El Nuevo Rito De Ordenación Sacerdotal de Pablo VI de 1968
Además de la invalidez de los cambios hechos en la misa, el diablo sabía que tenía que alterar el rito de ordenación para que los sacerdotes de la nueva Iglesia también fuesen inválidos.
El nuevo rito de las sagradas órdenes (obispos, sacerdotes, diáconos) fue aprobado e impuesto por Pablo VI el 18 de junio de 1968. La siguiente información es crucial que la conozca todo católico, puesto que se refiere a la validez de esencialmente todo “sacerdote” ordenado dentro de la estructura diocesana desde aproximadamente 1968, y, en consecuencia, se refiere a la validez de innumerables confesiones, misas indulto, etc.
El 30 de noviembre de 1947, el papa Pío XII publicó una constitución apostólica llamada Sacramentum ordinis. En esa constitución, el papa declaró ―por virtud de su suprema autoridad apostólica― cuáles son las palabras necesarias para que una ordenación sea válida para el sacerdocio.
LA FORMA TRADICIONAL PARA LA ORDENACIÓN SACERDOTAL
LA NUEVA FORMA PARA LA ORDENACIÓN SACERDOTAL
Esta es la nueva forma del nuevo rito de ordenación sacerdotal:
La diferencia entre las dos formas está en que en el nuevo rito se ha omitido la palabra latina “ut” (que significa “para que”). Esto puede parecer insignificante, pero en Sacramentum ordinis, Pío XII declaró que esta palabra era esencial para la validez. Además, la omisión de “para que” sugiere una relajación de la designación del efecto sacramental (que confiere el oficio de segundo rango). En otras palabras, la eliminación de “para que” presupone una ordenación que ya ha sido realizada, pero que no se realiza a medida que se pronuncian las palabras.
Puesto que el nuevo rito pretende ser el rito romano, esta eliminación de “ut” (“para que”) hace que la validez del nuevo rito sea cuestionable. Sin embargo, hay un problema mucho mayor que demuestra que el nuevo rito es inválido.
EL MAYOR PROBLEMA CON EL NUEVO RITO DE ORDENACIÓN NO ESTÁ EN LA FORMA, SINO EN LAS CEREMONIAS CIRCUNDANTES QUE HAN SIDO ELIMINADAS
El cambio a la forma esencial no es el único problema con el nuevo rito de ordenación promulgado por Pablo VI. Los siguientes puntos son demasiado importantes, debido a que el sacramento del orden, si bien fue instituido por nuestro Señor Jesucristo, no fue instituido por nuestro Señor con una forma sacramental específica ―a diferencia de los sacramentos de la eucaristía y del bautismo, que fueron instituidos con una forma sacramental específica― de modo que el significado e importancia de la forma de las palabras en la ordenación, están dados por los ritos y ceremonias que la circundan.
En su famosa bula, Apostolicae curae, del 13 de septiembre de 1896, el papa León XIII declaró solemnemente que las ordenaciones anglicanas son inválidas. Esto significa que la secta anglicana no tiene sacerdotes ni obispos válidos.
Al hacer esta declaración solemne, debe entenderse que el papa León XIII no estaba haciendo inválidas las ordenaciones anglicanas, sino más bien estaba declarando que eran inválidas debido a los defectos en el rito. Pero, ¿cuáles eran los defectos o problemas que León XIII veía en el rito anglicano que contribuían a su invalidez?
Aquí vemos al papa León XIII enseñando que si un ministro utiliza el rito católico en conferir el sacramento del orden, con la materia y forma correcta, por esa misma razón se considera que ha tenido la intención de hacer lo que la Iglesia hace (la intención de hacer lo que la Iglesia hace es necesaria para la validez de cualquier sacramento). Por otra parte, nos dice, que si se cambia el rito con la manifiesta intención de introducir un nuevo rito no aprobado por la Iglesia, y rechazando lo que la Iglesia hace, entonces la intención no es apenas insuficiente, sino que es destructiva del sacramento.
¿Y cuáles son las cosas que describe el papa León XIII que demuestran la intención destructiva del rito anglicano de ordenación?
