Del Catecismo Mayor de San Pío X
¿Sois cristiano? - Sí, señor; soy cristiano
por la gracia de Dios.
¿Por qué decís por la gracia de Dios? - Digo por la gracia de
Dios porque el ser cristiano es un don enteramente gratuito de Dios nuestro
Señor, que no hemos podido merecer.
¿Quién es verdadero cristiano? - Verdadero cristiano es el
que está bautizado, cree y profesa la doctrina cristiana y obedece a los
legítimos Pastores de la Iglesia.
¿Qué es la doctrina cristiana? - Doctrina Cristiana es la
doctrina que nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo para mostrarnos el camino de
la salvación.
¿Es necesario aprender la doctrina
enseñada por Jesucristo? - Es necesario aprender la doctrina enseñada por Jesucristo, y
faltan gravemente los que descuidan aprenderla.
¿Tienen los padres y los amos obligación
de mandar a sus hijos y dependientes al Catecismo? - Los padres y los amos tienen
obligación de procurar que sus hijos y dependientes aprendan la doctrina
cristiana, e incurren en culpa delante de Dios si descuidan esta obligación.
¿De quién hemos de recibir y aprender la
doctrina cristiana? - La doctrina cristiana la hemos de recibir y aprender de la
santa Iglesia Católica.
¿Cómo estamos ciertos de que la doctrina cristiana que recibimos de la Santa Iglesia es realmente verdadera? - Estamos ciertos que la doctrina cristiana que recibimos de la Iglesia Católica es realmente verdadera porque Jesucristo, divino Autor de esta doctrina, la confió por medio de sus Apóstoles a la Iglesia fundada por El, a la cual constituyó Maestra infalible de todos los hombres y prometió su divina asistencia hasta el fin del mundo.
Muchos católicos están
turbados en su fe por afirmaciones del falso papa Benedicto XVI y de su
predecesor el antipapa Juan Pablo II, tales como “Cristianos, judíos y
musulmanes tenemos el mismo Dios” o “Cristianos, judíos y musulmanes creemos en
el mismo Dios”. Otros, sin embargo, están ‘escandalizados’, también por las
herejías de Bergoglio alias Francisco Otros, los menos, han comprendido la
verdad: Que tras la muerte de Pio XII todos los que se han sentado en la Silla
de Pedro no son verdaderos papas de la Iglesia Católica, y que la Sede de
Pedro, por lo tanto, está vacante hasta que la Iglesia elija un Papa.
UNOS POCOS
EJEMPLOS DEL NUEVO MAGISTERIO
“Benedicto XVI desea “paz y
bien a toda la comunidad hebrea de Roma, invocando del Altísimo copiosas
bendiciones para el Nuevo Año y esperando que los hebreos y los cristianos,
creciendo en la estima y en la amistad recíproca, den testimonio en el mundo de
los valores que brotan de la adoración del único Dios”. (Telegrama
enviado por el Santo Padre el 20/09/2012 a Riccardo Di Segni, rabino jefe de la
Comunidad Hebrea de Roma, con motivo de las festividades de Rosh Ha- Shanah
-Año Nuevo-, Yom Kippur -Día de la Expiación- y Sukkot -Fiesta de las Cabañas-
que caen en torno a las mismas fechas).
“Hasta entonces [la
parusía], Israel mantiene su propia misión. Está en la mano de
Dios, el que en el tiempo que quiera, los salve “totalmente” cuando
el número de los gentiles se haya completado”. (antipapa
Benedicto XVI en la obra “ Jesús de Nazaret II ”P. 63).
“Y si los judíos no
ven las promesas que se cumplen en Él, no se trata de mala
voluntad por su parte, sino realmente a causa de la oscuridad
de los textos. … Hay buenas razones, entonces, para negar que
el Antiguo Testamento se refiere a Cristo y para decir, ‘No, eso no es
lo que dice‘ “(C. Ratzinger en Dios y el Mundo’ P. 209).
“¡Shalom!… El encuentro
entre el pueblo de Dios de la Antigua Alianza, que nunca fue rechazada por
Dios, y el de la Nueva, es asimismo un diálogo interior a la Iglesia
misma, como si fuera entre la primera y la segunda parte de la Biblia (…)
Judíos y cristianos están llamados como hijos de Abraham a ser
bendición para el mundo (…) Diálogo entre las dos religiones que, con
el Islam, deben dar al mundo la fe en el único e inefable Dios que nos
interpela”.( antipapa Juan Pablo II a la comunidad judía
en Maguncia el 11/7/80)
“La religión judía no
nos es extrínseca, sino que, en cierto modo, es intrínseca a nuestra
religión. Sois nuestros hermanos predilectos y, en cierto modo, se podría
decir, nuestros hermanos mayores” (antipapa Juan Pablo II
en su visita a la sinagoga de Roma el 13/4/86)
“Como lo he dicho muchas
veces en otros encuentros con musulmanes, tenemos un solo y mismo
Dios y somos hermanos y hermanas en la fe de Abraham”.(antipapa Juan
Pablo II en el coloquio islámico-cristiano el 9/5/85)
“Queridos amigos,
nosotros compartimos con vosotros la fe en el Dios único, vivo,
misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra. Vosotros sentís
veneración hacia Jesús y honráis a la Virgen María, su Madre. Podemos progresar
en un diálogo sincero para comprender mejor nuestro patrimonio religioso mutuo
y vivir en la amistad, cuyo camino nos señala Dios”.( antipapa J. Pablo
II: Homilía en el aeropuerto de Camerún el 11/5/85
“Cristianos y
musulmanes, tenemos muchas cosas en común, como creyentes y como hombres (…)
Abraham es para nosotros un modelo de fe en Dios, de sumisión a su voluntad y
de confianza en su bondad. Creemos en el mismo Dios, el Dios
único, el Dios viviente, el Dios que creó los mundos y lleva las criaturas a su
