martes, 8 de junio de 2021

SALMO 5: PARA LA QUE RECIBE LA HERENCIA Comentado por San Agustín de Hipona

 



EXPOSICIÓN DEL SALMO 5

Comentado por San Agustín de Hipona


1. [v.1] El título del salmo es: Para la que recibe la herencia. Se da, pues a entender la Iglesia, que mediante nuestro Señor Jesucristo1 recibe en herencia la vida eterna, para que posea a Dios mismo, adherida al cual sea dichosa, según aquello: Dichosos los mansos, porque esos mismos poseerán la tierra2. ¿Qué tierra sino esa de la que se dice: Mi esperanza eres tú, mi porción en la tierra de los vivientes3, y aquello más claro: El Señor [es] la parte de mi herencia y de mi copa4? A su vez, también a la Iglesia se la llama herencia, según aquello: Pídeme, y te daré en herencia tuya las naciones5. Herencia nuestra, pues, se llama a Dios, porque él nos alimenta y sostiene. Y se nos llama herencia de Dios, porque él nos administra y rige. Por eso, en este salmo está la voz de la Iglesia, llamada a la herencia para que ella misma venga a ser herencia del Señor.

2. [v.2] Escucha mis palabras, Señor. Llamada, [la Iglesia] llama al Señor para atravesar con su ayuda la maldad de este mundo y llegar a él. Entiende mi grito. Atinadamente muestra de qué clase es ese grito, cómo, [siendo] interior, desde la alcoba del corazón llega a Dios sin estrépito del cuerpo, pues la voz corporal se oye y, en cambio, la espiritual se entiende, aunque precisamente esto es el escuchar de Dios, no con el oído carnal, sino con la presencia de su majestad.

3. [v.3] Atiende a la voz de mi súplica, esto es, a esa voz respecto a la cual pide que Dios la entienda. Qué clase de voz es esta lo ha insinuado cuando ha dicho: Entiende mi grito6. Atiende a la voz de mi súplica, rey mío y Dios mío. Aunque el Hijo es Dios y el Padre es Dios y juntos el Padre y el Hijo son un solo Dios y, si se nos pregunta acerca del Espíritu Santo, no ha de responderse otra cosa sino que es Dios y, cuando se mencionan juntos el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, no ha de entenderse otra cosa que un solo Dios, sin embargo, las Escrituras suelen llamar rey al Hijo. Por consiguiente, según lo que está dicho7al Padre se va por mí8, con razón [dice] en primer lugar «rey mío», y después «Dios mío». Sin embargo, no ha dicho «atended», sino «atiende». En efecto, la fe católica proclama no dos o tres dioses, sino un solo Dios, la Trinidad misma, no de forma que a esta misma Trinidad se la pueda llamar unas veces Padre, otras Hijo, otras Espíritu Santo, como creyó Sabelio, sino de forma que el Padre no es sino Padre, y el Hijo no es sino Hijo, y el Espíritu Santo no es sino Espíritu Santo, y esta Trinidad no es sino un solo Dios, porque creemos que, cuando el Apóstol hubo dicho: Del cual, todo; mediante el cual, todo; en el cual todo9, dio a entender precisamente la Trinidad misma y, sin embargo, no añadió «a esos mismos la gloria», sino: A ese mismo la gloria.

4. [v.4] Porque a ti imploraré, Señor, de mañana escucharás mi voz. ¿Qué significa el hecho de que, como si ansiara ser escuchado en el presente, más arriba haya dicho «escucha»10, y ahora, en cambio, dice «de mañana escucharás», no «escucha», «a ti imploraré», no «a ti imploro» y, por último, «de mañana me levantaré para ti y veré»11, no «aparezco y veo»? A no ser que quizá su oración anterior muestre precisamente la invocación. Pues bien, a oscuras entre las borrascas de este siglo, se percata de que no ve lo que ansía y, sin embargo, no cesa de esperar, pues la esperanza que se ve no es esperanza12. Sin embargo, comprende por qué no ve: porque aún no ha pasado la noche, esto es, las tinieblas merecidas por los pecados.

