martes, 18 de enero de 2022

¿NUESTRA VIDA Y DESTINO PERSONAL ESTÁ PREDESTINADO POR DIOS? (1/ 8)


Por Sofronio y Pacomio

En este breve estudio analizaremos el dogma de la predestinación humana a la vida sobrenatural gracias a la redención de nuestro Señor Jesucristo.  La predestinación es en el saber de Dios el plan de la conducción de este hombre o de este ángel a su fin último como ser y criatura. Y este plan, a la vez pre-visto, ordenado y querido por Dios, es el que desde toda la eternidad de Dios determina los medios eficaces que con­ducirán a este hombre o a este ángel a su fin último sobrenatural.


Vamos a tratar, pues, de un dogma de fe definida y de artículos relacionados, cuya negación supondría una herejía.

Nota: Tienen el supremo grado de certeza - las verdades reveladas inmediatamente. El asenso de fe que a ellas se presta radica en la autoridad misma del Dios revelador (fides divina) y cuando la Iglesia garantiza con su proclamación que se hallan contenidas en la revelación (Escritura y Tradición), entonces dichas verdades se apoyan también en la autoridad del magisterio infalible de la Iglesia (fides catholica). Cuando son propuestas por medio de una definición solemne del Papa o de un concilio universal, entonces son verdades de fe definida (de fide definita). 

Oposiciones al dogma.

Niegan el dogma de la predestinación, y otros, los pelagianos que  buscan la razón de la predestinación solamente en el esfuerzo personal y en las buenas obras naturales del hombre, evidentemente cometen un error de juicio sobre la naturaleza del cielo, morada en que los ángeles, los santos y los bienaventurados gozan de la presencia de Dios que es un destino totalmente sobrenatural [imposible de acceder al hombre por naturaleza] . Puesto que lo pelagianos ponen toda la obra de la salvación en una base puramente natural (ver naturalismo), ven la predestinación en particular no como una gracia especial divina y mucho menos como la gracia suprema, sino como un premio por un mérito exclusivamente natural. Herejía extendida como una plaga entre los “católicos modernos" de hoy.

La niegan también los semipelagianos, que desprecian también la gratuidad y el carácter estrictamente sobrenatural de la felicidad eterna, puesto que atribuyen el principio de la fe [como acto y hábito] y la perseverancia final al ejercicio de la disposición y los dones naturales del hombre y no a la iniciativa de providencia o prevención de la gracia de Dios.  Herejía muy común entre los “católicos” practicantes.

Pero no son menos graves los errores que caen en un segundo grupo de errores haciendo a Dios el único responsable de todo y anulando la libre cooperación de la voluntad para obtener la felicidad eterna. Esto es lo que hacen los que defienden el predestinacionismo, incorporado en su forma más pura al calvinismo y al jansenismo.

Explicación del dogma

El proceso de la predestinación consiste en los siguientes cinco pasos: 

(a) la primera gracia de la vocación, especialmente la fe [creer en la doctrina de la fe y aceptarla íntegramente] como el principio, fundamento y raíz de la justificación [es la transformación del pecador del estado de iniquidad al estado de santidad y filiación de Dios];

(b) unas ciertas gracias adicionales, gracias actuales, para lograr con éxito la justificación; 

(c) la justificación en si misma como principio del estado de gracia y caridad [amor sobrenatural]

(d) la perseverancia final o al menos la gracia de una feliz muerte; 

(e) por fin, la admisión a la felicidad eterna.

Seguiremos, pues, el siguiente esquema, dedicando a cada capítulo un artículo:

  • La Doctrina de la Predestinación en la Suma Teológica: Santo Tomás de Aquino
  • Historia del dogma de la Predestinación. Patrología
  • Magisterio de la Iglesia católica. Denzinger
  • La síntesis tomista de la Predestinación: por Garrigou Lagrange
  • Definición y razones de la Predestinación de S. Tomás: por Garrigou Lagranje.
  • ¿Por qué razón Dios ha predestinado a éste y no a aquél?: por Garrigou Lagrange.
  • El grandísimo riesgo del molinismo: Por H. Echevarría y otros.
  • ¿Hay algún modo infalible de obtener la perseverancia final? Por Royo Marin.