perfección. Es hacia Dios que se dirige mi pensamiento y que se eleva mi
corazón: es de Dios mismo que deseo ante todo hablarles; de El, porque es en El
que creemos, vosotros musulmanes y nosotros católicos (…) La Iglesia manifiesta
una atención particular por los creyentes musulmanes, dada su fe en el Dios
único, su sentido de la oración y su estima por la vida moral”. (Encuentro
del antipapa Juan Pablo II con jóvenes musulmanes en el
estadio de Casablanca el 11/8/85)
“A quienes
comparten con nosotros la herencia de Abraham, nuestro padre en la fe, y la
tradición del Antiguo Testamento, es decir, los judíos; y a
quienes, como nosotros, creen en Dios justo y misericordioso, es decir, los
musulmanes, dirijo igualmente este llamada, que hago extensivo,
también, a todos los seguidores de la grandes religiones del mundo” (Encíclica Sollicitudo
Rei Socialis del antipapa Juan Pablo II)
La inspiración de estas
declaraciones se encuentran en los heréticos documentos del Vaticano II, que
incluso Lefebvre firmó; por ejemplo en Lumen Gentium y Nostra Aetate, así como
en los documentos posteriores, por ejemplo en el Catecismo del antipapa Juan
Pablo II; pongamos sólo un ejemplo, que vincula a estos tres documentos:
‘Las relaciones de la
Iglesia con los musulmanes’. «El designio de salvación comprende también a los
que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que
profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso
que juzgará a los hombres al fin del mundo«. (Catecismo de la
Iglesia “Católica” de 1993,nº 841; véase también la
Constitución del Vaticano II LG 16 y la Declaración del mismo Concilio, NA 3)
Por el momento sean
suficientes estos ejemplos, escogidos entre cientos, de los dichos de estos
antipapas, y vayámonos a analizar si lo que enseñan en estos textos es la
doctrina infalible católica o la contradice.
A tal fin, vamos a proceder
de la siguiente forma: A) Lo que Cristo dice en los Evangelios y podemos leer
en el resto del Nuevo Testamento, sin tratar de ser exhaustivos. B) Como las
Sagradas Escrituras son una de las fuentes de la Revelación que, junto con la
otra, la Tradición, sólo deben de ser interpretadas por el Magisterio de la
Iglesia, analizaremos, pues, dicho Magisterio infalible a lo largo del tiempo a
lo que todo católico debe creer C) Luego expondremos la recta comprensión
teológica de la Iglesia. D) En el siguiente título responderemos a supuestas
objeciones, E), Finalizaremos analizando las trágicas consecuencias de esta
novedosa ‘doctrina’, previa señalización de la causa y en F) Haremos una
síntesis a modo de conclusión.
A.- LO QUE
DICEN LAS SAGRADAS ESCRITURAS
1).-SOBRE
QUIÉN ES EL PADRE DE LOS JUDÍOS QUE RECHAZAN A CRISTO.
Hemos visto como ambos
antipapas dicen que Abraham es el padre común de judíos y cristianos, y por
supuesto de musulmanes. Sin embargo, Cristo dice a los judíos que no lo
aceptan:
«Si fuerais hijos de
Abraham obraríais como él.; pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les
dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran
como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la
prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios ».[lo mismo
que dice Benedicto XVI, Juan Pablo II y el concilio V. II] «Jesús prosiguió:
«Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y
vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió…vosotros (los
judíos que no aceptan a Cristo) tenéis por padre al demonio
y queréis cumplir los deseos de vuestro padre [matar al Hijo de Dios].
Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque
no hay verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es
mentiroso y padre de la mentira” (S. Juan 8 39, ss).
“¿Quién es el mentiroso,
sino el que niega que Jesús es el Mesías? Este es el anticristo,
el que niega al Padre y al Hijo”. (1 Juan 2:22)
“..los judíos, los
cuales no contentos con matar al Señor Jesús y a los profetas, también a nosotros
nos persiguieron: que no agradan a Dios y son contrarios
a todos los hombres … obstinados siempre en colmar la medida de sus pecados
pero está para descargar sobre ellos la ira hasta el colmo”. (I
Tesalonicenses 2:14-16)
“vosotros no me conocéis
ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi
Padre” (S. Juan 8, 19).
Ergo, no tienen por padre a
Abraham, sino al demonio como dice Cristo.
2).-SOBRE
EL DESTINO DE LOS QUE NO CREEN EN CRISTO.
Igualmente en la Sagrada
Escritura, Cristo les dice a los judíos que no creen en Él, que no pueden
entrar donde Él va (al Padre), porque morirán en su pecado.
“Jesús les dijo también:
‘Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde
yo voy, ustedes no pueden ir’ Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán
en sus pecados’. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus
pecados”. (S. Juan 8, 21)
Y bien sabemos por el
dogma católico que quien muere en pecado mortal no puede salvarse. Y no se
conoce mayor pecado que aquel llamado contra el Espíritu; porque eligen como
padre al demonio, según el mismo Jesús, en vez de al Padre de
Nuestro señor Jesucristo, tras habérseles predicado el Evangelio.
3).-
LOS DOS PUEBLOS DE ISRAEL.
Es evidente que San Pablo
distingue dos tipos de descendientes entre los hijos de Abraham: unos según la
carne y otros según la fe en la Promesa.
