EXPOSICIÓN
DEL SALMO 5
Comentado por San Agustín de Hipona
1. [v.1] El título del salmo
es: Para la que recibe la herencia. Se da, pues a entender la
Iglesia, que mediante nuestro Señor Jesucristo1 recibe
en herencia la vida eterna, para que posea a Dios mismo, adherida al cual sea
dichosa, según aquello: Dichosos los mansos, porque esos mismos
poseerán la tierra2. ¿Qué
tierra sino esa de la que se dice: Mi esperanza eres tú, mi porción en
la tierra de los vivientes3, y aquello
más claro: El Señor [es] la parte de mi herencia y de
mi copa4? A su vez,
también a la Iglesia se la llama herencia, según aquello: Pídeme, y te
daré en herencia tuya las naciones5. Herencia
nuestra, pues, se llama a Dios, porque él nos alimenta y sostiene. Y se nos
llama herencia de Dios, porque él nos administra y rige. Por eso, en este salmo
está la voz de la Iglesia, llamada a la herencia para que ella misma venga a
ser herencia del Señor.
2. [v.2] Escucha mis
palabras, Señor. Llamada, [la Iglesia] llama al Señor para atravesar con su
ayuda la maldad de este mundo y llegar a él. Entiende mi grito.
Atinadamente muestra de qué clase es ese grito, cómo, [siendo] interior, desde
la alcoba del corazón llega a Dios sin estrépito del cuerpo, pues la voz
corporal se oye y, en cambio, la espiritual se entiende, aunque precisamente
esto es el escuchar de Dios, no con el oído carnal, sino con la presencia de su
majestad.
3. [v.3] Atiende a la voz
de mi súplica, esto es, a esa voz respecto a la cual pide
que Dios la entienda. Qué clase de voz es esta lo ha insinuado cuando ha
dicho: Entiende mi grito6. Atiende a la
voz de mi súplica, rey mío y Dios mío. Aunque el Hijo es Dios y el Padre es
Dios y juntos el Padre y el Hijo son un solo Dios y, si se nos pregunta acerca
del Espíritu Santo, no ha de responderse otra cosa sino que es Dios y, cuando
se mencionan juntos el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, no ha de entenderse
otra cosa que un solo Dios, sin embargo, las Escrituras suelen llamar rey al
Hijo. Por consiguiente, según lo que está dicho7, al
Padre se va por mí8, con razón
[dice] en primer lugar «rey mío», y después «Dios mío».
Sin embargo, no ha dicho «atended», sino «atiende». En efecto, la
fe católica proclama no dos o tres dioses, sino un solo Dios, la Trinidad
misma, no de forma que a esta misma Trinidad se la pueda llamar unas veces
Padre, otras Hijo, otras Espíritu Santo, como creyó Sabelio, sino de forma que
el Padre no es sino Padre, y el Hijo no es sino Hijo, y el Espíritu Santo no es
sino Espíritu Santo, y esta Trinidad no es sino un solo Dios, porque creemos
que, cuando el Apóstol hubo dicho: Del cual, todo; mediante el cual,
todo; en el cual todo9, dio a
entender precisamente la Trinidad misma y, sin embargo, no añadió «a esos
mismos la gloria», sino: A ese mismo la gloria.
4. [v.4] Porque a ti
imploraré, Señor, de mañana escucharás mi voz. ¿Qué significa el hecho de
que, como si ansiara ser escuchado en el presente, más arriba haya dicho «escucha»10, y
ahora, en cambio, dice «de mañana escucharás», no «escucha», y «a
ti imploraré», no «a ti imploro» y, por último, «de
mañana me levantaré para ti y veré»11, no
«aparezco y veo»? A no ser que quizá su oración anterior muestre precisamente
la invocación. Pues bien, a oscuras entre las borrascas de este siglo, se
percata de que no ve lo que ansía y, sin embargo, no cesa de esperar,
pues la esperanza que se ve no es esperanza12. Sin
embargo, comprende por qué no ve: porque aún no ha pasado la noche, esto es,
las tinieblas merecidas por los pecados.
