martes, 1 de octubre de 2024

TEMAS DE TEOLOGÍA DOGMÁTICA PARA ANALÍTICOS, CONFUNDIDOS O ATRIBULADOS

 


LA INFALIBILIDAD PAPAL


Selección de textos de grandes obras y autores católicos, con notas y comentarios de Benito Santomás, oblato benedictino

                            

                      Texto de Mons. Francisco Olgiati, Silabario del Cristianismo 
                              Editorial Difusión, 9a. Edición, Buenos Aires, 1952)


               

       

1°  La Jerarquía y lo Sobrenatural


Sería un gran error dejar de lado todo lo que hemos dicho acerca de nuestra divinización, de la gracia y del autor de la misma, Cristo Jesús; como sería un error garrafal dejar sin conexión alguna a la jerarquía católica. También aquí resplandece la unidad del organismo en la variedad de los oficios y las funciones, concordantes —como medios con el fin— con el último propósito, que es la santificación de las almas y su unión sobrenatural con Dios.

Jesús había fundado su Iglesia y nosotros —como hemos visto— no podemos encontrar salvación sino en este Cuerpo Místico, que se desarrolla en los siglos. Dada esta su voluntad, Jesucristo debía proveer:

a) a la propagación y a la conservación de su verdad, revelada —la buena nueva de nuestra divinización mediante sus méritos— para preservarla de los errores y de los peligros de la ignorancia;
b) a la difusión de su gracia santificante, único medio de salvación establecido por el amor de Dios;
c) al gobierno de esta santa sociedad de los fieles, que, como todo organismo social, necesita una 
autoridad visible y una dirección.

Por esto es lógico el paso del orden sobrenatural a la jerarquía. Y todas las enseñanzas de la doctrina cristiana, a propósito del Papa, del Primado de Pedro, de la infalibilidad pontificia, de los Obispos y del Sacerdocio católico, de su oficio y de su función, no son sino consecuencias del concepto fundamental donde nada hay de superfluo o disonante.

2°  El Papa


El Papa es el Vicario de Cristo (*). Cristo está presente en su Iglesia, es su Cabeza, pero es invisible. Por eso, quiso escoger a Pedro y sus sucesores para que hicieran sus veces en la tierra. Sólo a Pedro le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que atares en la tierra, será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra, será desatado en los cielos”.

(*) Vicario: Persona que ejerce una potestad que deriva de un oficio superior (Rae)

La Iglesia es el edificio, Pedro es su fundamento y es el que tiene las llaves, o sea es la cabeza suprema. Él posee el primado sobre los otros Apóstoles —y por lo tanto, sobre los Obispos del mundo que son los sucesores de los Apóstoles—, conforme se desprende de las otras palabras de Cristo: “Simón, Simón, mira que Satanás os ha pedido para zarandearos como trigo. Pero yo he rogado por ti, que no falte tu fe; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.

Después de la conversión, es indefectible la fe de Pedro, que recibe el encargo de confirmar a los otros en la fe, y con esto mismo el oficio de Superior, de Maestro, de Cabeza. Además, si se tiene en cuenta que Cristo, poco antes de la Ascensión, dijo a Pedro “Apacienta mis corderos [o sea, a todos mis fieles]; apacienta mis ovejas [o sea, a los Apóstoles y a sus sucesores]”, no se puede dudar de que lo haya constituido Pastor supremo de todo el rebaño, esto es, de toda la Iglesia, de todos los creyentes, sin excepción alguna.

También con relación a la INFALIBILIDAD del Papa, Jesús no podía ser más explícito. La infalibilidad —que la supina ignorancia religiosa cree a veces que es la impecabilidad (*) del  Pontífice— consiste en lo siguiente: que cuando el Papa habla ex cathedra, esto es, como Pastor  de toda la Iglesia universal, sobre cosas de fe o de moral, declarando definir la verdad contenida en la Escritura y en la Tradición, no puede errar.

[Nota Benito Santomás: Un Papa puede tener defectos, cometer pecados morales graves, vivir de un modo licencioso, etc., pero nunca puede comprometer en su enseñanza la integridad de la Fe, porque sin Fe no se puede agradar a Dios y sin Fe nadie se puede salvar, no se podrían perdonar los pecados de los pecadores. Un Papa puede ser un vividor, como en algunos casos los hubo, pero ello no compromete el dogma de la fe, lo que no puede cometer un verdadero Papa son pecados doctrinales, apostatar, decir herejías, enseñar el error, debido a que van contra el fundamento de aquello que lo constituye como autoridad de la Iglesia, ser aquel que en nombre de Cristo confirma a los otros en la Fe.]

Razona muy bien, al respecto, Monseñor Bonomelli: según la enseñanza del mismo Jesús, la Iglesia está cimentada sobre Pedro, o sea, sobre el Pontífice, de modo que su seguridad depende de la seguridad del Pontífice; si el Pontífice pudiera trocarse en maestro de errores, no sería piedra de fundamento, sino piedra de tropiezos y de ruina. Por otro lado, Jesús dice que las potencias del infierno no prevalecerán contra la Iglesia, ¿Por qué? Porque la Iglesia está fundada sobre Pedro, sobre el Pontífice; por consiguiente la victoria continua de la Iglesia depende de la victoria del Pontífice: ahora bien, si el Pontífice pudiese enseñar errores, lejos de conducir a la Iglesia a la victoria, la conduciría a la derrota”.