Pues no todos los
descendientes de Israel son Israel. Ni por ser descendientes de Abrahán, son
todos hijos según la fe. “Sino que por Isaac llevará tu nombre una
descendencia”; es decir: no son hijos de Dios los hijos según la carne,
sino que los hijos de la promesa se cuentan como hijos, coherederos por la
gracia de la Descendencia: Cristo. (Rom. 9, 6-8)
“Y vosotros, hermanos, a la
manera de Isaac, sois hijos de la promesa. Pero, así como entonces el nacido
según la naturaleza perseguía al nacido según el Espíritu, así también
ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? Despide a la esclava y a su hijo,
que no heredará el hijo de la esclava junto con el hijo de la libre.
Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre”.(Gál 4:28-31)
”Entonces Pedro, tomando la
palabra dijo al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de
esto…como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho que éste pudiese
andar? … Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo y demandasteis que se os
hiciese gracia de un hombre de un hombre homicida mientras que al autor
de la vida le disteis la muerte a quien Dios resucitó de entre los
muertos; de lo cual nosotros somos testigos.… Mas Dios, lo que por boca de los
profetas había anunciado de antemano que su Ungido había de padecer, lo cumplió
de esta manera. Arrepentíos pues y convertíos, para que sean borrados
vuestros pecados“. (Hechos 3:12-19)
Por lo tanto, si la promesa
es Cristo, como el mismo S. Pablo nos dice en Gálatas, sólo son hijos de
Abrahán según la fe, aquellos judíos que, como la Virgen María, el anciano
Simeón, los Apóstoles etc. reconocen en Jesús al Salvador; y todos aquellos que
se convirtieron entonces y después de la Ascensión hasta el presente y el
futuro, tanto judíos como gentiles. Lo que no obsta para que un resto de los
que lo sean según la carne, a los cuales se ha endurecido el Corazón para que
entraran los gentiles elegidos, no reconozcan, al final, también a Jesucristo
como verdadero Dios, por la misericordia divina, como profetiza San Pablo.
4. SOBRE QUIÉN
JUZGARÁ A LOS HOMBRES AL FIN DEL MUNDO
“Porque el Padre
no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para
que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo
no honra al Padre que lo ha enviado…. Porque, como el Padre tiene vida en
sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le
ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre (Jn 5, 22-23;
26-27).
Hasta un niño puede hacer
el siguiente razonamiento de sentido común:
Los musulmanes no creen que Jesucristo sea Dios.
Según las Sagradas Escrituras, el único Juez es el Hijo del Padre, Jesucristo,
que es Dios.
Luego, al que los musulmanes llaman su dios, Alá, no es el dios que juzgará a
los hombres.
B.- EL
MAGISTERIO INFALIBLE DE LA IGLESIA
1.-PREÁMBULO.
Se
debe tener en cuenta que la doctrina de la Iglesia es inmutable.
“Lo que, sincero y claro,
manó de la fuente purísima de las Escrituras, no podrá revolverse por argumento
alguno de astucia nebulosa. Porque persiste en sus sucesores esta y la misma
norma de la doctrina apostólica, la del Apóstol a quien el Señor encomendó el
cuidado de todo su rebaño [Ioh. 21, 15 ss], a quien le prometió que no le
faltaría Él en modo alguno hasta el fin del mundo [Mt. 28, 20] y que contra él
no prevalecerían las puertas del infierno, y a quien le atestiguó que cuanto
por sentencia suya fuera atado en la tierra, no puede ser desatado ni en los
cielos [Mt. 16, 18 ss]. (6)… Cualquiera que, como dice el Apóstol,
intente sembrar otra cosa fuera de lo que hemos recibido, sea anatema [Gal.
1, 8 s]. No se abra entrada alguna por donde se introduzcan furtivamente en
vuestros oídos perniciosas ideas, no se conceda esperanza alguna de
volver a tratar nada de las antiguas constituciones; porque —y es cosa que
hay que repetir muchas veces—, lo que por las manos apostólicas, con
asentimiento de la Iglesia universal, mereció ser cortado a filo de la hoz
evangélica no puede cobrar vigor para renacer, ni puede volver a ser sarmiento
feraz de la viña del Señor lo que consta haber sido destinado al fuego eterno.
Así, en fin, las maquinaciones de las herejías todas, derrocadas por los
decretos de la Iglesia, nunca puede permitirse que renueven los combates de una
impugnación ya liquidada” (De la Carta Cuperem quidem, del
Papa San Sulplicio a Basilisco August., de 9 de enero de 476. DZ 160).
“Y, en efecto, la doctrina
de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico
que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa
de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e
infaliblemente declarada. De ahí que también hay que mantener
perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa
madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y
nombre de una más alta inteligencia” (Can. 3 Constitución dogmática sobre la fe
católica, sesión III del Primer Concilio Ecuménico Vaticano).
Escuchamos tanto en el
sacrosanto Concilio, como en San Sulplicio y tantos otros testimonios de la
doctrina infalible que podríamos traer, la misma doctrina de San Pablo, quien
exhorta a Timoteo y que hoy sigue clamando a obispos y papas: “¡Oh
Timoteo!, guarda el depósito de la fe que te he entregado, evitando las
novedades profanas en las expresiones o voces, y las contradicciones de la
ciencia que falsamente se llama tal, ciencia vana que profesándola
algunos vinieron a perder la fe” (1Ti 6:20-21).
No obstante, pretenden
sortear hoy esta enseñanza infalible, no negándola directamente, sino vaciándola
de su verdadero y obvio sentido. Lo hacen con las argucias que ya denunció el
Papa Pío XII en la Encíclica Humani generis; porque las
declaraciones señaladas al principio de este escrito, que escandalizarían a
cualquier niño del catecismo del P. Ripalda, abducidos por las novedades del
pensamiento moderno y “por lo que a la teología se refiere, es intento
de algunos atenuar lo más posible la significación de los dogmas y librar al
dogma mismo de la terminología de tiempo atrás recibida por la Iglesia, así
como de las nociones filosóficas vigentes entre los doctores católicos,.., para
volver en la exposición de la doctrina católica al modo de hablar de la Sagrada
Escritura y de los Santos Padres. Ellos abrigan la esperanza de que despojado
el dogma de los elementos que dicen ser extraños a la divina revelación podrá
fructuosamente compararse con las ideas dogmáticas de los que están separados
de la unidad de la Iglesia y que por este camino vengan paulatinamente a
equilibrarse el dogma católico y las opiniones de los disidentes...”