Dice, pues: Porque a ti imploraré, Señor, esto es, porque tú, a quien imploraré, eres tan grande, de mañana escucharás mi voz. Afirma: no eres un cualquiera al que puedan ver aquellos de cuyos ojos no se ha retirado aún la noche de los pecados. Pasada, pues, la noche de mi error y tras retirarse las tinieblas que mediante mis pecados hice para mí, escucharás mi voz. ¿Por qué, pues, no dijo antes «escucharás», sino: escucha13? ¿Acaso, después de haber gritado «escucha» y de no haber sido escuchada, ha percibido qué es preciso que pase para poder ser escuchada? ¿O ha sido escuchada también antes, pero, porque aún no ve quién la escuchó, aún no entiende que ha sido escuchada, y quiso que lo que ahora asevera, de mañana escucharás, se entienda así, «de mañana entenderé que he sido escuchada»? Similar es este dicho, levántate, Señor14, esto es, «haz que me levante». Pero esto se interpreta acerca de la resurrección de Cristo. Ciertamente, aquello, Os tienta el Señor, Dios vuestro, para que sepa si le amáis15, con razón no puede interpretarse, sino «para que vosotros sepáis gracias a él, y a vosotros mismos se os manifieste cuánto habéis progresado en su amor».

5. [v.5—7] De mañana me levantaré para ti y veré. ¿Qué significa «me levantaré», sino «no yaceré»? Por otra parte, ¿qué es yacer, sino descansar en la tierra, lo cual significa buscar en los placeres de la tierra la felicidad? Me levantaré, afirma, y veré. Si queremos ver a Dios, a quien contempla el corazón limpio16, no hemos de adherirnos a lo terreno. Porque tú no eres un Dios que quiera la iniquidad. No habitará junto a ti el maligno, ni los injustos permanecerán ante tus ojos. Odias a todos los que hacen la iniquidad, destruirás a todos los que hablan mentira. El Señor abominará al hombre sanguinario y doloso. Iniquidad, malignidad, mentira, homicidio, dolo y cualquier cosa por el estilo son la noche misma, pasada la cual, acontece la mañana17, para que se vea a Dios. Ha expuesto, pues, la causa de por qué de mañana se levantará y verá; afirma: Porque tú no eres un Dios que quiera la iniquidad. En efecto, si fuese un Dios que quisiera la iniquidad, también los inicuos podrían verle, de modo que no se le vería de mañana, esto es, cuando hubiera pasado la noche de la iniquidad.

6. No habitará junto a ti el maligno, esto es, no verá de modo que se [te] adhiera. Sigue «ni los injustos permanecerán ante tus ojos», precisamente porque la luz de la verdad hace que los ojos de ellos, esto es, su mente, [la] rechacen a causa de las tinieblas de los pecados, por cuya costumbre no pueden [los injustos] aguantar el fulgor de la inteligencia recta. Quienes, pues, incluso ven a veces, esto es, quienes comprenden la verdad y, sin embargo, aún son injustos, no permanecen en ella, por amar lo que aparta de la verdad. En efecto, llevan consigo su noche, esto es, no sólo la costumbre de pecar, sino también el amor [a pecar]. Si hubiere pasado esa noche, esto es, si hubieren dejado de pecar y fueren ahuyentados ese amor y esa costumbre, acontece la mañana18, de modo que ya no solo entienden la verdad, sino que se adhieren a ella.

7. Odias a todos los que hacen la iniquidad. El odio de Dios ha de entenderse conforme a ese dicho según el cual todo pecador odia la verdad19. En efecto, parece que también ella odia a quienes no permite permanecer en ella. Pues bien, no permanecen quienes no pueden aguantarla. Destruirás a todos los que hablan mentira, pues esta es contraria a la verdad. Pero, para que nadie suponga que hay alguna sustancia o naturaleza opuesta a la verdad, entienda que la mentira tiene que ver con lo que no es, no con lo que es. En efecto, si se dice lo que es, se dice la verdad; si, en cambio, se dice lo que no es, es mentira. Afirma «destruirás a todos los que hablan mentira», precisamente porque, al apartarse de lo que es, se inclinan hacia lo que no es.