Comencemos, pues, exponiendo la doctrina segurísima de Santo Tomás de Aquino, Doctor Común, esparcida en varios textos, de los que les presentamos los que nos han parecido más claros.

La doctrina sobre la predestinación en la Suma Teólogica

Santo Tomás de Aquino: Sobre la Predestinación,

Suma Teológica I (parte), q (cuestión) 23 art (artículos) 1 y 7


Artículo 1

Utrum homines praedestinentur a Deo
¿Los hombres son predestinados por Dios?

Objeciones

S. Th. I, q. 23 a. 1 obi. 1

Ad primum sic proceditur. Videtur quod homines non praedestinentur a Deo. Dicit enim Damascenus, in II libro, oportet cognoscere quod omnia quidem praecognoscit Deus, non autem omnia praedeterminat. Praecognoscit enim ea quae in nobis sunt; non autem praedeterminat ea. Sed merita et demerita humana sunt in nobis, inquantum sumus nostrorum actuum domini per liberum arbitrium. Ea ergo quae pertinent ad meritum vel demeritum, non praedestinantur a Deo. Et sic hominum praedestinatio tollitur.

1º Parece que los hombres no son predestinados por Dios: porque dice San Juan Damasceno Orth. Fid. l.2, c.30 Es necesario reconocer que Dios conoce de antemano todas las cosas; pero no las predetermina todas. Conoce de antemano cuanto hay en nosotros, mas no lo predetermina. Es así que nuestros méritos y deméritos son obra nuestra, pues que en virtud del libre albedrío somos dueños de nuestros actos. Luego lo que se refiere a merecer o desmerecer, no está predestinado por Dios; y por consiguiente no hay predestinación de los hombres.

S. Th. I, q. 23 a. 1 obi. 2

Praeterea, omnes creaturae ordinantur ad suos fines per divinam providentiam, ut supra dictum est. Sed aliae creaturae non dicuntur praedestinari a Deo. Ergo nec homines.

2º La Providencia ordena todas las criaturas a sus respectivos fines, como ya dicho S.Th.I, q.22, a. 1 y 2: pero no se dice que las otras criaturas sean predestinadas por Dios. Luego los hombres: tampoco.

S. Th. I, q. 23 a. 1 obi. 3

Praeterea, Angeli sunt capaces beatitudinis, sicut et homines. Sed Angelis non competit praedestinari, ut videtur, cum in eis nunquam fuerit miseria; praedestinatio autem est propositum miserendi, ut dicit Augustinus. Ergo homines non praedestinantur.

3º Los ángeles son capaces de bienaventuranza, así como los hombres: pero los ángeles no parece que sean predestinados, porque en ellos nunca hubo miseria; y la predestinación es un propósito de compadecerse, según San Agustín De praedest. Sanct. C.17; luego los hombres no son predestinados.

S. Th. I, q. 23 a. 1 obi. 4

Praeterea, beneficia hominibus a Deo collata, per spiritum sanctum viris sanctis revelantur, secundum illud apostoli, I Cor. II, nos autem non spiritum huius mundi accepimus, sed spiritum qui ex Deo est, ut sciamus quae a Deo donata sunt nobis. Si ergo homines praedestinarentur a Deo, cum praedestinatio sit Dei beneficium, esset praedestinatis nota sua praedestinatio. Quod patet esse falsum.

4º El Espíritu Santo revela a los Santos los beneficios otorgados por Dios a los hombres, según estas palabras del Apóstol I Cor. 2, 12: Nosotros no hemos recibido el espíritu de este mundo; sino el espíritu, que es de Dios, para que conozcamos las cosas, que Dios nos ha dado. Si pues los hombres fuesen predestinados por Dios; puesto que la predestinación es un beneficio de esto, debería ser conocida de los mismos predestinados: lo cual es notoriamente falso.