Más aun,“Jesucristo entrega al Pontífice las llaves de la Iglesia y afirma que ratificará en los cielos lo que el Pontífice juzgare en la tierra; no pone ninguna excepción, la promesa es absoluta y amplísima; pero no cabe duda de que Jesucristo sólo puede ratificar la verdad; luego la enseñanza del Pontífice y su sentencia deben estar exentas de error, como está exenta de errores la sanción de Jesucristo. No basta: Jesucristo declara haber orado para que la fe de Pedro, y por consiguiente, la fe del Papa, no sufra desmedro; ahora bien, la oración de Jesús no podía caer en el vacío, y sus palabras demuestran que ha obtenido lo que ha pedido; luego, la fe del Papa puede y debe ser puesta a prueba, pero no puede desfallecer. Es tan cierto que la fe del Papa no puede desfallecer, que Jesús le ordena confirmar en ella a sus hermanos, esto es, a los Obispos, a fin de que confirmados por él puedan sostener la lucha contra Satanás. Luego, la seguridad y firmeza de los Obispos en la fe se basa en la fe del Pontífice: ahora bien, si el Pontífice pudiese errar en las cosas de la fe ¿cómo y en qué podría confirmar a los Obispos y a la Iglesia universal? Hubiera sido una cosa ridícula de parte de Jesús imponer a Pedro la obligación de confirmar en la fe a la Iglesia, si el mismo Pedro tenía necesidad de ser confirmado; y cosa más ridícula todavía, sería obligar a toda la Iglesia a dejarse confirmar en la fe por un Pedro, que, pudiendo errar, podía confirmarla en el error. Aparte de que Jesús confiere al Pontífice el oficio de apacentar y regir toda la Iglesia, todos los corderos y ovejas de su rebaño, y, por lo tanto, obliga a toda la Iglesia, a todos los corderos y ovejas, a recibir y acatar su palabra y sus leyes. Supongamos por un instante que el Pontífice pueda inducir en error al rebaño de Jesucristo. ¿Qué sucedería? Toda la Iglesia sería colocada en la absurda alternativa, o de desobedecer al Pontífice contra la expresa voluntad de Jesucristo, o bien de seguir al Pontífice en el error. Esto no puede concebirse. Luego hay que admitir que el Pontífice es infalible, para que sea razonable, por un lado, el derecho del Pontífice a imponer lo que hay que creer, y por otro, razonable el asentimiento de los fieles”.

[Nota Benito Santomás: La Fe es un conocimiento sobrenatural, pero no puede contradecir la lógica o razón natural en lo que tiene de verdadero, por consiguiente, sostener que un Papa puede cometer errores y herejías antes y después de ser elegido como Papa legítimo es una contradicción no razonable ni para la fe ni para la razón. Sería un pecado de fideísmo engañoso, o de una tiranía religiosa despótica, un absurdo aberrante totalmente opuesto al Espíritu de Jesucristo. Nadie que no es fiel a Cristo puede poseer y gozar de los bienes de Cristo, a no ser que se arrepienta y se convierta de veras. Las promesas de Jesus se cumplen solo cuando le somos fieles, si le fallamos es por culpa nuestra, no es por incumplimiento de su promesa. Un ejemplo de esto son las promesas al pueblo judío en el Antiguo Testamento, en lo que dependía de Dios se cumplieron todas, pero en lo que dependía de Isreal se vieron algunas incumplidas, no por ello las promesas de Dios fueron falsas, solo que Isreal le fue infiel. Las promesas de Dios al hombre que dependen de la fidelidad humana son condicionales a su respuesta, las consecuencias al  pecado de Adán y Eva son un ejemplo].

Resumiendo: el Papa es el representante de Jesucristo, y como tal, tiene el primado sobre todos y la infalibilidad. Él es “el dulce Cristo en la tierra”, como lo define Santa Catalina de Siena. En el blanco Pontífice hállase presente Jesús que habla, como en la Eucaristía hállase presente Jesús que calla, conforme a la bella expresión de San Francisco de Sales. El amor, el obsequio, la obediencia y la devoción filial, como el entusiasmo hacia el Papa, es para los creyentes una misma cosa que el amor, el obsequio, la obediencia a Cristo Jesús.

[Nota Benito Santomás: Por eso la Iglesia se esmera en tratar y tributar al Sumo Pontífice con la mayor dignidad, distinción, rango y grandeza porque representa a Su Divina Majestad N.S. Jesucristo entre nosotros.]

Hace algunos años el Padre Mateo Crawley era admitido a la presencia del Santo Padre y recibía palabras de bendición, de aliento y de augurios en su jubileo sacerdotal; y él agradeció al Pontífice diciéndole que le quedaba reconocido a su bondad porque la sonrisa del Papa era para él igual que una sonrisa de Jesús.

Así debemos hablar, pensar y obrar los verdaderos cristianos.