Ciertamente, se ven muchas mentiras en pro del bienestar y de la utilidad de alguien, no por malicia, sino por benignidad, cual la de las comadronas en el Éxodo, que contaron al Faraón una falsedad20, para que no se matase a los bebés de los hijos de Israel21. Pero incluso a esas [mentiras] se las alaba no por el hecho, sino por su naturaleza, porque quienes mienten solo de este modo, merecerán ser librados, por fin, de toda clase de mentira. Efectivamente, ni siquiera esas mentiras se encuentran en los que son perfectos22, a los cuales está dicho23En vuestra boca esté «sí, sí; no, no». Cualquier cosa que es algo más, viene del Malo24. Y para que nadie estime que el hombre perfecto25 y espiritual26 debe mentir en pro de esta vida temporal, en cuya muerte no se mata al alma, ni la suya ni la del otro, no sin razón está escrito27 en otro lugar: Boca que miente mata al alma28. Pero, porque una cosa es mentir y otra ocultar la verdad, ya que una cosa es decir falsedad y otra callar la verdad, si quizá alguien no quiere entregar a un hombre ni siquiera a esta muerte visible, debe estar dispuesto a ocultar la verdad, no a decir falsedad, para no entregarlo ni mentir, de modo que ni lo entregue ni diga mentira para no matar su alma en pro del cuerpo de otro. Ahora bien, si aún no puede esto, al menos tenga solas las mentiras de esta necesidad, para merecer ser librado también de esas, si quedasen solas, y recibir la robustez del Espíritu Santo, para despreciar con ella cualquier cosa que hay que padecer en pro de la verdad29.

Dos son, en total, los géneros de mentira en que no hay gran culpa, pero en todo caso no están sin culpa: cuando o bromeamos o, para ser útiles, mentimos. El primero, en bromeando, no es perniciosísimo, precisamente porque no engaña, pues ese a quien se le dice sabe que se ha dicho para bromear. Por su parte, el segundo es más leve, precisamente porque conserva alguna benevolencia. En cambio, a la que no tiene corazón doble30, ni siquiera hay que llamarla mentira, como, por ejemplo, si se encomienda a uno una espada y promete que va a devolverla cuando la haya reclamado el que se la encomendó: si quizá exige furioso su espada, es evidente que no ha de devolverse entonces, no sea que, mientras se le restituye la cordura, se mate él o mate a otros. Aquel no tiene corazón doble, precisamente porque ese a quien se encomendó la espada, no pensaba, cuando prometía que iba a devolverla al que la reclamaba, que podría exigirla furioso.

También ocultaron la verdad el Señor, cuando a los discípulos aún no capaces dijo «mucho tengo para deciros, pero ahora no podéis cargar con ello»31, y el apóstol Pablo cuando asevera: No pude hablaros cual a espirituales, sino cual a carnales32. Por eso es evidente que silenciar a veces la verdad no es de censurar, y que, en cambio, no resulta que se haya permitido a los perfectos decir falsedad.

8. [v.8] El Señor abominará al hombre sanguinario y doloso. Con razón puede parecer repetido lo que más arriba asevera, odias a todos los que hacen la iniquidad, destruirás a todos los que hablan mentira33, de modo que «hombre sanguinario» lo refieras al que hace la iniquidad y, en cambio, «doloso» «mentira», pues hay dolo, cuando se hace una cosa y se simula otra. Y ha usado el verbo apropiado, que asevera: abominará. En efecto, suele llamarse abominados a los desheredados, y observamos que este salmo es para la que recibe la herencia34, la cual añade la exultación de su esperanza, al decir: Por mi parte, entre la multitud de tu compasión entraré a tu casa. «Entre la multitud de tu compasión» quiere decir quizá entre la multitud de los hombres perfectos y felices de los que constará aquella ciudad de la que ahora está de parto la Iglesia y poco a poco [la] da a luz. Por otra parte, que a los muchos hombres regenerados y perfectos se los llama con razón «muchedumbre de la compasión de Dios» ¿quién lo negará, pues con toda verdad está dicho35¿Qué es el hombre, porque te acuerdas de él, o el hijo de hombre, porque le visitas?36

Entraré en tu casa: se quiso decir, creo, cual piedra en un edificio. En efecto, ¿qué otra cosa es la casa de Dios37 sino el templo de Dios, acerca del cual está dicho38Pues santo es el templo de Dios, que sois vosotros?39 Y la piedra angular de este edificio  es40 ese al que ha asumido la Fuerza coeterna con el Padre, y la Sabiduría de Dios41.

