todo esto en el más estricto secreto, sólo sabido por Vd. y por mí.
Pierre-Martin Ngo-Dinh-Thuc, Arzobispo»
Marcel Lefebvre hizo caso omiso de esta generosidad de Pierre-Martin Ngo-Dinh-Thuc, por lo que sigue la duda sobre la validez del “sacerdocio” y "episcopado" conferido por su linaje, lo que obliga a abtenerse de recibir los sacramentos de los «sacerdotes» y «obispos» que provienen de él.
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