viernes, 14 de enero de 2022

EL SINGULAR DIOS DE BARUCH SPINOZA Y DE ALBERT EINSTEIN. Por Pacomio


Por Pacomio

Baruch Spinoza (1632 - 1677 d. C.), filósofo judío-holandés, el cual creía en que todo lo que rodea al hombre era Dios y que se manifiesta a través de la armonía de lo existente. ¿Por qué Einstein estaba tan vinculado a esta ideología religiosa?

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¿Qué es el mundo? ¿Por qué existe? ¿Algo o alguien lo hizo? ¿El universo ha existido siempre o tendrá fin? ¿Por qué junto a la felicidad existe el padecer y la muerte? ¿Hay otra vida después de esta? Son cuestiones que el hombre se ha preguntado desde que el hombre es hombre y que, a pesar de la revelación pública de Dios a la humanidad a través de los patriarcas y profetas y sobre todo de nuestro Señor Jesucristo y de sus apóstoles, aún a día de hoy, algunos siguen preguntándose lo mismo. Llevan toda su vida intentando encontrar las respuestas a todas esas preguntas, ya sea a través de alguna religión, del ocultismo o la ciencia terrenal.



El físico alemán Albert Einstein (1879-1955), un destacado científico judío alemán del siglo XX, siempre ha suscitado mucho interés entre aquellos que aún siguen buscando respuestas a estas preguntas. Pues bien, Einstein, según declaró en multitud de ocasiones, creía "en el Dios de Spinoza" pero, ¿a qué Dios se refería?

Baruch de Spinoza es considerado uno de los  racionalistas más influyentes de la filosofía del siglo XVII, junto con Descartes, Pascal y Leibniz, guardando las diferencias entre ellos, él panteísta, y los otros teístas cristianos. Sus reflexiones supusieron una profunda crítica a la visión clásica y ortodoxa de la religión judía, algo que derivó en su excomunión y destierro, así como la prohibición y censura de sus escritos por parte de su comunidad.

Su visión del mundo y de la fe se aproximan en gran medida al panteísmo, es decir, la idea de que lo sagrado es toda la naturaleza en sí misma. Esto básicamente quiere decir que Todo es Dios.

Aunque Spinoza fue repudiado por su forma de pensar, sus obras perduraron. Y no solo eso, sino que fueron abrazadas por mentalidades tan ilustres como la Albert Einstein. La postura y creencias religiosas del físico se aproximaban a la visión del Dios de Spinoza como algo que no nos dirige y castiga, sino que simplemente forma parte de todo y se manifiesta a través de este todo.

En algunas entrevistas a lo largo de su vida, Einstein manifestaría cierta dificultad para explicar sus creencias. De hecho, en una ocasión, cuando fue interrogado por el rabino Herbert S. Goldstein, sobre si creía en la existencia de Dios, este le contestó:

"Creo en el Dios de Spinoza, quien se revela así mismo en una armonía de lo existente, no en un Dios que se interesa por el destino y las acciones de los seres humanos".

Si bien no compartía la idea de un Dios personal, manifestó que consideraba que la mente humana no era capaz de comprender la totalidad del universo, ni cómo se organiza, a pesar de ser capaz de percibir la existencia de cierto orden y armonía.

En 1930, durante una entrevista publicada en el libro Glimpses of the Great de G. S. Viereck, el Premio Nobel se explayó aún más sobre este tema:

"Tu pregunta es la más difícil del mundo. No es algo que pueda responder con un simple sí o no. No soy ateo. No sé si puedo definirme como un panteísta. El problema en cuestión es demasiado vasto para nuestras mentes limitadas. ¿Puedo contestar con una parábola? La mente humana, no importa que tan entrenada esté, no puede abarcar el universo. Estamos en la posición del niño pequeño que entra a una inmensa biblioteca con cientos de libros de diferentes lenguas. El niño sabe que alguien debe de haber escrito esos libros. No sabe cómo o quién. No entiende los idiomas en los que esos libros fueron escritos. El niño percibe un plan definido en el arreglo de los libros, un orden misterioso, el cual no comprende, solo sospecha. Esa, me parece, es la actitud de la mente humana, incluso la más grande y culta, en torno a Dios. Vemos un universo maravillosamente arreglado que obedece ciertas leyes, pero apenas entendemos esas leyes".

"Nuestras mentes limitadas no pueden aprender la fuerza misteriosa que mueve a las constelaciones. Me fascina el panteísmo de Spinoza porque él es el primer filósofo que trata al alma y al cuerpo como si fueran uno mismo, no dos cosas separadas".

De ser una de las mentes científicas más sobresalientes, Einstein carecía de una buena filosofía y metafísica para ver la realidad más allá de lo material y natural, veía que ciencia y religión no se encuentran necesariamente enfrentadas, puesto que ambas persiguen el mismo fin: la búsqueda y entendimiento de la realidad, pero cada una por su lado, muy deísta su idea de la realidad.

Baruch y Einstein los unían muchas cosas, ambos de origen judío, no practicantes de su religión y de ninguna otra, cosmovisión panteísta y panenteísta, ateos que compartían el sentimiento religioso cósmico, en suma, creían en la ciencia material y en la suficiencia de este universo de auto perfeccionarse a sí mismo.

En 'La carta sobre Dios', subastada recientemente en el 2018 por Christie's por más de 2,5 millones de euros, Albert Einstein afirma, llevado de ideología modernista y progresista que, "la Biblia es una colección de leyendas venerables pero más bien primitivas" y que la religión judía es "una encarnación de la superstición primitiva".

De personas como Spinoza y Einstein la Sagrada Escritura nos dice en Romanos 2, 20-23. 25

«20 Porque lo invisible de Él, su eterno poder y su divinidad, se hacen notorios desde la creación del mundo, siendo percibidos por sus obras, de manera que no tienen excusa; 21 por cuanto conocieron a Dios y no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su insensato corazón fue oscurecido. 22 Diciendo ser sabios, se tornaron necios, 23 y trocaron la gloria del Dios incorruptible en imágenes que representan al hombre corruptible, aves, cuadrúpedos y reptiles.
... 25 Ellos trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y dieron culto a la creatura antes que al Creador...»

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