9. Adoraré hacia tu santo templo con tu temor. «Hacia el templo» lo entendemos como «cerca del templo», pues no asevera «en tu santo templo», sino «hacia tu santo templo». También ha de entenderse que se ha dicho no acerca de la perfección, sino acerca del progreso hacia la perfección, de modo que la perfección la indica aquello: Entraré en tu casa42. Pero, «para que esto ocurra», afirma, «antes adoraré hacia tu templo santo». Y quizá por esto ha añadido «con tu temor», cosa que es gran protección para quienes avanzan hacia la salvación. En cambio, cuando uno haya llegado, se produce en él lo que está dicho43El amor consumado echa fuera el temor44, ya que, cuando se les haya llevado a lo que ha sido prometido, ya no temen al amigo [esos] a quienes se ha dicho45Ya no os llamaré esclavos, sino amigos46.

10. [v.9—10] Señor, guíame según tu justicia a causa de mis enemigos. Bastante claramente ha expresado aquí que él está en marcha, esto es, en avance hacia la perfección, aún no en la perfección misma, cuando desea vivamente ser guiado. Ahora bien, según tu justicia, no según la que parece a los hombres. En efecto, incluso devolver mal por mal47 parece justicia, pero no es la de ese acerca del que está dicho48 «el cual hace salir su sol sobre buenos y malos»49, porque, incluso cuando Dios castiga a los pecadores no les infiere un mal de él, sino que los abandona a los males de ellos: He ahí, afirma, llevó en el seno injusticia, concibió fatiga y parió iniquidad; abrió un foso y lo excavó y cayó a la fosa que hizo; se volverá contra su cabeza su dolor y a su coronilla bajará su iniquidad50. Cuando, pues, Dios castiga, a los que dejan de lado la ley los castiga como juez que no les infiere desde sí mismo un mal, sino que para colmar la totalidad de las desdichas los expulsa a lo que han elegido. El hombre, en cambio, cuando devuelve mal por mal, lo hace con mal deseo y, por eso, cuando quiere castigar a un malvado, el primer malvado es él mismo.

11. Dirige en tu presencia mi ruta. Está más que claro que él pone de relieve este tiempo en que progresa. En efecto, la ruta es esta: la que se recorre no por los lugares de las regiones, sino con los afectos de los ánimos. En tu presencia, afirma, dirige mi ruta, esto es, donde no ve ninguno de los hombres, a los cuales no hay que creer ni cuando alaban, ni cuando censuran, pues de ningún modo pueden juzgar acerca de la conciencia ajena, en la que la ruta se dirige hacia Dios. Por eso ha añadido: Porque no hay verdad en su boca de esos a los que no hay que creer cuando juzgan, y por eso hay que refugiarse en la conciencia y en la presencia de Dios. Su corazón es vano. ¿Cómo, pues, puede haber verdad en la boca de esos cuyo corazón se engaña en cuanto al pecado y al castigo del pecado? De esto disuade a los hombres la frase «¿para qué amáis la vaciedad y buscáis la mentira?»51.

12. [v.11] Sepulcro abierto es su garganta. Puede referirse a indicar la avidez, a causa de la cual los hombres mienten muchas veces con la adulación. Y admirablemente ha dicho «sepulcro abierto», porque esa voracidad tiene siempre abierta la boca, no como los sepulcros, a los que, recibidos los cadáveres, se guarnece. También puede entenderse esto: con mentira y blanda adulación tiran hacia sí de esos a los que arrastran hacia los pecados, y los devoran, digamos, cuando los convierten a su plan de vida. Porque a quienes sucede esto mueren por el pecado, a quienes los inducen se los ha llamado con razón sepulcros abiertos, porque precisamente ellos, no teniendo la vida de la verdad, están exánimes y en sí acogen a quienes, matados con palabras mendaces y corazón vano52, los transforman en ellos mismos. Con sus lenguas actuaban dolosamente, esto es, con lenguas malas. Efectivamente, esto parece indicar cuando dice «sus», pues los malos tienen lenguas malas, esto es, hablan maldades cuando engañan. A ellos dice el Señor: Puesto que sois malos ¿cómo podéis hablar cosas buenas?53