Por el contrario

S. Th. I, q. 23 a. 1 s. c.

Sed contra est quod dicitur Rom. VIII, quos praedestinavit, hos et vocavit.

Por el contrario, está escrito Rom. 8, 30: A los que predestinó, a ésos también llamó.

Conclusión (Abad de Aparicio)

Conclusión. Son predestinados los hombres por Dios, en cuanto preexiste en él la ordenación de todos, y la razón del tránsito de la criatura racional al último fin.

Solución

S. Th. I, q. 23 a. 1 co.

Respondeo dicendum quod Deo conveniens est homines praedestinare. Omnia enim divinae providentiae subiacent, ut supra ostensum est. Ad providentiam autem pertinet res in finem ordinare, ut dictum est. Finis autem ad quem res creatae ordinantur a Deo, est duplex. Unus, qui excedit proportionem naturae creatae et facultatem, et hic finis est vita aeterna, quae in divina visione consistit, quae est supra naturam cuiuslibet creaturae, ut supra habitum est. Alius autem finis est naturae creatae proportionatus, quem scilicet res creata potest attingere secundum virtutem suae naturae. Ad illud autem ad quod non potest aliquid virtute suae naturae pervenire, oportet quod ab alio transmittatur; sicut sagitta a sagittante mittitur ad signum. Unde, proprie loquendo, rationalis creatura, quae est capax vitae aeternae, perducitur in ipsam quasi a Deo transmissa. Cuius quidem transmissionis ratio in Deo praeexistit; sicut et in eo est ratio ordinis omnium in finem, quam diximus esse providentiam. Ratio autem alicuius fiendi in mente actoris existens, est quaedam praeexistentia rei fiendae in eo. Unde ratio praedictae transmissionis creaturae rationalis in finem vitae aeternae, praedestinatio nominatur, nam destinare est mittere. Et sic patet quod praedestinatio, quantum ad obiecta, est quaedam pars providentiae.

Responderemos que es propio de Dios predestinar a los hombres: porque, como queda demostrado S.Th.I, q.22, a.10, todos los seres están sometidos a la providencia divina, y a ésta pertenece ordenar los seres a su fin S.Th.I, q.23, a.1 y 2. Mas hay dos clases de fin, al que se ordenan los seres creados: uno, que excede la proporción y facultades naturales de la criatura, y éste es la vida eterna, que consiste en la visión de Dios, y que está sobre toda naturaleza creada, como se ha expuesto S.Th.I, q.12, a.4; y el otro fin es proporcionado a la naturaleza creada, el cual los seres creados pueden obtener por medio de sus facultades naturales. Cuando un ser no puede llegar a su fin por sus medios naturales, es necesario que sea llevado hacia dicho fin por otro ser, como la flecha es dirigida a su blanco por el que la dispara. Luego, propiamente hablando, la criatura racional, que es capaz de obtener la vida eterna, es conducida a ella como transportada por Dios: y la razón de esta transmisión preexiste en Dios, del mismo modo que la razón del orden de todos los seres a su fin, que ya hemos dicho ser la providencia. Mas la razón de haber de hacerse algo, que existe en la mente del agente, es cierta preexistencia del ser mismo en el autor. Por este motivo la razón de la antedicha transmisión de la criatura racional al fin de la vida eterna recibe el nombre de predestinación, puesto que destinar es enviar. Con esto aparece evidente que la predestinación, considerada bajo el punto de vista de su objeto, es como una parte de la providencia.

Respuesta a las objeciones

S. Th. I, q. 23 a. 1 ad 1

Ad primum ergo dicendum quod Damascenus nominat praedeterminationem impositionem necessitatis; sicut est in rebus naturalibus, quae sunt praedeterminatae ad unum. Quod patet ex eo quod subdit, non enim vult malitiam, neque compellit virtutem. Unde praedestinatio non excluditur.