2.-
SOBRE LA VIGENCIA DE LA ANTIGUA LEY
El Magisterio infalible de
la Iglesia ha definido, y por tanto nadie lo puede cambiar ni discutir, que la
Ley de Moisés cesó definitivamente.
“[La Iglesia] Firmemente
cree, profesa y enseña que las legalidades del Antiguo Testamento, o sea, de la
Ley de Moisés, que se dividen en ceremonias, objetos sagrados, sacrificios y
sacramentos, como quiera que fueron instituidas en gracia de significar algo
por venir, aunque en aquella edad eran convenientes para el culto divino, cesaron
una vez venido nuestro Señor Jesucristo, quien por ellas fue significado, v
empezaron los sacramentos del Nuevo Testamento” (Decreto
para los jacobitas -Concilio de Florencia –XII ecuménico-De la Bula Cantate Domino,
de 4 de febrero de 1441, (fecha florentina) ó 1442 (actual), del Papa Eugenio
IV DZ 1348).
«Y en primer lugar, por la
muerte de nuestro Redentor el Nuevo Testamento tomó el lugar de la antigua ley
que había sido abolida …por su muerte Jesús dejó sin efecto la Ley con sus
decretos [Ef. 02:15] … se establece el Nuevo Testamento en su sangre
derramada por toda la raza humana.” A tal punto, por consiguiente, “dice San
León Magno al hablar de la cruz de nuestro Señor, se llevó a cabo la
transferencia de la Ley al Evangelio, desde la sinagoga a la Iglesia, de muchos
sacrificios a una sola víctima, que, cuando nuestro Señor había expirado, se
desgarró violentamente de arriba abajo el velo místico que cubría la parte más
interna del templo y su secreto sagrado. En la cruz, murió la antigua ley
murió, para inmediatamente ser enterrada y ser portadora de muerte … “ (Papa Pío
XII, Mystici Corporis Christi # ‘s 29-30, 29 de junio de 1943)
Luego, las promesas de la
Antigua Alianza se cumplieron en Cristo, por lo que cesó el antiguo pacto que
se convirtió en higuera yerma para quienes no aceptan al Verbo Encarnado,
Jesucristo. Esta es la fe de los Apóstoles, la fe única de la Iglesia.
3.-SOBRE
EL PECADO DE QUIENES OBSERVAN LA ANTIGUA LEY.
“Y que mortalmente
peca quienquiera ponga en las observancias legales [mosaicas] su
esperanza después de la pasión, y se someta a ellas, como necesarias a la
salvación, como si la fe de Cristo no pudiera salvarnos sin ellas”. (DZ
1348).
4.-SOBRE
LA SALVACIÓN DE LOS QUE OBSERVAN LA LEY ANTIGUA
“Denuncia consiguientemente
como ajenos a la fe de Cristo a todos los que, después de aquel tiempo,
observan la circuncisión y el sábado y guardan las demás prescripciones legales
y que en modo alguno pueden ser partícipes de la salvación eterna, a
no ser que un día se arrepientan de esos errores”. (Dz 1348)
5.-SOBRE
LA NECESIDAD DE ENTRAR EN LA IGLESIA CATÓLICA PARA SALVARSE.
Como se verá nadie, incluso
si derramare su sangre por Cristo sin confesar la fe católica, puede salvarse,
si no está dentro de la Iglesia Católica.
“ Firmemente cree,
profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no
sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos,
puede hacerse participe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está
aparejado para el diablo y sus ángeles [Mt. 25, 41], a no ser que antes de su
muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de
la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su
salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y
demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie,
por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de
Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia
Católica” (De la Bula Cantate Domino, de 4 de
febrero de 1441, Decreto para los jacobitas, Concilio Ecuménico de Florencia,,
Dz 1351).
6.-SOBRE
LA NECESIDAD DE LA FE CATÓLICA PARA SALVARSE
“Quien quiere salvarse necesita
sobre todo mantener la fe católica, a menos que uno la guarde íntegra e
inviolable sin duda perecerá por toda la eternidad . -Pero la fe católica es
esta: que adoremos a un solo Dios en la Trinidad , y a la Trinidad en la unidad
… Por lo tanto el que quiera salvarse, piense así acerca de la Trinidad. Pero
es necesario para la salvación eterna que fielmente crea también en la
Encarnación de nuestro Señor Jesucristo … el Hijo de Dios que es Dios y hombre
… Esta es la fe católica, si alguien no la cree, fiel y firmemente, no puede
salvarse.“ (Papa Eugenio IV, Concilio Ecuménico de
Florencia , Ses. 8, 22 de noviembre 1439, ex cathedra).
7. CRISTO, JUEZ DE
VIVOS Y MUERTOS
Todos las fórmulas del
símbolo, sin excepción ni interrupción, proclaman la fe católica de que
Jesucristo es el Juez de vivos y muertos, siguiendo a S. Juan y los demás
Apóstoles; así lo hacen, por ejemplo, en la forma griega el Psalterium
Aethelstani de uso litúrgico, o en la forma romana el Ruphinus. Como
cualquier católico, se supone, conoce el Credo, sólo pondré aquí la forma
griega antigua y la romana, para señalar la coincidencia, incluso en la
exactitud de las palabras, de que es Cristo el Juez de vivos y muertos:
“.. subió a los
cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a
los vivos y a los muertos” (Psalterium Aethelstani, DZ 5).
