La versión que aquí ofrecemos es la versión COMPLETA del libro original francés, ya que hay otras versiones incompletas circulando hace tiempo por internet, la presente, está editada en español por la Ciudad Católica de Speiro, Madrid, año 1961. Sin duda esta obra es uno de los mejores tratados teológicos, filosóficos y políticos del último tiempo sobre el dogma de la Realeza Social de Cristo. Dogma declarado por S.S. Pio XI, en la Encíclica Quas Primas, en el año 1925. Principio de doctrina ineludible para instaurar y restaurar entre los hombres el Reino de N. S. Jesucristo, esto es, su Monarquía real y efectiva entre las Naciones, llamada comúnmente la Cristiandad.
La Cristiandad se
construyó con la Palabra (Poder eclesial) y la Espada (poder temporal), reflejo
perfecto de la Santa Cruz, el leño vertical (lo divino) el leño horizontal (lo
humano), así se entendió siempre, desde los apóstoles que portaban espada para defenderse
a consejo de Cristo (Cf. Lucas 22, 35-38), hasta la caída del último Estado
Católico en la Primera Guerra Mundial. El protestantismo y el evangelismo,
padres del liberalismo, con su cisma fueron separando poco a poco la unidad de
lo divino y lo temporal del catolicismo tradicional, llevados por su anarquía
hacia lo institucional y su fideísmo mágico e idealista que infravalora la
importancia de las cosas temporales o contingentes, ignorando que cuando éstas
se ordenan a la obra salvadora y civilizadora de la Fe sirven a Cristo Rey, Rey
por naturaleza por ser Dios y Rey por conquista por ser el Hombre-Dios
Redentor.
Por ignorancia muchos
cristianos de ayer y de hoy se quedan con el Cristo pobre, humilde y sufriente
en su vida terrenal, no tomando en cuenta que el Señor asumió la pobreza y el
sufrimiento porque vino como Penitente, vino a morir y a sufrir por nosotros
hasta su muerte en la Cruz, no obstante, en su Transfiguración y en su
Resurrección deja traslucir en claro que su verdadera naturaleza es la Majestad de su
Realeza divina. El Rey se hizo pobre, humilde y sufriente para pagar la deuda
por nuestro rescate y lograr nuestra salvación de la eterna condenación y
liberarnos del poder de Satanás, este fue el mejor camino de todas las opciones. Por
consiguiente, en su Segunda Venida no vendrá como el humilde carpintero de
Nazaret, sino como lo que es “Rey de reyes y Señor de señores” (Cf.
Apocalipsis 19, 16), con Poder y Majestad, a ejercer su Señorío de modo Divino y
humano por los siglos de los siglos.
Jean Ousset, explica
muy bien que Nuestro Señor Jesucristo al asumir la naturaleza humana por su
Encarnación, no dejó ni dejará de ser Dios, el Eterno, el Todopoderoso, igual
al Padre y al Espíritu Santo unidos en una misma Naturaleza, por lo que Cristo
no solo viene a redimir lo espiritual del hombre sino todo el ser corporal
humano, su alma y su cuerpo, la Resurrección de Cristo es la síntesis perfecta
de la Redención que Dios ofrece al hombre, la elevación sobrenatural de la
naturaleza humana como “imago Dei”.
Todo esto sería
imposible si el Verbo no se hubiera encarnado en el seno virginal de María
Santísima, la verdadera Arca de la Alianza.
Hoy, la Santa Religión
languidece por no existir una Cristiandad política que vaya en su ayuda, y
viceversa, hoy la Cristiandad fallece por una Religión desnaturalizada y
mutilada, vaciada de su carácter sobrenatural y de su realismo ancestral. Todo
lo cual compromete y pone en peligro gravemente la Salvación Eterna de las
Almas, Ley primera de la obra redentora de Cristo, no así la Gloria de Dios que
no depende del arbitrio humano ni de ninguna otra criatura.
Pidamos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo, por intercesión de Nuestra Señora la Virgen María, se
nos conceda la Gracia Actual y Eficaz para que pronto los hombres y las
naciones consientan y trabajen por restaurar la Religión Católica Romana y la
Cristiandad política y social. [Nota del Editor]