Al argumento 1º diremos, que San Juan Damasceno llama predestinación a la imposición de la necesidad, cual la tienen las cosas naturales predeterminadas a un destino fijo, según claramente se comprueba por lo que a continuación añade: pues no quiere la malicia, ni compele a la virtud; lo cual, como se ve, no excluye la predestinación.

S. Th. I, q. 23 a. 1 ad 2

Ad secundum dicendum quod creaturae irrationales non sunt capaces illius finis qui facultatem humanae naturae excedit. Unde non proprie dicuntur praedestinari, etsi aliquando abusive praedestinatio nominetur respectu cuiuscumque alterius finis.

Al 2º que las criaturas irracionales no son capaces de aquel fin, que excede las facultades naturales del hombre; por cuya razón no se dice propiamente que sean predestinadas, por más que alguna vez por abuso se aplica la palabra predestinación relativamente a otro fin cualquiera.

S. Th. I, q. 23 a. 1 ad 3

Ad tertium dicendum quod praedestinari convenit Angelis, sicut et hominibus, licet nunquam fuerint miseri. Nam motus non accipit speciem a termino a quo, sed a termino ad quem, nihil enim refert, quantum ad rationem dealbationis, utrum ille qui dealbatur, fuerit niger aut pallidus vel rubeus. Et similiter nihil refert ad rationem praedestinationis, utrum aliquis praedestinetur in vitam aeternam a statu miseriae, vel non. Quamvis dici possit quod omnis collatio boni supra debitum eius cui confertur, ad misericordiam pertineat, ut supra dictum est.

Al 3º que a los ángeles conviene el ser predestinados, lo mismo que a los hombres, aunque aquéllos nunca hayan sido desgraciados; puesto que el movimiento no se especifica según su punto de partida, sino por el término, hacia el cual se dirige. Nada influye en el acto de blanquear, que el que ha de ser blanqueado, haya sido antes negro, o pálido, o rojo. Asimismo en nada afecta a la esencia de la predestinación que el predestinado a la vida eterna pase a ella de la miseria o no. Esto no obstante, puede decirse que toda concesión de un bien superior a lo que es debido a aquél, a quien se confiere, es un efecto de la misericordia, conforme a lo dicho S.Th.I, q.21, a. 3 y 4.

S. Th. I, q. 23 a. 1 ad 4

Ad quartum dicendum quod, etiam si aliquibus ex speciali privilegio sua praedestinatio reveletur, non tamen convenit ut reveletur omnibus, quia sic illi qui non sunt praedestinati, desperarent; et securitas in praedestinatis negligentiam pareret.

Al 4º que, si bien por un privilegio especial a algunos hombres se les ha revelado su predestinación, no es conveniente que a todos se les revele: porque así los que no están predestinados se desesperarían; en tanto que los que tuvieran esa seguridad se harían negligentes.


Artículo 7

Utrum numerus praedestinatorum sit certus
¿El número de los predestinados es cierto?

Objeciones

S. Th. I, q. 23 a. 7 obi. 1

Ad septimum sic proceditur. Videtur quod numerus praedestinatorum non sit certus. Numerus enim cui potest fieri additio, non est certus. Sed numero praedestinatorum potest fieri additio, ut videtur, dicitur enim Deut. I, dominus Deus noster addat ad hunc numerum multa millia; Glossa, idest definitum apud Deum, qui novit qui sunt eius. Ergo numerus praedestinatorum non est certus.

1º Parece que el número de los predestinados no es cierto; porque un número, que puede ser aumentado, no es cierto. Mas parece que se puede aumentar el número de los predestinados, según estas palabras del Deuteronomio Deut. 1,11: El Señor Dios nuestro añada a este número muchos miles; y la glosa dice que el citado número era el decretado por Dios, que conoce a los que son suyos. Luego el número de los predestinados no es cierto.

S. Th. I, q. 23 a. 7 obi. 2

Praeterea, non potest assignari ratio quare magis in hoc numero quam in alio, Deus homines praeordinet ad salutem. Sed nihil a Deo sine ratione disponitur. Ergo non est certus numerus salvandorum praeordinatus a Deo.

