viernes, 13 de diciembre de 2024

EN DEFENSA DE LA INFALIBILIDAD PAPAL 1a. parte por Benito de Santomás


Su Santidad Pío XII, de feliz memoria.

Nos vemos obligados a compartir algunas simples reflexiones sobre este grave tema, dada la confusión y superficialidad de las opiniones de los oponentes que, más basados en un celo apasionado y voluntarioso por la ortodoxia, deslizan afirmaciones equivocadas que ayudan a profundizar la confusión sobre todo en aquellos que no cuentan con la formación teológica, filosófica y canónica suficiente. 

Es un hecho de la causa que a Nuestro Señor Jesucristo le hemos fallado y el castigo ha sobrenido sobre todos nosotros desde la muerte de S.S. Pío XII. La prueba está en la descristianización de la sociedad, en la pérdida de credibilidad y prestigio de la religión católica, en la creciente falta de sentido sobrenatural de la vida cristiana, en la indiferencia y rechazo por la doctrina, disciplina, moral y culto tradicional, entre otros signos de decadencia, salvo un pequeño resto de buenos católicos que mantienen viva la llama de la fe auténtica. En medio de este escenario Dios probó nuestra fidelidad y nos encontró dormidos, confiados y distraidos, nadie y quizás muy pocos estaban concientes del peligro y preparados para afrontar esta grave crisis religiosa, totalmente inédita por su magnitud, profundidad y duración. Es un hecho evidente que gran parte de la jerarquía traicionó a Cristo y complotó, pasiva o activamente, contra la Iglesia católica y otra no vió, no quizo ver o no tuvo el heroismo de oponerse al complot nacido del conciliábulo Vaticano II.  Por eso esta situación que ha sobrevenido a la Iglesia desde ese fatídico concilio resulta tan dificil enfrentar incluso para las almas más piadosas y fuertes, muchos llegan a preguntarse dónde está la verdadera Iglesia católica.

A los católicos siempre se nos enseñó a venerar y obedecer al Papa, nunca se nos recalcó abiertamente que podría suceder que los enemigos se podrían alzar con el poder del Papado para destruir a la Iglesia desde su cúspide, que es lo que ha sucedido, por eso esta crisis ha sido tan difícil para los buenos católicos que desean estar unidos a sus Pastores. Quizás sin querer las omisiones de estos buenos católicos han ayudado a que esta subversión satánica haya logrado vencer tan rápidamente las débiles y tardías resistencias de los pocos despiertos.

Hasta ahora, pasados ya casi setenta años del comienzo de la crisis, son múltiples y dispares las explicaciones, soluciones u opiniones teológicas propuestas para enfrentar esta Gran Tribulación, originadas desde las más variadas posiciones doctrinales y espirituales dentro del catolicismo más serio y fiel. Desde los conservadores del concilio y posconcilio, pasando por los tradicionalistas de Lefebvre adheridos a la Roma posconciliar, continuando por los conservadores devenidos en sedevacantistas post Benedicto XVI, siguiendo por las sectas tradicionalistas sedevacantistas conclavistas, restauracionistas, milenaristas, sedeprivacionistas, llegando por fin a los más radicales, los católicos, apostólicos y romanos en interregno, llamados por sus detractores sedefinitas, estos pocos son, a mi parecer, los más fieles y coherentes a la doctrina, disciplina y tradición de la Iglesia catolica romana, la única posición que saca de manera más realista, completa y sin ambiguedades las consecuencias que debe atravesar la pasión de la Iglesia católica a causa de la Gran Tribulación de este Fin de los Tiempos, o Juicio a las Naciones, estos católicos en interregno son los únicos que no pretenden tergiversar la doctrina, acomodar el derecho canónico y usurpar poderes y ministerios eclesiásticos, sin jurisdicción, en nombre de un estado de necesidad que son actualmente inexistentes dada la situación de Sede Vacante, y dada la magnitud y duración de la crisis, tampoco osan inventar aparentes soluciones no católicas que contradicen la voluntad de Dios y engañan a los fieles, estableciendo precedentes cismáticos para el futuro.

