jueves, 9 de diciembre de 2021

«¿Qué hay acerca de la ortodoxia de la Madre Teresa [de Calcuta]?» por Marian T. Horvat

 





Marian Therese Horvat tiene una licenciatura en Periodismo y una Maestría y Doctorado en Historia Medieval de la Universidad de Kansas, con especialidad en historia cultural. 
Escribe para varios periódicos católicos y tiene columnas regulares en The Remnant, Catholic Family News y The Daily Catholic, ETC.

El cuidado que la Iglesia católica tradicionalmente ha tenido al proclamar beatos y santos es bien conocido. Se realizan esmeradas investigaciones para demostrar, sin lugar a duda, la ortodoxia de los siervos de Dios en sus escritos y dichos, en su práctica de las virtudes heroicas y en su vida ejemplar, como modelo para toda la Iglesia. Además es necesario un milagro para la beatificación y otro para proclamar la santidad.

A través de arduas investigaciones son examinados los escritos y las palabras atribuidas al candidato para asegurar que todo se adhiera estrictamente al Magisterio y la Tradición de la santa Iglesia. Incluso la duda más insignificante sobre la ortodoxia en una afirmación registrada de la persona a la que se investiga ha sido suficiente para detener el proceso de beatificación, sin seguir adelante. Citaré el caso bien conocido de Ana Catalina Emmerich, cuyo proceso de beatificación se ha detenido por orden del papa Clemente XIV, debido a las cuestionables interpretaciones de sus visiones realizadas por su secretario, Clemente Bretano. Es incierto si serán aprobadas tales tesis. Pero debido a esta duda no puede ser beatificada, y ser presentada así, como modelo oficial para los católicos.

Sabiendo esta gran vigilancia de la Santa Madre Iglesia al proclamar la ortodoxia de aquellos a quienes ella eleva al honor del altar, uno puede comprender las dudas y confusiones que ocasiona la reciente beatificación [octubre de 2003] de la Madre Teresa de Calcuta entre algunos católicos.

Nadie pone en duda que ella haya prodigado sus cuidados y asistencia a los pobres de Calcuta, y haya sido una defensora incansable de los nasciturus. El problema reside en materia de fe, la primer y más importante de las virtudes heroicas necesaria para ser proclamada beata. Parecería que es necesario una reexaminación de algunas afirmaciones de la Madre Teresa que implican que la salvación es posible en todos los diferentes credos y religiones. En otras palabras: ¿Puede alguien ser proclamado beato [y mucho menos santo] si afirma o implica que la Iglesia católica no es la única y verdadera Iglesia, como lo hizo ella?

Déjenme ofrecerles algunos ejemplos tomados de un libro de reciente publicación, Everything Starts From Prayer, Mother Teresa’s Meditations on Spiritual Life for People of all Faiths [literalmente: Todo comienza con la oración. Meditaciones de la Madre Teresa sobre la vida espiritual para personas de todas las fes]. En el prefacio Anthony Stern enfatiza el espíritu ecumenista del trabajo de la Madre Teresa, citándola: «Siempre he dicho que debemos ayudar al hinduista a ser mejor hinduista, al mahometano a ser mejor mahometano, al católico a ser mejor católico».

Ella es elogiada como una gran maestra ecumenista de la oración. Quienes la enaltecen bien podrían formar parte de un encuentro de oración en Asís: un rabino judío, un maestro zen, un maestro budista tibetano, un ministro protestante y el presidente de la Conferencia Episcopal Católica de los Estados Unidos, entre otros. Éste último, el obispo Anthony Pilla, llama a sus meditaciones «núcleos de verdad», profundos en sabiduría e introspección espiritual.

He aquí uno de esos «núcleos», la Madre Teresa afirmó:

«Algunos lo llaman Ishwar, otros Alá, algunos simplemente Dios, pero tenemos que reconocer que es Él quien nos creó para grandes cosas: amar y ser amados. Lo que importa es que amamos. No podemos amar sin oración, y así, desde cualquier religión en la que estemos, debemos orar juntos. »

Esta no es una declaración aislada tomada fuera de contexto, es uno de muchos testimoniales que indican la actitud general de la Madre Teresa de indiferencia hacia el credo que el hombre profese. [1] En esta meditación ella muestra una noción heterodoxa de Dios, así como una noción distorsionada del amor.