Dice,
pues: Porque a ti imploraré, Señor, esto es, porque tú,
a quien imploraré, eres tan grande, de mañana
escucharás mi voz. Afirma: no eres un cualquiera al que puedan ver aquellos
de cuyos ojos no se ha retirado aún la noche de los pecados. Pasada, pues, la
noche de mi error y tras retirarse las tinieblas que mediante mis pecados hice
para mí, escucharás mi voz. ¿Por qué, pues, no dijo antes
«escucharás», sino: escucha13? ¿Acaso,
después de haber gritado «escucha» y de no haber sido
escuchada, ha percibido qué es preciso que pase para poder ser escuchada? ¿O ha
sido escuchada también antes, pero, porque aún no ve quién la escuchó, aún no
entiende que ha sido escuchada, y quiso que lo que ahora asevera, de
mañana escucharás, se entienda así, «de mañana entenderé
que he sido escuchada»? Similar es este dicho, levántate, Señor14, esto
es, «haz que me levante». Pero esto se interpreta acerca de la resurrección de
Cristo. Ciertamente, aquello, Os tienta el Señor, Dios vuestro, para
que sepa si le amáis15, con
razón no puede interpretarse, sino «para que vosotros sepáis
gracias a él, y a vosotros mismos se os manifieste cuánto habéis progresado en
su amor».
5. [v.5—7] De mañana me
levantaré para ti y veré. ¿Qué significa «me levantaré», sino
«no yaceré»? Por otra parte, ¿qué es yacer, sino descansar en la tierra, lo
cual significa buscar en los placeres de la tierra la felicidad? Me
levantaré, afirma, y veré. Si queremos ver a Dios, a quien
contempla el corazón limpio16, no
hemos de adherirnos a lo terreno. Porque tú no eres un Dios que quiera
la iniquidad. No habitará junto a ti el maligno, ni los injustos permanecerán
ante tus ojos. Odias a todos los que hacen la iniquidad, destruirás a todos los
que hablan mentira. El Señor abominará al hombre sanguinario y doloso.
Iniquidad, malignidad, mentira, homicidio, dolo y cualquier cosa por el estilo
son la noche misma, pasada la cual, acontece la mañana17, para
que se vea a Dios. Ha expuesto, pues, la causa de por qué de
mañana se levantará y verá; afirma: Porque tú no eres un Dios
que quiera la iniquidad. En efecto, si fuese un Dios que quisiera la
iniquidad, también los inicuos podrían verle, de modo que no se le vería de
mañana, esto es, cuando hubiera pasado la noche de la iniquidad.
6. No habitará junto a ti el
maligno, esto es, no verá de modo que se [te] adhiera. Sigue «ni
los injustos permanecerán ante tus ojos», precisamente porque la luz
de la verdad hace que los ojos de ellos, esto es, su mente, [la] rechacen a
causa de las tinieblas de los pecados, por cuya costumbre no pueden [los
injustos] aguantar el fulgor de la inteligencia recta. Quienes, pues, incluso
ven a veces, esto es, quienes comprenden la verdad y, sin embargo, aún
son injustos, no permanecen en ella, por amar lo que aparta de
la verdad. En efecto, llevan consigo su noche, esto es, no sólo la costumbre de
pecar, sino también el amor [a pecar]. Si hubiere pasado esa noche, esto es, si
hubieren dejado de pecar y fueren ahuyentados ese amor y esa costumbre,
acontece la mañana18, de modo
que ya no solo entienden la verdad, sino que se adhieren a ella.
7. Odias a todos los que hacen
la iniquidad. El odio de Dios ha de entenderse conforme a ese dicho según
el cual todo pecador odia la verdad19. En
efecto, parece que también ella odia a quienes no permite permanecer en ella.
Pues bien, no permanecen quienes no pueden aguantarla. Destruirás a
todos los que hablan mentira, pues esta es contraria a la verdad.
Pero, para que nadie suponga que hay alguna sustancia o naturaleza opuesta a la
verdad, entienda que la mentira tiene que ver con lo que no es, no con lo que
es. En efecto, si se dice lo que es, se dice la verdad; si, en cambio, se dice
lo que no es, es mentira. Afirma «destruirás a todos los que hablan
mentira», precisamente porque, al apartarse de lo que es, se inclinan
hacia lo que no es.