2º No se puede asignar la razón, porque Dios preordena a los hombres a la salvación en un número más bien que en otro. Pero Dios nada dispone sin razón. Luego no es cierto el número de los que han de salvarse, preordenado por Dios.

S. Th. I, q. 23 a. 7 obi. 3

Praeterea, operatio Dei est perfectior quam operatio naturae. Sed in operibus naturae bonum invenitur ut in pluribus, defectus autem et malum ut in paucioribus. Si igitur a Deo institueretur numerus salvandorum, plures essent salvandi quam damnandi. Cuius contrarium ostenditur Matt. VII, ubi dicitur, lata et spatiosa est via quae ducit ad perditionem, et multi sunt qui intrant per eam, angusta est porta, et arcta via, quae ducit ad vitam, et pauci sunt qui inveniunt eam. Non ergo est praeordinatus a Deo numerus salvandorum.

3º La operación de Dios es más perfecta que la de la naturaleza. Pero en las obras de la naturaleza el bien se encuentra en el mayor número de seres, y los defectos y el mal en los menos. Si pues el número de los que han de ser salvos está establecido por Dios, serán más los que se salven que los que hayan de condenarse, lo cual es opuesto a estas palabras de San Mateo Mat. 7,13: Ancha es la puerta y espacioso el camino, que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por él; v.14 angosta es la puerta y estrecho el camino, que lleva a la vida, y pocos son los que atinan con él. Luego no está predestinado por Dios el número de los que han de salvarse.

Por el contrario

S. Th. I, q. 23 a. 7 s. c.

Sed contra est quod Augustinus dicit, in libro de correptione et gratia, certus est praedestinatorum numerus, qui neque augeri potest, neque minui.

Por el contrario, San Agustín dice Lib. De corrept. et grat., c.13: El número de los predestinados es cierto, y no puede aumentar ni disminuir.

Conclusión (Abad de Aparicio)

Conclusión. Debe decirse que el número de los predestinados es cierto para Dios, no sólo formal, sino también materialmente; no así el de los réprobos.

Solución

S. Th. I, q. 23 a. 7 co.

Respondeo dicendum quod numerus praedestinatorum est certus. Sed quidam dixerunt eum esse certum formaliter, sed non materialiter, ut puta si diceremus certum esse quod centum vel mille salventur, non autem quod hi vel illi. Sed hoc tollit certitudinem praedestinationis, de qua iam diximus. Et ideo oportet dicere quod numerus praedestinatorum sit certus Deo non solum formaliter, sed etiam materialiter. Sed advertendum est quod numerus praedestinatorum certus Deo dicitur, non solum ratione cognitionis, quia scilicet scit quot sunt salvandi (sic enim Deo certus est etiam numerus guttarum pluviae, et arenae maris); sed ratione electionis et definitionis cuiusdam. Ad cuius evidentiam, est sciendum quod omne agens intendit facere aliquid finitum, ut ex supradictis de infinito apparet. Quicumque autem intendit aliquam determinatam mensuram in suo effectu, excogitat aliquem numerum in partibus essentialibus eius, quae per se requiruntur ad perfectionem totius. Non enim per se eligit aliquem numerum in his quae non principaliter requiruntur, sed solum propter aliud, sed in tanto numero accipit huiusmodi, inquantum sunt necessaria propter aliud. Sicut aedificator excogitat determinatam mensuram domus, et etiam determinatum numerum mansionum quas vult facere in domo, et determinatum numerum mensurarum parietis vel tecti, non autem eligit determinatum numerum lapidum, sed accipit tot, quot sufficiunt ad explendam tantam mensuram parietis. Sic igitur considerandum est in Deo, respectu totius universitatis quae est eius effectus. Praeordinavit enim in qua mensura deberet esse totum universum, et quis numerus esset conveniens essentialibus partibus universi, quae scilicet habent aliquo modo ordinem ad perpetuitatem; quot scilicet sphaerae, quot stellae, quot elementa, quot species rerum. Individua vero corruptibilia non ordinantur ad bonum universi quasi principaliter, sed quasi secundario, inquantum in eis salvatur bonum speciei. Unde, licet Deus sciat numerum omnium individuorum, non tamen numerus vel boum vel culicum, vel aliorum huiusmodi, est per se praeordinatus a Deo, sed tot ex huiusmodi divina providentia produxit, quot sufficiunt ad specierum conservationem. Inter omnes autem creaturas, principalius ordinantur ad bonum universi creaturae rationales, quae, inquantum huiusmodi, incorruptibiles sunt; et potissime illae quae beatitudinem consequuntur, quae immediatius attingunt ultimum finem. Unde certus est Deo numerus praedestinatorum, non solum per modum cognitionis, sed etiam per modum cuiusdam principalis praefinitionis. Non sic autem omnino est de numero reproborum; qui videntur esse praeordinati a Deo in bonum electorum, quibus omnia cooperantur in bonum. De numero autem omnium praedestinatorum hominum, quis sit, dicunt quidam quod tot ex hominibus salvabuntur, quot Angeli ceciderunt. Quidam vero, quod tot salvabuntur, quot Angeli remanserunt. Quidam vero, quod tot ex hominibus salvabuntur, quot Angeli ceciderunt, et insuper tot, quot fuerunt Angeli creati. Sed melius dicitur quod soli Deo est cognitus numerus electorum in superna felicitate locandus.