Una noción heterodoxa de Dios. Una cosa es decir que Dios tiene diferentes nombres en diferentes lenguas. Por ejemplo, decimos God en inglés, Dieu en francés, Dios en español, Gott en alemán, y así en otras. Pero es obvio que tanto los católicos de habla hispana, como los católicos de habla francesa, los católicos de habla alemana y los católicos de habla inglesa, todos entienden la misma realidad con la palabra Dios.

Ahora, es otra historia el aplicar este razonamiento a los diferentes credos y religiones, los cuales afirman una variedad de nociones acerca de la Primera Causa que creó al mundo y al hombre. Es absolutamente incorrecto decir que Ishwar, Alá y el verdadero Dios [la Sma. Trinidad] son sólo diferentes nombres de una misma realidad.

Los mahometanos niegan la Trinidad del verdadero Dios y la divinidad de Jesucristo. Por lo tanto, su Alá está muy lejos  de ser la misma realidad adorada por los católicos. El dios de los budistas no es una persona como el verdadero Dios. Es una especie de fuerza inmanentista que se encuentra esencialmente en todas las criaturas. Algunas sectas budistas adoran innumerables deidades. Los hinduistas siguen una doctrina diferente, también adoran a todo un mundo de deidades, incluyendo espíritus como Ishwar, hombres y animales, como las vacas y víboras.

Así, la Madre Teresa presentó una falsa suposición  de que esos «dioses» son todos el verdadero Dios, el cual es adorado por los católicos. Esta afirmación es completamente errónea, y se opone a la simple razón natural y directamente contradice el dogma católico.

Es difícil creer que la Madre Teresa haya sido beatificada [en 2003, y ahora canonizada en 2016] después de pronunciar estas afirmaciones, las cuales reflejan objetivamente su pensamiento representativo. También es difícil entender cómo las autoridades católicas pueden elogiar tales afirmaciones como «núcleos de verdad».


Una falsa noción de amor. Continuando, la idea que ella presenta, que toda clase de amor es bueno, es por decir lo menos, muy superficial. Ella repite frecuentemente esta noción: e.g. «el amor es un fruto de temporada, siempre disponible y al alcance de todas las manos. Cualquiera puede obtenerlo sin límite. Todos pueden alcanzar este amor a través de la meditación, el espíritu de oración y sacrificio… si aprendemos a amar, aprenderemos a ser santos ».

¿Qué es el amor? El amor es la adhesión de la voluntad a una persona, objeto o ideal. Esta relación por sí misma no es buena o mala, depende del propósito del amor. Si alguien ama con un mal propósito, este amor es indigno. Si se ama por los motivos correctos, es provechoso. Esta es la razón por la que San Agustín afirma con sencillez: «sólo los buenos pueden amar». [2]

Por lo tanto, cuando alguien ama al verdadero Dios, Quien es la bondad misma, es un amor bueno. Pero si alguien tiene una inclinación hacia algo malo, hacia algo que llama dios, pero realmente es un demonio, esto no es un amor bueno. Es una pasión maligna, no un amor bueno, y se necesita corregir a esa persona, no mostrar empatía a este respecto. De hecho existen límites para el amor. Santo Tomás de Aquino lo enseñó claramente: «las pasiones son malignas si el amor es maligno, buenas si es bueno» [3].

Sin embargo, esta enseñanza no se encuentra en la meditación de la Madre Teresa sobre Dios.

Primero, ella asume la falsa suposición de que Dios es el mismo para mahometanos, paganos y católicos.

Segundo, ella simplifica la noción del amor, e implica que uno puede amar, tanto de forma buena como mala, que el objeto del amor es indiferente. Todo lo que importa es el amor. Esto contradice la enseñanza básica católica del Catecismo que nos instruye a amar al verdadero Dios sobre todas las cosas.

Una monja, incluso una muy popular, que afirme estos dos errores, no podría ser proclamada beata ni santa, ya que para obtener este honor sus enseñanzas en materia de fe no deben contener errores, ni siquiera uno muy pequeño. Esto es muy importante no sólo porque involucra el honor y la integridad de la Iglesia, sino también porque una beata [y ahora santa] debe ser modelo de salvación para los fieles católicos.

Es obvio que el amor que predica la Madre Teresa en tales meditaciones no es un modelo de amor católico, tampoco es la Santísima Trinidad de la Iglesia católica ese dios del que habla.