Ciertamente,
se ven muchas mentiras en pro del bienestar y de la utilidad de alguien, no por
malicia, sino por benignidad, cual la de las comadronas en el Éxodo, que
contaron al Faraón una falsedad20, para que no
se matase a los bebés de los hijos de Israel21. Pero
incluso a esas [mentiras] se las alaba no por el hecho, sino por su naturaleza,
porque quienes mienten solo de este modo, merecerán ser librados, por fin, de
toda clase de mentira. Efectivamente, ni siquiera esas mentiras se encuentran
en los que son perfectos22, a los
cuales está dicho23: En
vuestra boca esté «sí, sí; no, no». Cualquier cosa que es algo más, viene del
Malo24. Y para
que nadie estime que el hombre perfecto25 y
espiritual26 debe
mentir en pro de esta vida temporal, en cuya muerte no se mata al alma, ni la
suya ni la del otro, no sin razón está escrito27 en
otro lugar: Boca que miente mata al alma28. Pero,
porque una cosa es mentir y otra ocultar la verdad, ya que una cosa es decir
falsedad y otra callar la verdad, si quizá alguien no quiere entregar a un
hombre ni siquiera a esta muerte visible, debe estar dispuesto a ocultar la
verdad, no a decir falsedad, para no entregarlo ni mentir, de modo que ni lo
entregue ni diga mentira para no matar su alma en pro del
cuerpo de otro. Ahora bien, si aún no puede esto, al menos tenga solas las
mentiras de esta necesidad, para merecer ser librado también de esas, si quedasen
solas, y recibir la robustez del Espíritu Santo, para despreciar con ella
cualquier cosa que hay que padecer en pro de la verdad29.
Dos son, en
total, los géneros de mentira en que no hay gran culpa, pero en todo caso no
están sin culpa: cuando o bromeamos o, para ser útiles, mentimos. El primero,
en bromeando, no es perniciosísimo, precisamente porque no engaña, pues ese a
quien se le dice sabe que se ha dicho para bromear. Por su parte, el segundo es
más leve, precisamente porque conserva alguna benevolencia. En cambio, a la que
no tiene corazón doble30, ni siquiera
hay que llamarla mentira, como, por ejemplo, si se encomienda a uno una espada
y promete que va a devolverla cuando la haya reclamado el que se la encomendó:
si quizá exige furioso su espada, es evidente que no ha de devolverse entonces,
no sea que, mientras se le restituye la cordura, se mate él o mate a otros.
Aquel no tiene corazón doble, precisamente porque ese a quien se encomendó la
espada, no pensaba, cuando prometía que iba a devolverla al que la reclamaba,
que podría exigirla furioso.
También
ocultaron la verdad el Señor, cuando a los discípulos aún no capaces dijo «mucho
tengo para deciros, pero ahora no podéis cargar con ello»31, y el
apóstol Pablo cuando asevera: No pude hablaros cual a espirituales,
sino cual a carnales32. Por eso
es evidente que silenciar a veces la verdad no es de censurar, y que, en
cambio, no resulta que se haya permitido a los perfectos decir falsedad.
8. [v.8] El Señor
abominará al hombre sanguinario y doloso. Con razón puede parecer repetido
lo que más arriba asevera, odias a todos los que hacen la iniquidad,
destruirás a todos los que hablan mentira33, de modo
que «hombre sanguinario» lo refieras al que hace la
iniquidad y, en cambio, «doloso» a «mentira», pues
hay dolo, cuando se hace una cosa y se simula otra. Y ha usado el verbo
apropiado, que asevera: abominará. En efecto, suele llamarse
abominados a los desheredados, y observamos que este salmo es para la
que recibe la herencia34, la cual
añade la exultación de su esperanza, al decir: Por mi parte, entre la
multitud de tu compasión entraré a tu casa. «Entre la multitud de tu
compasión» quiere decir quizá entre la multitud de
los hombres perfectos y felices de los que constará aquella ciudad de la que
ahora está de parto la Iglesia y poco a poco [la] da a luz. Por otra parte, que
a los muchos hombres regenerados y perfectos se los llama con razón
«muchedumbre de la compasión de Dios» ¿quién lo negará, pues
con toda verdad está dicho35: ¿Qué
es el hombre, porque te acuerdas de él, o el hijo de hombre, porque le visitas?36
Entraré
en tu casa: se quiso
decir, creo, cual piedra en un edificio. En efecto, ¿qué otra cosa es la
casa de Dios37 sino
el templo de Dios, acerca del cual está dicho38: Pues
santo es el templo de Dios, que sois vosotros?39 Y la
piedra angular de este edificio es40 ese
al que ha asumido la Fuerza coeterna con el Padre, y la Sabiduría de
Dios41.