Responderemos, que el número de los predestinados es cierto. Algunos dijeron que lo era formal, mas no materialmente; es decir, que era cierto que habría ciento, mil, que se salvarían, mas no que fuesen éstos o aquéllos. Mas esto destruye la certeza de la predestinación, que ya dejamos establecida S.Th.I, q.23, a.6. Debe por tanto decirse que para Dios el número de los predestinados es cierto, no sólo formal sino aun materialmente. Es de advertir sin embargo que este número es cierto para Dios, no solamente bajo el concepto del conocimiento, es decir, porque sabe cuántos han de salvarse, pues de este modo es también conocido por él el número de gotas de agua en la lluvia, y el de granos de arena, que hay en el mar; sino en razón de la elección y determinación individual de cada uno. Para demostrarlo, es preciso saber que todo agente tiende a producir alguna cosa finita, como se ha dicho S.Th.I, q.7, a.2 y 3, tratando del infinito. Cualquiera que intenta dar a su efecto una medida determinada, excogita el número de partes esenciales, que por sí requiere la perfección del todo. Porque respecto a las partes, que no son esenciales, no elige un número determinado por sí, sino únicamente por razón de otra cosa; si bien toma tantas, cuantas son necesarias por razón de esa otra cosa. Así el arquitecto fija las dimensiones determinadas de la casa, y aun el número de habitaciones, que quiere hacer en ella, y las dimensiones determinadas de las paredes y el techo; pero en cuanto al número de piedras, que necesitará, no lo determina, y emplea tantas, como basten, para construir los muros, cuyas dimensiones ha fijado. Esta misma consideración puede aplicarse a Dios respecto al conjunto del universo, que es su obra. Ha determinado anticipadamente, cuál sería la medida total del universo; el número conveniente de sus partes esenciales, es decir, el número de partes, que de algún modo se relacionan con su estabilidad; y por consiguiente ha fijado el número de esferas, de estrellas, de elementos y de especies de las cosas. En cuanto a los individuos sujetos a la corrupción, no contribuyen principalmente al bien del universo y sólo se refieren a él de un modo como secundario para la conservación con ellos del bien de las especies. Por consiguiente, aunque Dios sabe el número de todos los individuos, no por esto ha sido prefijado per se por Dios el número de bueyes, de mosquitos o de otros seres; sino que su providencia produce tantos, cuantos son suficientes para la conservación de las especies. Entre todas las criaturas las racionales se ordenan más directamente al bien del universo, pues en tal concepto son incorruptibles; y muy especialmente las que consiguen la eterna felicidad, y que por lo mismo tocan más inmediatamente al último fin. De donde se deduce que es cierto para Dios el número de los predestinados, no sólo por un modo de conocimiento, sino también por modo de cierta predeterminación especial. No puede decirse absolutamente lo mismo del número de los réprobos, que parecen haber sido preordenados por Dios en bien de los elegidos, para los cuales todo coopera al bien Rom. 8,28. En cuanto a fijar, cuál será el número de todos los hombres predestinados, dicen algunos que se salvarán tantos hombres, como ángeles cayeron: otros que serán tanto, cuantos son los ángeles fieles; y otros en fin que este número será igual a de los ángeles caídos aumentado con el de todos los ángeles creados. Pero es mejor decir con la Iglesia que sólo Dios sabe el número de los elegidos, que han de ser colocados en la felicidad suprema.