Lo entendamos o no, lo creamos o no,  lo que estamos viviendo estaba ya anunciado por las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio Pontificio, no nos engañemos. La Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo debe vivir el Misterio Pascual de su Fundador, Misterio Pascual que cada cristiano también debe pasar para alcanzar su Salvación. Es de toda lógica y sentido común que para que el Misterio de Iniquidad de oposición a Cristo y su Iglesia se haga posible y visible debe la Iglesia ser visiblemente derrotada y disminuida a su mínima expresión, de lo contrario el Anticristo no podría presentarse a la vista del mundo y mostrar su plan de perversión y subversión, por tanto, para el triunfo de la Iglesia y la derrota de satanás es necesario que el Maligno se haga ver ante la vista de todos los hombres y quede así en evidencia su maldad, sus engaños y mentiras.

Aquellos que desean ver cumplirse las prefecías escatológicas sin ver a la Iglesia derrotada, sufriendo y agonizando, no han entendido todavía el poder y sabiduría de la Cruz; la enseñanza y el ejemplo de nuestro Divino Salvador ha insistido una y otra vez que solo por la Cruz se puede llegar a la Gloria, o dicho de otro modo, sin pasar por la muerte no puede haber resurrección para el hombre caido proveniente de Adán. Y la Iglesia no puede ser una excepción a esa regla, no sería la Iglesia fundada por Jesucristo y la Iglesia llamada por el Señor a obrar la salvación de los hombres. En esta hora debemos renunciar a ver a la Iglesia como lo fue en el pasado, aquella Iglesia toda sobrenatural, espléndida, digna, fuerte, misionera, ordenada, influyente, mayoritaria. En consecuencia, la ausencia actual del Papado (el katejon), de obispos y sacerdotes y la falta de algunos sacramentos como la Santa Misa, la Confesión es absolutamente previsible que esté ocurriendo, y que ciertas prerrogativas o Notas distintivas de la Iglesia estén en la actualidad suspendidas o eclipsadas a la espera de su victoriosa resurrección en el próximo Advenimiento en Gloria y Majestad de Nuestro Señor Jesucristo. "Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?”. Cf. Lc 18, 8. Nota Biblia de Straubinger: Véase 17, 23 s. y nota. Obliga a una detenida meditación este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran misterio que San Pablo llama de iniquidad y de apostasía (II Tesalonicenses 2) y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su gran discurso escatológico. Cf. Mateo 13, 24, 33, 47 siguientes y notas.

Teniendo en cuenta, entonces, que no tenemos un manual detallado definido por el Magisterio tradicional que nos diga punto por punto qué hacer en esta Apostasía General para mantenernos fieles y seguir siendo católicos romanos hasta el fin. Intentaremos, pues, con el favor de Dios nuestro Señor y de la Santísima Virgen María, desarrollar una sencilla reflexión que nos ayude a entender la gran confusión imperante.

1. Se dice con mucha superficialidad de parte de conservadores y algunos tradicionalistas que es una herejía afirmar que un Papa verdadero no se puede equivocar en su Magisterio Ordinario, es decir cuando no habla ex-catedra. Esta idea la defienden aquellos que quieren excusar los evidentes errores y herejías de los falsos papas de la Iglesia conciliar, que ellos creen ser Papas de la Iglesia católica romana. Pues bien, el problema es que la Iglesia Católica sí enseña que el Papa es infalible no sólo en el Magisterio solemne (extraordinario) sino también en su Magisterio Ordinario. Esto es tan cierto que no existe ningún documento eclesial de la Tradición ni ningún santo doctor o teólogo reconocido que enseñe que un Papa puede cometer errores o herejías en su Magisterio Ordinario.

2. Recurramos a la Constitución dogmática Pastor AEtérnus, capítulo IV, del Concilio Vaticano de 1870, donde se resuelve para siempre la controversia sobre la infalibilidad del Sumo Pontífice. Como veremos en el texto oficial en ninguna parte habla que en el magisterio papal se distingue un magisterio superior de otro inferior, o de uno solenme y otro corriente. Lo que dice el texto es que existe un solo magisterio infalible que el Pontífice lo puede realizar evidentemente de dos maneras, uno para declarar una verdad de fe (dogma) y otro para resguardar, enseñar, defender, recordar y esclarecer el depositum fidei según los requerimientos doctrinales, morales y pastorales de los tiempos. No tendría sentido tener infalibilidad para declarar un dogma y no tener infalibilidad para enseñarlo y transmitirlo correctamente. Dice Pastor Aeternus:

"El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra [cuando habla como Papa de modo oficial y público], esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia [sea declarando un dogma o corrigiendo dudas o errores o resolviendo una controversia doctrinal y moral], posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables."