“..subió a los
cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a
los vivos y a los muertos” (Ruphinus, DZ 4).
Así podríamos citar
también, entre los más conocidos, los símbolos de S. Cirilo de Jerusalén
(+386), de San Epifanio (+403), del Concilio de Nicea (325), de San
Dámaso (+500?), el Quicumque o de San Atanasio, etc., con
cuyas últimas palabras de su credo damos por suficientemente demostrado
este párrafo: “Esta es la fe católica y el que no la creyere fiel y
firmemente, no podrá salvarse” (DZ 76).
C.- EXPLICACIÓN
DE LA RECTA E INFALIBLE DOCTRINA DE LA IGLESIA
1.-PREÁMBULO
Es cierto que existe un
único y verdadero Dios. El único Dios verdadero lo es de los astros, de los
animales, de las plantas, de las estrellas.., de todos los hombres de cualquier
condición, raza, sexo, creencia; de todo lo visible e invisible. En este
sentido podemos decir que el único Dios verdadero lo es de todos.
Pero sólo existe una única
Revelación de ese Dios verdadero; es decir, que Él por su misericordia ha
querido revelarnos su rostro. Si Él no se hubiese revelado, el hombre, sin
distinción de condición, caería en el error inevitablemente bajo las
consecuencias del pecado original. Para evitar el yerro sólo pueden los
hombres, caídos en la ignorancia al perder los dones preternaturales, acoger la
Revelación.
Por lo tanto, la cuestión
es si lo que afirman del Dios único católicos, judíos, musulmanes coincide con
la Revelación, es decir, sobre lo que Él, Dios, nos ha dicho sobre sí
mismo. Pues sólo se puede decir que creemos en el mismo Dios cuando se creemos
en su única Revelación.
Con esta sencilla
exposición es más que suficiente para asegurar que los católicos, judíos y
musulmanes no creemos en el mismo Dios. La razón es la siguiente: Porque ni
judíos ni musulmanes creen en la divina Revelación y por lo tanto, no creen en
las mismas cosas que los católicos.
Hay una diferencia infinita
entre la realidad divina, alcanzada en sí misma en su verdadera esencia por la
luz de la fe nos la revela Dios por su propia autoridad y que no puede ni
engañarse ni engañarnos, y las representaciones de las mentes de los
hombres sobre Dios que proponen las falsas confesiones religiosas.
Con tan solo atenuar
esta diferencia, estaríamos negando la necesidad de una Revelación divina. Y
peor aún, estaríamos diciendo [con los judíos] que si la justicia viene por
medio de la ley, entonces Cristo murió en vano [Gal 2,21].
2.-
‘MONOLATRISMO’ DE JUDÍOS Y MUSULMANES, Y MONETISMO CATÓLICO
El hereje monólatra cree
que Dios se manifiesta de diferentes formas y en diferentes religiones. El
monolatrismo al final, viene a ser una forma del politeísmo, con la diferencia
de que el politeísta piensa que se trata de dioses diferentes, y el monólatra
piensa que es el mismo dios, que quiere que se llegue a él por medio de
distintas religiones.
La representación puramente
humana de Dios de judíos y musulmanes, exenta de la fe en la Revelación, no es
monoteísta sino ‘monólatra’:
Sólo es monoteísta el católico,
quien adora a la Santísima Trinidad, porque la Unidad de Dios es inseparable de
la Trinidad de Personas. Las Personas trinitarias son las relaciones
subsistentes. Es falso decir que los musulmanes son monoteístas. No lo son
porque no adoran al Único Dios verdadero, que es Trino. Ellos están en el monólatrismo,
o sea, que adoran un solo ídolo supremo. Dígase lo mismo de los
judíos, que rechazaron la Revelación de la Santísima Trinidad. Ellos también
dejaron la adoración del verdadero Dios Trino, al rechazar al Hijo Unigénito de
Padre, para inclinarse ante un ser inexistente, un ídolo. Sólo hay una religión
monoteísta: es la Católica, porque sólo en ella se adora a la Santísima
Trinidad.
Porque su dios es el
resultado, no de la Revelación, sino de sus diferentes y humanas proyecciones
mentales y deseos, es porque hay distintos ídolos compitiendo por ser cada uno
ellos ’el único’.
3.-
EL FALSO PLANTEAMIENTO ECUMÉNICO
Puesto que judíos y
musulmanes confiesan una sola naturaleza y única persona en su supremo ídolo,
los pastores, iluminados por el último Concilio, resaltando sólo aquella unidad
y silenciando “que en todo hay que venerar lo mismo la unidad en
la Trinidad que la Trinidad en la unidad”, nos están induciendo a la falsa
creencia de que ese ídolo ‘fabricado’ es el mismo que el Dios revelado, ya que
Éste tiene una sola naturaleza. Pero el monoteísmo católico confiesa a Dios tal
cual es: Uno en naturaleza y trino en personas. Por lo tanto no podemos decir
que judíos, musulmanes, y cristianos confiesen al mismo Dios.
Si decimos, pues, que la
Santísima Trinidad es un dogma ‘secundario’ o silenciamos que la Trinidad es la
misma esencia divina, con el fin de obtener una ‘paz’ del mundo fruto del
diálogo entre las diversas religiones, estamos despreciando o rebajando el
misterio de la Redención: La encarnación del Verbo de Dios, el Hijo Unigénito,
Jesucristo y su pasión y muerte para nuestra salvación; y esa es la fe y el
sentir de la Iglesia a través de todos los siglos. “ El que
quiera, pues, salvarse, así ha de sentir de la Trinidad… Pero es necesario
para la eterna salvación creer también fielmente en la encarnación de nuestro
Señor Jesucristo, etc.” (Símbolo Quiqunque Dz [Denzinger] 75,76). Y el resultado
de tal veneno sería la contaminación y aniquilación de la fe católica, llevando
a los fieles al indiferentismo religioso; fenómeno tan extendido que asfixia a
la mayoría de los bautizados; pero sobre las funestas consecuencias causadas
por esa novedosa predicación, que hoy podemos ver por doquier, trataremos más
abajo.