Respuesta a las objeciones

S. Th. I, q. 23 a. 7 ad 1

Ad primum ergo dicendum quod verbum illud Deuteronomii est intelligendum de illis qui sunt praenotati a Deo respectu praesentis iustitiae. Horum enim numerus et augetur et minuitur, et non numerus praedestinatorum.

Al argumento 1º diremos, que aquellas palabras del Deuteronomio deben entenderse de los que Dios ha designado según la presente justicia; cuyo número puede aumentarse o disminuirse, mas no el de los predestinados.

S. Th. I, q. 23 a. 7 ad 2

Ad secundum dicendum quod ratio quantitatis alicuius partis, accipienda est ex proportione illius partis ad totum. Sic enim est apud Deum ratio quare tot stellas fecerit, vel tot rerum species, et quare tot praedestinavit, ex proportione partium principalium ad bonum universi.

Al 2º que la razón de la cantidad de alguna parte debe tomarse de la proporción de esa parte con el todo. Así la razón por qué Dios ha creado tal número de estrellas, o de especies de cosas, y predestinado tantos hombres, se ha de tomar de la proporción de las partes principales con el bien del universo.

S. Th. I, q. 23 a. 7 ad 3

Ad tertium dicendum quod bonum proportionatum communi statui naturae, accidit ut in pluribus; et defectus ab hoc bono, ut in paucioribus. Sed bonum quod excedit communem statum naturae, invenitur ut in paucioribus; et defectus ab hoc bono, ut in pluribus. Sicut patet quod plures homines sunt qui habent sufficientem scientiam ad regimen vitae suae, pauciores autem qui hac scientia carent, qui moriones vel stulti dicuntur, sed paucissimi sunt, respectu aliorum, qui attingunt ad habendam profundam scientiam intelligibilium rerum. Cum igitur beatitudo aeterna, in visione Dei consistens, excedat communem statum naturae, et praecipue secundum quod est gratia destituta per corruptionem originalis peccati, pauciores sunt qui salvantur. Et in hoc etiam maxime misericordia Dei apparet, quod aliquos in illam salutem erigit, a qua plurimi deficiunt secundum communem cursum et inclinationem naturae.

Al 3º que el bien proporcionado al estado común de la naturaleza se realiza con el mayor número de seres, y no en el menor; mas no es lo mismo respecto del bien superior al estado común de la naturaleza, el cual se halla en el menor número, y falta en el mayor; así el mayor número de hombres tiene la ciencia suficiente para el régimen de su vida, y muy pocos son los que carecen de ella, los cuales son llamados fatuos o idiotas; pero poquísimos en comparación con los demás los que llegan a tener una ciencia profunda de las cosas inteligibles. Luego, como la beatitud eterna, que consiste en la visión de Dios, excede al estado común de la naturaleza, y más particularmente después que ha sido privada de la gracia por la corrupción del pecado original; dedúcese que son en menor número los que se salvan: y aun en éstos resplandece grandemente la misericordia de Dios, porque conduce a algunos a la salvación eterna, de la cual muchos se desvían según el curso común y la propensión de la naturaleza.


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