13. Júzgalos, Dios; fracasen por sus pensamientos. Es profecía, no maldición, pues no desea que ocurra, sino que percibe qué va a ocurrir. De hecho, les sucede no porque parezcan haberlo deseado, sino porque son de tal ralea, que merecidamente les sucede. En efecto, así también, lo que dice después, Alégrense todos los que esperan en ti54, lo dice por profecía55, porque percibe que van a alegrarse. Así está dicho56 por profecíaDespierta tu poder y ven57, porque veía que iba a venir. Sin embargo, lo que está dicho58 «fracasen por sus pensamientos», puede interpretarse también de este modo: que se crea, más bien, que lo deseado atinadamente por él, mientras caen por sus pensamientos malos, es esto: que ya no piensen en maldades. Pero veta entenderlo así lo que sigue: expúlsalos. En efecto, de ningún modo puede tomarse en buen sentido, cuando uno es expulsado por Dios. Por tanto, se entiende dicho por profecía, no por malevolencia, cuando se dice lo que inevitablemente ha de ocurrir a quienes hayan decidido perseverar en los pecados que se han mencionado. «Fracasen, pues, por sus pensamientos» quiere decir: fracasen, al acusarlos sus pensamientos, al dar testimonio su conciencia, como dice el Apóstol: Y de los pensamientos que los acusarán o defenderán en la revelación del justo juicio de Dios59.

14. Según la multitud de sus impiedades expúlsalos, esto es, expúlsalos lejos. En efecto, «según la multitud de sus impiedades» significa que sean expulsados mucho. Los impíos, pues, son expulsados de esa herencia que se posee entendiendo y viendo a Dios, como los ojos enfermizos son expulsados del fulgor de la luz, cuando para ellos es un tormento lo que para los otros es una alegría. Ellos, pues, no se levantarán de mañana y60 verán. Esta expulsión es tan gran castigo cuanto es grande ese premio acerca del cual se dice: En cambio, para mí lo bueno es adherirme a Dios61. A este castigo es contrario «entra al gozo de tu Señor»62, porque a esta expulsión es similar: Arrojadlo a las tinieblas exteriores63.

15. Porque te amargaron, Señor. Afirma: Yo soy el pan que ha bajado del cielo64, y «Trabajad por la comida que no se corrompe»65, y «Gustad y ved que el Señor es dulce»66. Pues bien, para los pecadores es amargo el pan de la verdad. Por eso odian la boca del que dice verdades. Amargaron, pues, a Dios esos que pecando cayeron en esta enfermedad: la de no poder ellos soportar, cual si fuese de hiel, el alimento de la verdad, con el que disfrutan las almas sanas.

16. [v.12] Y alégrense todos los que esperan en ti, evidentemente, aquellos para quienes, al gustarlo, el Señor es dulce67. Por la eternidad se regocijarán y habitarás en ellos. Ese eterno regocijo será, cuando los justos serán hechos templo de Dios, y el gozo de ellos será el morador mismo de ellos68Y se gloriarán en ti todos los que aman tu nombre, como cuando está presente a ellos para que disfruten de lo que aman. Y atinadamente [dice] «en ti», como quienes poseen la herencia a la que hace referencia el título del salmo, pues precisamente ellos son su herencia, cosa que indican [las palabras] «habitarás en ellos». Alejados de este bien se mantiene a esos a quienes Dios expulsa según la multitud de sus impiedades69.

17. [v.13] Porque tú bendecirás al justo. La bendición es esta: gloriarse en Dios y ser habitado por Dios70. Esa santificación se concede a los justos; pero, para que sean justificados, precede la llamada71, que no es de los méritos, sino de la gracia de Dios72, pues todos pecaron y carecen de la gloria de Dios73En efecto, a los que llamó, a estos también los justificó; por otra parte, a los que justificó, a estos también los glorificó74. Porque, pues, la llamada no es de nuestros méritos, sino de la benevolencia y misericordia de Dios75, ha dicho acto seguido: Señor, nos has coronado como con el escudo de tu buena voluntad. En efecto, la buena voluntad de Dios precede a nuestra buena voluntad, para llamar a enmienda a los pecadores76. Y estas son las armas con que se vence al enemigo contra el que se dice: ¿Quién acusará frente a los elegidos de Dios?77, y «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no tuvo miramiento con su Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros78. En efecto, si cuando éramos aún enemigos, Cristo murió por nosotros, mucho más, reconciliados, mediante él seremos puestos a salvo de la ira79Este es el invictísimo escudo con el que se rechaza al enemigo, que con multitud de tribulaciones y tentaciones sugiere la desesperanza de la salvación.