Es claro que existe una justificada preocupación doctrinal de algunos católicos por esta rápida beatificación de la Madre Teresa. Pero estas dudas inquietantes también acechan sobre la legitimidad del milagro presentado como prueba de santidad.

Un milagro incierto. Normalmente el proceso de beatificación puede comenzar sólo después de que el candidato ha cumplido cinco años de fallecido, y después de que ha sido presentado el milagro como prueba. Los milagros son algo que la Iglesia no toma con ligereza. En los casos de curaciones físicas debe ser claro, sin sombra alguna de duda, que dicha curación no tiene causas naturales.

Ahora, en el caso de la Madre Teresa, Juan Pablo II exoneró el periodo de cinco años de espera, y en el 2002 el Vaticano reconoció un milagro, la curación de Mónica Besra, una campesina de 35 años del norte de la India que sanó de un tumor de ovarios. Besra y los Misioneros de la Caridad afirman que el tumor desapareció en 1998, cuando una medalla con la imagen de la difunta monja albanesa fue puesta sobre la zona doliente.

Sin embargo, el Dr. Ranjan Mustafi, jefe de ginecología que trató médicamente a la mujer en el Hospital del distrito Balurghat en la Bengala occidental, dijo que era muy posible que esta paciente fuera curada mediante cuatro drogas contra la tuberculosis que estaba tomando en ese tiempo, las cuales habrían disuelto el tumor. Él dijo que admiraba mucho a la Madre Teresa y piensa que debería ser beatificada por su labor con los pobres, pero no por este caso, «ella (Besra) tenía una enfermedad que fue curada por la ciencia médica, no por un milagro» [4].

Sus superiores en el hospital apoyaban su opinión, diciendo que los registros muestran que la paciente respondió al tratamiento como se esperaba. Cinco doctores en Roma consultados por el Vaticano para este caso desestimaron esta probabilidad científica y estuvieron de acuerdo para decir que no había explicación médica para su curación. Mustafi dijo que nunca tuvo comunicación con el Vaticano [5].

Por supuesto, Mónica Besra cree que es un milagro, pero admite que ella estaba recibiendo tratamiento médico en el Hospital de Balurghat en ese tiempo, tan sólo dijo: «Aquellos que aman a la Madre (Teresa), lo creerán». No había duda de que amaba a la Madre Teresa, pero no es el sentimiento lo que determina el valor de un milagro en el proceso normal de la Iglesia católica.


Conclusión. Así que, ¿qué es lo que tenemos aquí? Nociones defectuosas acerca de Dios y el amor, un milagro hundido en la duda, un proceso colocado en la vía rápida por el papa [2003, Juan Pablo II], quien en sí mismo es todo un campeón de la falsa noción del pluralismo teológico. Este concepto implica la admisión de que no existe una sola Revelación y una uniformidad en su interpretación, como la Iglesia católica siempre lo enseñó, sino que hay «revelaciones» e interpretaciones -falsas- de las otras religiones, que también serían correctas.

Esto lleva irremediablemente a sospechar que la intención de Juan Pablo II [y hoy al Sr. Bergoglio y su iglesia modernista] no sólo era beatificar a una persona, en este caso la Madre Teresa, sino a «canonizar» la ideología del progresismo postconciliar sobre el ecumenismo [sincretista] y la [nueva] salvación universal a la que se adhiere.

Esta beatificación también levanta sospechas acerca de otros personajes, como Juan XXIII, cuyo cuerpo «incorrupto» fue demostrado que se obtuvo por medio de un embalsamamiento químico, y quien siempre se adhirió a los errores modernistas. No podemos hacer otra cosa que preguntarnos lo que ha sucedido: ¿Ha cambiado la fe católica o una persona no necesita ser ya católica para ser beatificada [o canonizada]?

Notas:

[1] Stern relata el siguiente incidente como otro ejemplo de su espíritu ecumenista en acción: En una ocasión, cuando la Madre Teresa atendía a un agonizante budista, un visitante escuchó que le susurraba, «Ud. diga la oración de su religión y yo la repetiré. Oraremos juntos y será algo bello para Dios» (Prefacio, Everything Starts From Prayer)

[2] De Trinitate, 8,3,4: Pl 42:949-50.

[3] Summa Theologica, I-II,24,3.

[4] Too swift to Sainthood, Newsday, 15 de octubre de 2003.

[5] Beth Duff-Brown, To believers, proof of miracle not needed, National AP Courier and Press internet site, 18 de octubre de 2003.

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