¡Estimado lector, estas cosas descritas arriba por el papa León XIII acerca de la invalidez del rito de ordenación anglicano ―la eliminación sistemática de toda referencia al sacrificio de la misa, la consagración y el verdadero sacerdocio sacrificador― son exactamente las cosas que ocurrieron en el nuevo rito de ordenación promulgado por Pablo VI! Michael Davis, en su libro El Orden de Melquisedec ―a pesar de sus conclusiones falsas sobre esta y otras materias― se ve obligado a admitir estos impresionantes hechos:
Estas son algunas de las oraciones y ceremonias específicas que establecen la verdadera naturaleza del sacerdocio en el rito tradicional y que han sido eliminadas específicamente en el nuevo rito de ordenación del Pablo VI. La siguiente información se encuentra en el libro de Michael Davies, The Order of Melchisedech [El Orden de Melquisedec], pp. 79 y siguientes.
En el rito tradicional, el obispo se dirige a los ordenandos y dice:
Esta admonición ha sido abolida.
A continuación, en el rito tradicional sigue la Letanía de los Santos. Ella ha sido abreviada en el nuevo rito. El nuevo rito suprimió la siguiente afirmación no ecuménica:
A continuación, en el rito tradicional, después de pronunciada la forma esencial, que ha sido cambiada en el nuevo rito (véase arriba), el obispo reza otra oración, que incluye lo siguiente:
Esta admonición ha sido abolida.
En el rito tradicional, el obispo entona a continuación el Veni Creator Spiritus mientras unge a cada sacerdote diciendo:
Esta oración ha sido abolida. Y esta oración es tan importante que fue incluso mencionada por Pío XII en Mediator Dei # 43:
Nótese que Pío XII, al hablar de cómo los sacerdotes han sido marcados en la ordenación, hace referencia a esta muy importante oración que fue abolida específicamente en el nuevo rito de 1968 de Pablo VI.
Poco después de esta oración en el rito tradicional, el obispo le dice a cada ordenando:
Esta excepcionalmente importante oración ha sido eliminada en el nuevo rito.
En el rito tradicional, los nuevos sacerdotes a continuación concelebran la misa con el obispo. Al final, cada nuevo sacerdote se arrodilla ante el obispo, que impone sus manos sobre la cabeza de cada uno diciendo:
Esta ceremonia y oración han sido abolidas.
En el rito tradicional:
Esta admonición ha sido abolida.
Finalmente, antes de terminar la misa, el obispo imparte una bendición:
Esta bendición ha sido abolida.
Conclusión:
Es totalmente evidente, a partir de estos hechos, que en el nuevo rito no hay intención de ordenar a verdaderos sacerdotes sacrificantes. Cada una de las referencias preceptivas para el verdadero sacrificio sacerdotal fueron abolidas deliberadamente, al igual que en el rito anglicano; el cual fue declarado inválido por el mismo papa León XIII.
Por lo tanto, las siguientes palabras declaradas por el papa León XIII, se aplican exactamente al nuevo rito de Pablo VI.
El nuevo rito se ajusta precisamente a esta descripción. ¿Podría alguien negar este hecho? No, para hacerlo tendría que dar falso testimonio. El nuevo rito de la ordenación eliminó específicamente el sacerdocio sacrificial. La intención manifiesta es contraria a la intención de la Iglesia y no puede ser suficiente para su validez.
Michael Davis demuestra que el nuevo rito no es válido
En su libro El Orden de Melquisedec, Michael Davies (un hombre que en realidad defiende la validez del nuevo rito de ordenación) se ve obligado, ante la evidencia innegable, a hacer afirmación tras afirmación que prueba que el nuevo rito de ordenación debe ser considerado inválido, al igual que el rito anglicano. Estas son algunas:
También vale la pena señalar que Cranmer, al crear el inválido rito anglicano, abolió el subdiaconado y las órdenes menores y las reemplazó con un ministerio de tres grados: obispos, sacerdotes y diáconos. Esto es exactamente lo que hizo Pablo VI al cambiar los ritos católicos.
El nuevo rito menciona que los candidatos para la ordenación deben ser elevados al “sacerdocio”, pero también lo mismo dice el anglicano inválido. El hecho es que el papa León XIII explica en Apostolicae curae que si un rito de ordenación implica la exclusión del poder de ofrecer los sacrificios propiciatorios, como hace el nuevo rito, entonces es necesariamente inválido, si bien que pueda expresar o mencionar la palabra “sacerdote”.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, admitió que la teología católica del sacerdocio no se hizo explícita en el rito de 196815.