18. Entero, pues, el texto del salmo es oración para ser escuchada: desde eso que está escrito80 «Señor, escucha mis palabras», hasta «Rey mío y Dios mío»81. Después, [es] interpretación de las cosas que ponen trabas para ver a Dios, esto es, para que conozca haber sido escuchada: desde eso que está escrito«porque a ti suplicaré, Señor, de mañana escucharás mi voz», hasta «el Señor abominará al hombre sanguinario y doloso»82. En tercer lugar, espera que ella será la casa de Dios, y ahora acercarse a esta con temor, antes de la consumación que expulsa al temor83: desde eso que está escrito, «por mi parte, entre la multitud de tu compasión», hasta «adoraré hacia tu santo templo con tu temor»84. En cuarto lugar, ora para que a ella, que avanza y progresa entre esas cosas mismas respecto a las que siente que le ponen trabas, se la ayude interiormente, donde ningún hombre ve, para que no la desvíen las malas lenguas: desde eso que está escrito, «Señor, guíame en tu justicia, a causa de mis enemigos», hasta «con sus lenguas actuaban dolosamente»85. En quinto lugar es profecía: qué castigo aguarda a los impíos, siendo así que el justo se salvará a duras penas86, y qué premio van a conseguir los justos que, llamados, vinieron, y que, mientras eran conducidos [al premio], soportaron virilmente todo: desde eso que está escrito«júzgalos, Dios», hasta el final del salmo87.


Traducción: José Cosgaya García, OSA

Revisión: Pío de Luis Vizcaíno, OSA



CITAS:

1 Rm 5,1

2 Mt 5,4

3 Sal 141,6

4 Sal 15,5

5 Sal 2,8

6 Sal 5,2

7 Mt 1,22

8 Jn 14,6

9 Rm 11,36

10 Sal 5,2

11 Sal 5,5

12 Rm 8,24

13 Sal 5,2

14 Sal 3,7

15 Dt 13,3

16 Mt 5,8

17 Gn 1,5

18 Gn 1,5

19 Pr 26,28 LXX

20 Ex 1,19

21 Ex 1,9

22 Mt 5,48

23 Mt 5,31

24 Mt 5,37

25 Col 1,28

26 Ga 6,1

27 Mt 4,4

28 Sab 1,11

29 2Co 13,8

30 Si 1,36

31 Jn 16,12

32 1Co 3,1

33 Sal 5,7

34 Sal 5 título

35 Hb 7,9

36 Sal 8,5

37 Esd 5,15

38 Mt 5,31

39 1Co 3,17

40 Hch 4,11

41 1Co 1,24

42 Sal 5,8

43 Mt 1, 22

44 1Jn 4,18

45 Jue 15,6

46 Jn 15,15

47 1Ts 5,15

48 Mt 5,31

49 Mt 5,45

50 Sal 7,15-17

51 Sal 4,3

52 Sal 5,10

53 Mt 12,34

54 Sal 5,12

55 1Tm 4,14

56 Mt 5,31

57 Sal 79,3

58 Mt 1,22

59 Rm 2,15-16

60 Sal 5,5

61 Sal 72,38

62 Mt 25,21

63 Mt 25,30

64 Jn 6,41

65 Jn 6,27

66 Sal 33,9

67 Sal 33,9

68 Ap 21,3

69 Sal 5,11

70 Sal 5,12

71 Rm 11,29

72 Ef 3,2

73 Rm 3,23

74 Rm 8,30

75 Lc 1,78

76 Lc 5,32

77 Rm 8,33

78 Rm 8,31

79 Rm 8,10.8.9

80 Lc 20,17

81 Sal 5,2-3

82 Sal 5,4-5

83 1Jn 4,18

84 Sal 5,6-8

85 Sal 5,11

86 1P 4,18

87 Sal 5,11-13


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