9. Adoraré hacia tu santo
templo con tu temor. «Hacia el templo» lo entendemos
como «cerca del templo», pues no asevera «en tu santo templo», sino «hacia
tu santo templo». También ha de entenderse que se ha dicho no acerca de la
perfección, sino acerca del progreso hacia la perfección, de modo que la
perfección la indica aquello: Entraré en tu casa42. Pero,
«para que esto ocurra», afirma, «antes adoraré hacia tu templo santo».
Y quizá por esto ha añadido «con tu temor», cosa que es gran
protección para quienes avanzan hacia la salvación. En cambio, cuando uno haya
llegado, se produce en él lo que está dicho43: El
amor consumado echa fuera el temor44, ya que,
cuando se les haya llevado a lo que ha sido prometido, ya no temen al amigo
[esos] a quienes se ha dicho45: Ya
no os llamaré esclavos, sino amigos46.
10. [v.9—10] Señor, guíame según tu
justicia a causa de mis enemigos. Bastante claramente ha expresado aquí que él
está en marcha, esto es, en avance hacia la perfección, aún no en la perfección
misma, cuando desea vivamente ser guiado. Ahora bien, según tu justicia, no
según la que parece a los hombres. En efecto, incluso devolver mal por mal47 parece
justicia, pero no es la de ese acerca del que está dicho48 «el
cual hace salir su sol sobre buenos y malos»49, porque,
incluso cuando Dios castiga a los pecadores no les infiere un mal de él, sino
que los abandona a los males de ellos: He ahí, afirma, llevó
en el seno injusticia, concibió fatiga y parió iniquidad; abrió un foso y lo
excavó y cayó a la fosa que hizo; se volverá contra su cabeza su dolor y a su
coronilla bajará su iniquidad50. Cuando,
pues, Dios castiga, a los que dejan de lado la ley los castiga como juez que no
les infiere desde sí mismo un mal, sino que para colmar la totalidad de las
desdichas los expulsa a lo que han elegido. El hombre, en cambio, cuando
devuelve mal por mal, lo hace con mal deseo y, por eso, cuando quiere castigar
a un malvado, el primer malvado es él mismo.
11. Dirige en tu presencia mi
ruta. Está más que claro que él pone de relieve este tiempo en que
progresa. En efecto, la ruta es esta: la que se recorre no por los lugares de
las regiones, sino con los afectos de los ánimos. En tu
presencia, afirma, dirige mi ruta, esto es, donde no
ve ninguno de los hombres, a los cuales no hay que creer ni cuando alaban, ni
cuando censuran, pues de ningún modo pueden juzgar acerca de la conciencia
ajena, en la que la ruta se dirige hacia Dios. Por eso ha añadido: Porque
no hay verdad en su boca de esos a los que no hay que creer cuando
juzgan, y por eso hay que refugiarse en la conciencia y en la presencia de
Dios. Su corazón es vano. ¿Cómo, pues, puede haber verdad
en la boca de esos cuyo corazón se engaña en cuanto al pecado y al
castigo del pecado? De esto disuade a los hombres la frase «¿para qué amáis
la vaciedad y buscáis la mentira?»51.