El hecho es que el nuevo rito de Pablo VI es un rito totalmente nuevo, que rechaza lo que la Iglesia hace al rechazar lo que por institución de Cristo pertenece a la naturaleza del sacramento [el sacerdocio sacrificial], por lo que es evidente que la intención necesariamente manifestada por este rito es insuficiente, e incluso adversa y destructiva del sacramento del orden sacerdotal (León XIII). Estos hechos demuestran que el nuevo rito de ordenación de Pablo VI no puede considerarse válido, sino que debe ser considerado nulo.
Conclusión: Esto significa que toda confesión de pecados mortales a los “sacerdotes” que fueron ordenados en el nuevo rito, debe hacerse de nuevo con un sacerdote que profese la Fe Católica Íntegramente, que este sujeto a un obispo verdaderamente católico y que este ordenado válidamente en el rito tradicional del orden sacerdotal hecho por un obispo válidamente consagrado en el rito tradicional de consagración episcopal. El católico debe hacer una confesión general, mencionando todos sus pecados mortales que recuerde haber cometido a lo largo de su vida.
Obviamente que, bajo pena de pecado mortal, ningún católico puede recurrir lícitamente a los falsos sacerdotes ordenados en el nuevo rito de Pablo VI para recibir la “comunión” o la “confesión” (excepto en estado de extrema necesidad) o cualquier otro sacramento que requiera un sacerdocio válido y tener jurisdicción, puesto que ellos no son sacerdotes válidos ni tiene jurisdicción.
Como ya fue mencionado, el papa Inocencio XI, Decreto del Santo Oficio de 4 de marzo de 167916, condenó la idea de que los católicos pueden recibir sacramentos que sean “probables”. En otras palabras, incluso si uno creyera que el nuevo rito de ordenación es probablemente válido (lo cual es falso, ya que es claramente inválido), estaría igualmente prohibido, bajo pena de pecado mortal, recibir los sacramentos de manos de aquellos “ordenados” con él. Los sacramentos solo pueden recibirse cuando la materia y la forma son ciertamente válidas.
Estos hechos significan que todas las misas indultadas celebradas por los “sacerdotes” ordenados en el nuevo rito de Pablo VI (rito de 1968) son inválidas.
La Fraternidad Sacerdotal de San Pío X ocasionalmente permite que entren a su sociedad hombres que fueron “ordenados” en el nuevo rito de ordenación, y no siempre los vuelven a ordenar condicionalmente; o al menos no lo admiten públicamente. Esas “misas” ofrecidas por tales “sacerdotes” serían inválidas.
Esos sacerdotes que fueron “ordenados” en el nuevo rito de Pablo VI, que están abiertos a la verdad, deben ser ordenados nuevamente por un obispo católico consagrado válidamente en el rito tradicional. Esto también significa necesariamente que el Novus Ordo Missae (la nueva misa), sin incluso considerar sus propios problemas que la hacen inválida en sí, es inválida si es celebrada por cualquier “sacerdote” ordenado en el nuevo rito de ordenación.
Notas:
[1] Michael Davies, The Order of Melchisedech, Harrison, NY: Roman Catholic Books, 1993, p. 83.
[2] Denzinger, The Sources of Catholic Dogma, B. Herder Book. Co., Thirtieth Edition, 1957, no. 2301.
[3] The Oratory Catechism, Published by the Oratory of Divine Truth, 2000, p. 340; also The Rites of the Catholic
Church, The Liturgical Press, Vol. 2, 1991, pp. 44-45.
[4] The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII, Rockford, IL: Tan Books, 1995, p. 405; Denzinger 1966.
[5] The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII, p. 404.
[6] The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII, p. 401.
[7] The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII, p. 402.
[8] The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII, pp. 402-403.
[9] Michael Davies, The Order of Melchisedech, Harrison, NY: Roman Catholic Books, 1993, p. 83.
[10] Michael Davies, The Order of Melchisedech, p. xix.
[11] The Papal Encyclicals, de Claudia Carlen, Raleigh: The Pierian Press, 1990, vol. 4 (1939-1958), p. 127.
[12] The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII, pp. 402-403.
[13] The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII, p. 401.
[14] Michael Davies, The Order of Melchisedech, p. 94-95.
[15] Michael Davies, The Order of Melchisedech, p. xxii.
[16] Denzinger 1151.
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