Como se advierte, en ninguna parte de la definición se hace alusión a que la infalibilidad sea exclusivamente en las definiciones solemnes o extraordinarias; tampoco se especifica ningún modo de enseñanza concreto. La famosa expresión “ex cáthedra”, que muchos erróneamente asocian a magisterio “solemne” o "extraordinario", simplemente significa en sí misma, “desde su Sede”, “desde su Trono”, que es como si dijéramos “cuando habla como Papa desde la Silla de Pedro”; de hecho, esto se aclara inmediatamente, pues dice el texto: “cuando habla ex cáthedra —esto es, cuando cumpliendo su cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos…”.

3. Se suele invocar el Canon 1323, parágrafo 2, del Código de derecho canónico de 1917 -- preparado por el Papa San Pío X y promulgado por el Papa Benedicto XV--, para restrinjir la Infalibilidad Papal a un supuesto magisterio solemne que sería diferente a uno común u ordinario, el cual no sería infalible, en opinión de algunos. Para corregir este error nada mejor que leer el texto oficial en latín y una traducción al español seria y confiable como de la Editorial Católica B.A.C. y el comentario de los expertos:



(Cf. Código de derecho canónico (1917), texto en latín y español, Miguélez-Morán y Cabreros, 6a. edición de 1957, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, pág. 503, https://t.me/studiumveritatis/639)

Si se lee con atención el canon habla de dos formas de magisterio solemne, uno solemne de un concilio y otro ex cathedra del Papa, pues un Concilio no tiene potestad de hablar ex cathedra o no ser que lo haga un Pontífice. Ahora bien, allí no dice el Canon que “ex cáthedra” sea lo mismo que solemne, sino que cuando el Papa da definiciones solemnes (como fue el dogma de la Asunción de María Santísima en 1950) entran dichas definiciones en la categoría de lo que se llama “ex cáthedra”. Nótese el breve comentario de los expertos canonistas a pié de página de la foto de arriba, donde dice: "Las enseñanzas del magisterio ordinario tienen igual valor que las del solemne."

La clave para entender bien lo que señala el canon 1323, parágrafo 2, lo da el parágrafo 1 del mismo canon, el cual dice que los actos solemnes del magisterio tienen el mismo valor que los del magisterio ordinario, ambos exigen el mismo grado de fe y obediencia, ya que definen o reafirman verdades que ya son dogmas de fe, de fe divina en cuanto a los dogmas fundados en la Escritura y Tradición y de fe católica en cuanto a los dogmas fundados por las definiciones (ex cathedra) que son resguardados, reafirmados y explicitados por el magisterio común (ordinario) tradicional. Por eso el Magisterio Ordinario también es “ex cáthedra” e infalible, aunque no sea solemne, porque las circunstancias o controversias así lo exigen, como por ejemplo, la Encíclica Quanta cura de Pío IX, donde condena los errores modernos.

Si esto no fuera verdad, ¿para qué suelen los Papas escribir Encíclicas, Bulas y demás documentos ordinarios de enseñanza? ¿Para hablar de temas menores o intrascendentales? No, sino que escriben para instruir a los fieles católicos en las verdades de la Fe, en la recta moral y norma de disciplina a seguir. Y cuando lo hacen, ¿sucede “como mera opinión” o como “persona privada”, o como autoridad de la Iglesia, como Pastor y Doctor de todos los cristianos (usando la expresión de la definición)? No, sino que siempre escriben y hablan como Papas y firman como tales.

Además, cuando exponen la doctrina católica su enseñanza y su importancia no está determinada por la definición dogmática que diga expresamente “definimos”, “declaramos”, para que debamos creer lo allí expuesto, sino que el simple exponer la doctrina ya implica que debemos acatarla. Esto lo enseña expresamente el Papa Pío XII en la Encíclica Humáni Géneris:

Ni hay que creer que las enseñanzas de las Encíclicas no exijan de suyo el asentimiento, por razón de que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema potestad de su Magisterio. Pues son enseñanzas del Magisterio Ordinario, del cual valen también aquellas palabras: ‘El que a vosotros oye, a mí me oye’… Y si los Sumos Pontífices en sus Constituciones de propósito pronuncian una sentencia en materia disputada [no dice que deba ser solemne o ex cathedra], es evidente que, según la intención y voluntad de los mismos Pontífices, esa cuestión no se puede tener ya como de libre discusión entre los teólogos”.