12. [v.11] Sepulcro abierto
es su garganta. Puede referirse a indicar la avidez, a causa de la
cual los hombres mienten muchas veces con la adulación. Y admirablemente ha
dicho «sepulcro abierto», porque esa voracidad tiene siempre
abierta la boca, no como los sepulcros, a los que, recibidos los cadáveres, se
guarnece. También puede entenderse esto: con mentira y blanda adulación tiran
hacia sí de esos a los que arrastran hacia los pecados, y los devoran, digamos,
cuando los convierten a su plan de vida. Porque a quienes sucede esto mueren
por el pecado, a quienes los inducen se los ha llamado con razón sepulcros
abiertos, porque precisamente ellos, no teniendo la vida de la verdad, están
exánimes y en sí acogen a quienes, matados con palabras mendaces y corazón vano52, los
transforman en ellos mismos. Con sus lenguas actuaban
dolosamente, esto es, con lenguas malas. Efectivamente, esto parece
indicar cuando dice «sus», pues los malos tienen lenguas
malas, esto es, hablan maldades cuando engañan. A ellos dice el Señor: Puesto
que sois malos ¿cómo podéis hablar cosas buenas?53
13. Júzgalos, Dios; fracasen por
sus pensamientos. Es profecía, no maldición, pues no desea que ocurra, sino
que percibe qué va a ocurrir. De hecho, les sucede no porque parezcan haberlo
deseado, sino porque son de tal ralea, que merecidamente les sucede. En efecto,
así también, lo que dice después, Alégrense todos los que esperan en ti54, lo
dice por profecía55, porque
percibe que van a alegrarse. Así está dicho56 por
profecía: Despierta tu poder y ven57, porque
veía que iba a venir. Sin embargo, lo que está dicho58 «fracasen
por sus pensamientos», puede interpretarse también de este modo: que se crea,
más bien, que lo deseado atinadamente por él, mientras caen por sus
pensamientos malos, es esto: que ya no piensen en maldades. Pero veta
entenderlo así lo que sigue: expúlsalos. En efecto, de ningún modo
puede tomarse en buen sentido, cuando uno es expulsado por Dios. Por tanto, se
entiende dicho por profecía, no por malevolencia, cuando se dice lo
que inevitablemente ha de ocurrir a quienes hayan decidido perseverar en los
pecados que se han mencionado. «Fracasen, pues, por
sus pensamientos» quiere decir: fracasen, al
acusarlos sus pensamientos, al dar testimonio su conciencia, como dice el
Apóstol: Y de los pensamientos que los acusarán o defenderán en la
revelación del justo juicio de Dios59.
14. Según la multitud de sus
impiedades expúlsalos, esto es, expúlsalos lejos. En
efecto, «según la multitud de sus impiedades» significa que
sean expulsados mucho. Los impíos, pues, son expulsados de esa herencia que se
posee entendiendo y viendo a Dios, como los ojos enfermizos son expulsados del
fulgor de la luz, cuando para ellos es un tormento lo que para los otros es una
alegría. Ellos, pues, no se levantarán de mañana y60 verán.
Esta expulsión es tan gran castigo cuanto es grande ese premio acerca del cual
se dice: En cambio, para mí lo bueno es adherirme a Dios61. A este
castigo es contrario «entra al gozo de tu Señor»62, porque
a esta expulsión es similar: Arrojadlo a las tinieblas exteriores63.
15. Porque te amargaron, Señor.
Afirma: Yo soy el pan que ha bajado del cielo64, y «Trabajad
por la comida que no se corrompe»65, y «Gustad
y ved que el Señor es dulce»66. Pues
bien, para los pecadores es amargo el pan de la verdad. Por eso odian la boca
del que dice verdades. Amargaron, pues, a Dios esos que
pecando cayeron en esta enfermedad: la de no poder ellos soportar, cual si
fuese de hiel, el alimento de la verdad, con el que disfrutan las almas sanas.
16. [v.12] Y alégrense
todos los que esperan en ti, evidentemente, aquellos para quienes, al
gustarlo, el Señor es dulce67. Por la
eternidad se regocijarán y habitarás en ellos. Ese eterno regocijo será,
cuando los justos serán hechos templo de Dios, y el gozo de ellos será el
morador mismo de ellos68. Y
se gloriarán en ti todos los que aman tu nombre, como cuando está presente
a ellos para que disfruten de lo que aman. Y atinadamente [dice] «en
ti», como quienes poseen la herencia a la que hace referencia el
título del salmo, pues precisamente ellos son su herencia, cosa que indican
[las palabras] «habitarás en ellos». Alejados de este bien se
mantiene a esos a quienes Dios expulsa según la multitud de sus
impiedades69.
17. [v.13] Porque tú
bendecirás al justo. La bendición es esta: gloriarse en Dios y ser habitado
por Dios70. Esa
santificación se concede a los justos; pero, para que sean justificados,
precede la llamada71, que no
es de los méritos, sino de la gracia de Dios72,
pues todos pecaron y carecen de la gloria de Dios73. En
efecto, a los que llamó, a estos también los justificó; por otra parte,
a los que justificó, a estos también los glorificó74. Porque,
pues, la llamada no es de nuestros méritos, sino de la
benevolencia y misericordia de Dios75, ha
dicho acto seguido: Señor, nos has coronado como con el escudo de tu
buena voluntad. En efecto, la buena voluntad de Dios precede a nuestra
buena voluntad, para llamar a enmienda a los pecadores76. Y estas
son las armas con que se vence al enemigo contra el que se dice: ¿Quién
acusará frente a los elegidos de Dios?77, y «Si
Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no tuvo miramiento con
su Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros78. En efecto,
si cuando éramos aún enemigos, Cristo murió por nosotros, mucho más,
reconciliados, mediante él seremos puestos a salvo de la ira79. Este
es el invictísimo escudo con el que se rechaza al enemigo, que con multitud de
tribulaciones y tentaciones sugiere la desesperanza de la salvación.