Sin embargo, la Santísima
Trinidad es un concepto ontológicamente primordial y no una noción que se
agrega a la substancia divina. No es un agregado secundario o
facultativo. “La Trinidad de Personas es la esencia divina; la
Trinidad es la manera única, inimitable que tiene Dios de ser Uno”.
El monoteísmo cristiano
difiere totalmente del ‘monolatrismo’ judío o musulmán y ambas creencias son
irreconciliables; tanto, que sólo en el monoteísmo cristiano se puede encontrar
la salvación eterna; mientras que en el Islam y en el ‘monolatrismo‘ judaico se
muere en los propios pecados:
”Jesús les dijo
también: ‘Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde
yo voy, ustedes no pueden ir’ Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus
pecados’. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus
pecados” (S. Juan 8, 21)
El dios natural,
supuesto común a las tres religiones monoteístas, es un ente de
razón, una concepción puramente humana sin fundamento en la realidad
revelada, un dios que no existe más que en el espíritu de ciertos hombres, según la
doctrina de la Iglesia católica.
D.- OBJECIONES
1ª.- Pero la Iglesia sostiene que se puede conocer a Dios por medio de las
criaturas.
Contra esta objeción
decimos que la Iglesia sostiene que el conocimiento natural de Dios no es aún
la fe y que la fe es necesaria para la justificación.
Que ese conocimiento
natural racional de Dios todavía no es la fe, porque para creer en Dios se
necesita su gracia, lo cual ha sido definido también en el Concilio
Vaticano I con estas palabras:
«Si alguno dijere que la fe
divina no se distingue de la ciencia natural sobre Dios y las cosas morales y
que por tanto, no se requiere para la fe divina que la verdad revelada sea
creída por la autoridad de Dios que revela, sea anatema» (DS 3032).
2ª.-
Pero lo que judíos y mahometanos pueden conocer de Dios por la razón es suficiente para salvarse.
Contra esta objeción
decimos que es absolutamente insuficiente para salvarse el conocimiento por la
razón de Dios, porque no es fe divina.
«Si
alguno dijere que la fe divina no se distingue de la ciencia natural sobre Dios
y las cosas morales y que por tanto, no se requiere para la fe divina que la
verdad revelada sea creída por la autoridad de Dios que revela, sea
anatema» (DS 3032).
El concurso divino para que
un hombre con su razón natural llegue al conocimiento de Dios con certeza,
incluso demostrándolo, es un don de Dios sólo natural; no es la gracia
habitual, es sólo del orden natural. Hay que evitar llamar gracia habitual
a esto para no incurrir en naturalismo materialmente. Si se rechaza la
gracia de la fe, se pierde la fe, aunque se hubiera llegado a conocer la
existencia de Dios por la sola luz de la razón a partir de las criaturas. La
causa instrumental de la justificación es el bautismo o el deseo del mismo.
» La causa instrumental de
la justificación es el sacramento del bautismo, que es el sacramento de la fe»
sin la cual jamás a nadie se le concedió la justificación” [El Concilio
Tridentino s.6. c.6 (D 799)]
“La fe es el principio de
la humana salvación, el fundamento y raíz de toda justificación, sin ella es
imposible agradar a Dios” [Conc. Tridentino s.6 c.8
(D 801)]
Las verdades religiosas
naturales, si son aceptadas por el testimonio de la razón, no son objeto de fe,
sino de simple conocimiento racional. Por lo tanto, la diferencia entre aquél que
acepta la Revelación y aquél que sólo acepta lo que su razón le demuestra, no
solamente es una diferencia de perfección en el conocimiento de Dios, como
parece decirnos el actual “magisterio” y el Concilio V. II (conozco más o
conozco menos sobre Dios), sino una diferencia de fe: para uno son objeto de
simple creencia humana, para otro es objeto de fe sobrenatural, sin la cual
nadie se puede salvar. La diferencia es infinita.
3ª
Pero los cristianos tenemos la fe de los Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento, al igual que los
judíos de hoy en día.
Contra esta objeción
decimos:
1º.- Los Patriarcas y
Profetas creyeron en el verdadero Dios (Uno y Trino) que comenzó a revelarse en
el Antiguo Testamento y llegó a su plenitud en el Nuevo Testamento. Con esa fe
sobrenatural acogieron en el tiempo de la promesa el mismo objeto material de
la fe que nosotros los católicos; pero cuando la Promesa se cumplió, nosotros
abrazamos explícitamente lo que ellos hicieron implícitamente. Por otra parte,
sabían que la Revelación divina aún no estaba terminada y esperaban a Aquél que
iba a Revelar la Santísima Trinidad.
«Un profeta como tú
levantaré de entre sus hermanos, y pondré mis palabras en su boca, y él les
hablará todo lo que yo le mande (Deuteronomio 18:18).
Él
hablará las palabras de Dios, y pedirá cuentas al que no lo escuche
«Y sucederá que a
cualquiera que no oiga mis palabras que él ha de hablar en mi nombre, yo mismo
le pediré cuenta. (Dt 18:19).
Y
advierte contra los falsos profetas
«Pero el profeta que hable
con presunción en mi nombre una palabra que yo no le haya mandado hablar, o que
hable en el nombre de otros dioses, ese profeta morirá.» (Dt 18:20).