Realmente es un absurdo pretender que la infalibilidad papal esté solamente garantizada en las definiciones solemnes. Si realmente fuera así, entonces cualquier católico podría poner en duda cualquier enseñanza que viniera del Papa, con tal que no le parezca. Podríamos dudar de las enseñanzas de cualquier Papa, pues todos ellos enseñaron e ilustraron a la Iglesia únicamente con Magisterio Ordinario. Inclusive el Papa Pío IX solamente hizo una sola definición solemne: la Inmaculada Concepción; fuera de ésta, lo demás que enseñó fue Magisterio Ordinario. ¿A quiénes les interesa restrinjir o desconocer la autoridad doctrinal infalible del Papado?, eso sería matería ahondar en otra ocasión, pero por ahora, solo basta con nombrarlos: dentro de los cristianos, los cismáticos orientales, los protestantes, y dentro de los católicos, los herejes conciliaristas, galicanos, viejos católicos, modernistas, católicos liberales, humanistas cristianos, ecuménicos, evolucionistas, LGTB, etc.

Vale la pena tener presente que los errores modernos como el panteísmo, naturalismo, racionalismo, liberalismo, comunismo, las falsas libertades modernas, el modernismo, etc. fueron todos condenados y execrados por los Papas en sus documentos de enseñanza ordinaria, en el Magisterio Ordinario, y no de manera solemne o ex cathedra, por la sencilla razón que no era necesesario declarar un nuevo dogma para ello, solo bastaba con sacar las conclusiones del dogma establecido y de la razón natural.

Solo a los creyentes inmanentistas, fideístas, escépticos, relativistas, progresistas, masones, y a un número bastante creciente de apóstatas, les preocupa negar el magisterio infalible del Papa, relativizándolo por completo, por su deseo de cauterizar sus conciencias y transformar a la Iglesia en un centro religioso ecuménico y sincretista universal.

En conclusión, de acuerdo a la doctrina católica el magisterio ordinario no constituye un magisterio falible de orden inferior, es tan infalible como el magisterio ex cathedra, de lo contrario sería imposible preservar la Fe católica del error. Reconocer la Infalibilidad del Romano Pontífice, en sus distintas potestades es una verdad revelada necesaria de creer para podernos salvar. 


La triple potestad del papa se simboliza con la tiara, que está formada por tres coronas y representa al papa como "pastor supremo" (regir), "maestro supremo" (enseñar) y "sumo sacerdote" (santificar), por eso quien no está unido al Papa está fuera de la Iglesia, porque la autoridad (jurisdicción) que le ha conferido Nuestro Señor Jesucristo lo asiste para no regir, enseñar y santificar erróneamente llevando al rebaño de Cristo a la perdición.

Un Papa como persona puede cometer pecados morales, los cuales afectan a la persona, lo afectan a él como individuo pero no al resto, excepto el mal ejemplo, pero como Vicario de Cristo no puede cometer pecados doctrinales ya que inducen a que otros pequen, por ser una falta pública comprometería el depositum fidei de la Iglesia y la salvación de los fieles. Esto se puede explicar de la siguiente forma, un jefe de Estado puede cometer faltas y ser sancionado, pero no pierde su condición de autoridad, diferente es si atenta contra la Soberanía de la Nación y va contra la Constitución y las leyes, en ese caso se convertiría en una autoridad ilegítima y depuesta a no ser que la sociedad esté por completo corrompida. Es de toda lógica que el bien común está por encima del bien privado, por eso Cristo nuestro Señor asiste el ministerio petrino de un modo sobrenatural, por el "bien común" de la salvación de las almas.

Para terminar esta primera reflexión, dejo algunas necesarias preguntas que debemos respondernos con honestidad, el cómo las respondamos marcará nuestra visión y posición ante el tema tratado:

  • ¿Es posible que los hombres de las distintas épocas puedan creer en el Hijo de Dios encarnado y en su Iglesia continuadora de su misión redentora, sin certeza y estabilidad en la doctrina, la moral y el culto?
  • ¿Es posible creer y obedecer a los Papas si estos pueden enseñar y mandar el error?
  • ¿Si un Papa contradice o corrige a otro Papa anterior porque enseñó un error doctrinal y moral, es posible no creer que este también se pueda equivocar?
  • ¿Si la doctrina católica puede mutar con el correr del tiempo, convirtiendo en falso lo que antes era tenido por verdadero y viceversa, da garantía que todo lo que se enseñaba y se enseña creer no sea un montaje y engaño que se ha ido agregando con el correr del tiempo?

En otro momento, seguiremos profundizando y aclarando un poco más sobre este importante tema. Ora et labora.