lunes, 29 de julio de 2024

LECTIO DIVINA SEMANAL DEL SANTO EVANGELIO DE AYER DOMINGO X DESPUÉS DE PENTECOSTÉS



Dominica X Post Pentecosten

Lectura ✠ del santo Evangelio según san Lucas

℟. Gloria a Ti, Señor.

Lc 18:9-14

En aquel tiempo: Dijo Jesús también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo". El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador". Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

℟. Alabanza a Ti, oh Cristo.

S. Por las palabras de este Evangelio, sean borrados nuestros pecados.

OMNISCENCIA DE DIOS
(Lc. 18, 9-14)

"Dios los sabe todo, hasta nuestros pensamientos, Dios es Omnisciente", nos enseña el Catecismo.

Que Dios lo sepa todo, así del mundo físico como del espiritual; que prevea el porvenir y el curso de la Historia; que penetre los secretos de las fuerzas naturales y de la íntima constitución de los seres, no nos atañe directamente ni nos preocupa en modo alguno.

Pero que lea nuestros más secretos pensamientos; que escrute nuestros deseos más recónditos, que no siempre nos atrevemos a confesar a nosotros mismos, esto sí que debe impresionarnos.

Desde el comienzo de la creación esta verdad es absolutamente cierta en la morada de Dios. Y como su casa es tan amplia como el mundo, es cosa cierta que no podemos esconder nada a su ojo que todo lo ve.

El maligno y el mundo, buscan emular lo que puede Dios, pero la diferencia es cruel y opuesta, el enemigo del hombre busca escudriñarlo para someterlo y esclavizarlo más. Hace algunos decenios, se publicó una novela en la que viene descrita la vida tal como sería en nuestros días, el ideal tecnocrático comunista del control total: en cada casa, en cada remoto aposento, en las calles, en los pasadizos, en las escaleras, hay aparatos que todo lo ven y oyen; nada puede escapar al ojo del Amo Estado.

Aquí tenemos un caso concrerto, que demuestra la verdad de este hecho enseñado por la fe.

En el relato del Evangelio las apariencias están a favor del fariseo. Exteriormente, éste es irreprochable. Cumple sus largas oraciones, ayuna con regularidad, paga los tributos y es tenido por hombre recto y piadoso. Pero Dios, que ve la intimidad, lo encuentra lleno de soberbia, de vanidad, de autosuficiencia y de cruel menosprecio para los demás.

En cambio, el publicano pasa por un hombre sin religión ni honradez; pero Dios ve su sincera humildad y oye su oración en la que implora únicamente perdón y piedad.

En consecuencia, este Dios que lee en lo íntimo de las almas, condena al primero y justifica al segundo.

Y su juicio es tanto más justo cuando que, siendo inadvertida su presencia, deja a los hombres perfectamente dueños de sí, sin hipocresías ni veladuras.

Del hecho de que Dios lo sepa todo y vea hasta tus más íntimos pensamientos y deseos debes deducir dos conclusiones prácticas:

a) Procura el bien y evita el mal desde su más profunda raíz, pues es la raiz la que alimenta la planta y da sabor a los frutos. Hasta aquí quiere llegar la religión de Cristo.

"Se dijo a vuestros padres: No cometáis adulterio. Pero yo os digo que aquél que mira a la mujer del prójimo con deseo impuro ha cometido ya adulterio en su corazón" (Mt. 5, 28)

b) Disfruta santamente de la verdad de la presencia de Dios, como defensa en la tentación, como coraza de fortaleza contra el mal, como alegría interior, como manantial de perenne santidad.

El joven patriarca José, en casa de Putifar, fue invitado por su ama a gozar con ella.

¡Cuántos jóvenes en sus lugar habrían cogido al vuelo la ocasión para adquirir desahogamente la libertad y aprovechar para su antojo, placer e interés la favorable oportunidad que se les ofrecía!

Pero el santo joven, recordando que Dios está siempre presente, se niega, y deja el manto en manos de la seductora, afrontando, para salvaguardar su virtud, la prisión, el bochorno y hasta el peligro de ser ajusticiado.

Cuando el joven Efrén entra en la ciudad, tropieza con un grupo de lavanderas, y una de ellas, más descarada que las otras, le lanza una frase significativa de invitación. ¿Qué contesta el joven casto? "De buena gana, con tal que lo hagamos en la plaza". Con estas palabras contuvo a la mujerzuela. No ignoraba el joven que el pecado no dejaba de ser grave, aunque se consumara en secreto, por ser imposible sustraerse a la presencia de Dios.

Aprendamos de ellos a convertir en norma de conducta las verdades de fe. 

Bendecida y feliz semana

Fuente: Homilario dogmático, Mons. José Angrisani. Adaptado y completado por Benito Santomás.