Hay que distinguir entre la
ignorancia de aquello que Dios aún no ha revelado y el rechazo a lo que Dios ya
ha revelado en un momento determinado, y definitivamente en Cristo; los
que sostienen, contra la Revelación divina, que Dios es una sola persona
como una sola es su naturaleza, injurian al verdadero Dios, tal como hacen los
judíos y musulmanes que no aceptan la revelación de Dios.
Los cristianos no tenemos
el mismo Dios que los judíos incrédulos, porque el desarrollo de la fe depende
del desarrollo de la Revelación divina. Revelación que se cumplió plenamente en
Cristo.
Ignorar aquello que todavía
Dios no ha revelado no es herético; pero sí lo es rechazar aquello que Dios
revela, sosteniendo, contra lo ya revelado, que en Dios hay es una sola.
Por eso Jesús dijo de sus
adversarios: “Si Yo no hubiese venido, y no les hubiese hablado, no
tendrían pecado; pero ahora su pecado no tiene excusa” (Jn.
15:22).
Rechazando la fe en Aquél
que es el “autor y el consumador de la fe”, los judíos han
rechazado el evangelio de Dios, que Él les había prometido por sus profetas”.
Rechazando la realización,
los judíos conservan en vano las promesas y las figuras contenidas en la
Revelación preparatoria al Mesías. Es una ingenuidad pensar que los judíos leen
y comprenden el Antiguo Testamento como nosotros lo leemos y comprendemos. San
Pablo dice claramente que un velo permanece delante de sus ojos cuando
ellos leen las Escrituras; velo que será levantado cuando sus corazones se
vuelvan hacia el Señor (II Co. 3:16).
Por eso Jesús les
dijo: “Si creyeseis en Moisés, también me creerías a Mí, pues de Mí
escribió él”, demostrándoles el verdadero motivo de su resistencia: la
ausencia de esa fe en Dios”. Hoy leemos este Evangelio en la Misa.
2º.-La fe de Abraham no es
la fe de los musulmanes y judíos. La admiración hacia Abraham proviene de su
obediencia; él no buscó primero entender para luego obedecer, sino que
obedeciendo en lo que Dios le revelaba creyó en la providencia divina, aun
cuando no comprendía cómo le pedía sacrificar al hijo por el cual se cumpliría
la promesa. Si Abraham hubiera procedido inversamente hubiera perdido el favor
de Dios y la promesa que Él le hizo.
“ Yo te llenaré de
bendiciones, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y
como la arena que está en la orilla del mar; tu posteridad poseerá las ciudades
de sus enemigos, y en un descendiente tuyo SERAN BENDITAS todas las
naciones de la tierra, porque has obedecido a mi voz (Gn 22,
17-18).
El concepto de obedecer la
voz de Dios, que podemos encontrar en otros lugares de las Sagradas Escrituras
no se refiere, por ejemplo, a una multitud de prácticas piadosas
que uno mismo decide realizar – oraciones hacia la Meca de los
musulmanes, vivir en tiendas en la fiesta de las Cabañas los judíos, etc. – ni
tampoco se refiere a los esfuerzos que realizamos por lo que nosotros estimamos
ser la ‘causa de Dios’, sino en creer lo que Él ha dicho y cómo lo ha dicho, es
decir, en creer en la Revelación de Dios. La esencia de la obediencia a Su
Palabra se apoya en la fe en lo que Él ha dicho. Quien no cree en lo que Dios
ha dicho, lo rechaza. Si cree en lo que Dios ha dicho, lo acepta y,
lógicamente, deberá cumplir lo que él ha revelado. Cuando definimos la
obediencia según nuestra propia forma, mediante actos que nosotros suponemos
hechos para su causa, pero no creemos en lo que Dios ha revelado, nuestras
acciones no tienen mérito ante Su Presencia. Podemos apreciar esta verdad en 1
Reyes. 15, 22-23, leyendo como Dios rechaza los sacrificios del Rey Saúl porque
éste no obedeció los mandatos del Señor, pues no creyó.
Nótese que cuando Abraham
alzó su mano en el monte Moria (el Señor ve y provee) sobre su hijo Isaac, Dios
detuvo su acción y proveyó un cordero, imagen del verdadero Cordero Cristo cuya
presencia jamás Abraham había imaginado. El verdadero fiel con fe
católica cree en la Revelación divina que dice, ‘fuera de la Iglesia no hay
salvación’ y no trata de entender antes para creer más tarde, si ha
entendido, por qué los que están fuera de la Iglesia no se salvan; al creer,
Dios le dará a entender las razones de tal verdad y su misericordiosa Justicia
y se esforzará en cumplir su mandato y proclamará el Evangelio a todas las
naciones, para que muchos crean y se bauticen y puedan ser salvos; el qué tiene
fe verdadera no le escandaliza Dios preguntándose ¿cómo es posible
que millones de ‘buenas personas’ que permanecen fuera de la Iglesia no
se salven? Quien tiene fe, como Noé, obedece, construye y se refugia en el
Arca, aún sin entender porque el diluvio ahogará a todos los habitantes del
mundo, ni duda de la Justicia de Dios. El que tiene fe católica, simplemente
cree y anuncia a Cristo, a tiempo y a destiempo; el que no tiene fe católica da
rienda suelta a elucubraciones propias para hacer un dios a la medida de su
razón. Porque si alguno en la más recóndita selva estuviese entre los elegidos,
Dios proveería la manera en que conociese a Cristo antes de su muerte, como
proveyó el cordero a Abraham; este misterio de la justicia de Dios sólo lo
podemos conocer en la otra vida. Pero quien quiere primero entender para luego
creer, fabricará un dios a su humana medida, o dirá que los que creen en Alá o
siguen el Talmud creen en el mismo Dios que los cristianos, cuya consecuencia,
ad extra, será incumplir el mandato del Señor de predicarles el Evangelio
de Cristo para que entren en el Arca de la Salvación; y ad intra, favorecer el
indiferentismo entre los fieles católicos, que primero se mostrarán turbados y
más tarde sucumbirán ante las novedades ‘doctrinales’, bien abandonando la fe
católica, bien ‘produciendo una fe ‘católica’ según sus razonamientos. Pero
nuestras ideas sobre Dios son sólo nuestras y distintas de la fe que justifica;
no son lo que Él ha revelado en Cristo.