18. Entero, pues, el texto del
salmo es oración para ser escuchada: desde eso que está escrito80 «Señor,
escucha mis palabras», hasta «Rey mío y Dios mío»81.
Después, [es] interpretación de las cosas que ponen trabas para ver a Dios,
esto es, para que conozca haber sido escuchada: desde eso que está
escrito, «porque a ti suplicaré, Señor, de mañana escucharás mi
voz», hasta «el Señor abominará al hombre sanguinario y
doloso»82. En
tercer lugar, espera que ella será la casa de Dios, y ahora acercarse a esta
con temor, antes de la consumación que expulsa al temor83: desde
eso que está escrito, «por mi parte, entre la multitud de tu
compasión», hasta «adoraré hacia tu santo templo con tu temor»84. En
cuarto lugar, ora para que a ella, que avanza y progresa entre esas cosas
mismas respecto a las que siente que le ponen trabas, se la ayude
interiormente, donde ningún hombre ve, para que no la desvíen las malas
lenguas: desde eso que está escrito, «Señor, guíame en tu justicia, a
causa de mis enemigos», hasta «con sus lenguas actuaban
dolosamente»85. En
quinto lugar es profecía: qué castigo aguarda a los impíos, siendo así
que el justo se salvará a duras penas86, y qué
premio van a conseguir los justos que, llamados, vinieron, y que, mientras eran
conducidos [al premio], soportaron virilmente todo: desde eso que está
escrito, «júzgalos, Dios», hasta el final del salmo87.
Traducción: José Cosgaya García, OSA
Revisión: Pío de Luis Vizcaíno, OSA
CITAS:
1 Rm 5,1
2 Mt 5,4
3 Sal 141,6
4 Sal 15,5
5 Sal 2,8
6 Sal 5,2
7 Mt 1,22
8 Jn 14,6
9 Rm 11,36
10 Sal 5,2
11 Sal 5,5
12 Rm 8,24
13 Sal 5,2
14 Sal 3,7
15 Dt 13,3
16 Mt 5,8
17 Gn 1,5
18 Gn 1,5
19 Pr 26,28 LXX
20 Ex 1,19
21 Ex 1,9
22 Mt 5,48
23 Mt 5,31
24 Mt 5,37
25 Col 1,28
26 Ga 6,1
27 Mt 4,4
28 Sab 1,11
29 2Co 13,8
30 Si 1,36
31 Jn 16,12
32 1Co 3,1
33 Sal 5,7
34 Sal 5 título
35 Hb 7,9
36 Sal 8,5
37 Esd 5,15
38 Mt 5,31
39 1Co 3,17
40 Hch 4,11
41 1Co 1,24
42 Sal 5,8
43 Mt 1, 22
44 1Jn 4,18
45 Jue 15,6
46 Jn 15,15
47 1Ts 5,15
48 Mt 5,31
49 Mt 5,45
50 Sal 7,15-17
51 Sal 4,3
52 Sal 5,10
53 Mt 12,34
54 Sal 5,12
55 1Tm 4,14
56 Mt 5,31
57 Sal 79,3
58 Mt 1,22
59 Rm 2,15-16
60 Sal 5,5
61 Sal 72,38
62 Mt 25,21
63 Mt 25,30
64 Jn 6,41
65 Jn 6,27
66 Sal 33,9
67 Sal 33,9
68 Ap 21,3
69 Sal 5,11
70 Sal 5,12
71 Rm 11,29
72 Ef 3,2
73 Rm 3,23
74 Rm 8,30
75 Lc 1,78
76 Lc 5,32
77 Rm 8,33
78 Rm 8,31
79 Rm 8,10.8.9
80 Lc 20,17
81 Sal 5,2-3
82 Sal 5,4-5
83 1Jn 4,18
84 Sal 5,6-8
85 Sal 5,11
86 1P 4,18
87 Sal 5,11-13
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