“Porque no busco entender
para poder creer, sino que creo a fin de entender. Por esto también creo,
porque si no creyera no entendería” (San Anselmo).
E. LAS TRÁGICAS
CONSECUENCIAS
“Tenemos que ser realistas
y reconocer con profunda comprensión que son actualmente muchos los cristianos
que están perdidos, confundidos o incluso decepcionados.
“(Theologisches”, julio, 2002). Pero otros se han
transformado en tibias sombras, cual ciegos sacristanes del clero ‘conservador’
que goza de las mieles del status en la línea media conciliar, y que ha optado
por no reconocer la “auto-destrucción de la Iglesia desde dentro” (palabras
del “card”. Scheffczyk). Los primeros suelen hablar de los malos frutos del
concilio, a veces, queriendo ver las causas en sus efectos y elaboran esquemas
mentales ajenos a la Constitución divina de la Iglesia- léase lefebvristas,
Tesis de Casiciacum, clérigos y capillas acéfalas; los segundos siguen en el
festejo del 50 aniversario del Concilio reprimiendo, si fuera menester, a las
voces más influyentes de los críticos.
Las consecuencias, los
malos frutos desde el Concilio hasta el presente y los aún peores por venir, si
Dios no lo remedia, se entienden fácilmente si identificamos la causa. Porque
la razón de toda esta gigantesca crisis se puede señalar si respondemos
adecuadamente a la siguiente cuestión ¿Cuál es el común denominador de todas
las reformas del Concilio Vaticano II y los documentos posteriores a él? Si rastreamos
las constituciones, decretos y declaraciones del concilio, la reforma
litúrgica, la reforma del C.I.C [Código de Derecho Canónico], el nuevo catecismo, la mayoría de las
encíclicas, textos y eventos ecuménicos, diálogos interreligiosos, discursos,
etc., veremos nítidamente que se trata del abandono del derecho absoluto de la
Iglesia católica a presentarse como la única institución de salvación; y
esa falsa concepción sólo se pudo imponer desde la cúspide, sentando en la
Silla de Pedro a falsos papas que impusieran gradualmente el programa del
anticristo. Reconocer a estos usurpadores del papado como verdaderos papas,
mientras se denunciaban sus falsas doctrinas, ha sido la estrategia más
elaborada de Satanás para atrapar a centenares de miles de almas que comenzaban
a ver un poco.
La Iglesia siempre se
consideró como poseedora de la única Verdad, y esa fe fue la causa del martirio
de decenas de miles de cristianos durante las persecuciones romanas; esa
consciencia de guardiana de la Revelación no sólo fue motivo del odio de los
emperadores que, sin embargo, eran tolerantes con todas las religiones de los
pueblos que conquistaban, a los cuales dejaban que entronizaran a sus dioses en
el Panteón, siempre y cuando no se empeñasen en que su Dios fuera el único y
verdadero; caso de los cristianos. Pero aquél odio ha perdurado a través de los
tiempos, porque considerarse como el único Arca de Salvación es el mayor de los
escándalos para los masones. Con toda franqueza: Lo que hay detrás de todas las
declaraciones señaladas de los antipapas últimos, del concilio, de las
reformas, etc., es que ahora se niega que la Iglesia católica sea la
única custodia y legítima administradora del Depósito de la fe. No se trata
principalmente, pues, del abandono de ciertos dogmas de la fe, de
ciertas formas litúrgicas o de ciertos principios morales, sino de la
redefinición esencial de la Iglesia en sus relaciones con el
mundo y con otras religiones. No se trata de un grupo que niega un dogma
determinado, que cual rama podrida se podría podar por muy poderoso que fuese,
sino de la misma esencia, de todo un ataque a la misma raíz que alimenta y
sustenta el árbol y que hace tiempo lo nutre con savia envenenada por lo que el
árbol va menguando. Se trata de negar, en principio, la verdad de fe divina y
católica definida, “extra ecclesiam nulla salus” (fuera de la
Iglesia no hay salvación). Veamos sólo algunas de las consecuencias de esta
negación:
LA
LITURGIA
Supuesto el nuevo discurso
oficial que niega el dogma “fuera de la Iglesia no hay salvación”, se les hizo
necesario una reforma litúrgica que no expresara con absoluta certeza que la
Misa es un verdadero Sacrificio propiciatorio por el cual la salvación puede
ser concedida a aquellos que participan en ella, aunque esto no se logre
necesariamente; es decir, se necesitaba una nueva misa en favor de la redención
universal ipso facto. La idea de sacrificio fue abandonada en favor de una
comida memorial en el N.O.M y la relativización de la fe se expresó en el
cambio de las palabras de la consagración, en la supresión del ofertorio… La
salvación dada por Dios se aplicaba ahora a todos en la fórmula “por
vosotros y por todos los hombres“, es decir, por los musulmanes, judíos,
budistas, etc. y en el rápido sobre entendimiento de que el individuo no tiene
la obligación de tomar medidas para sacar fruto de ello (De ahí, por ejemplo,
que la mayoría de matrimonios católicos no siguen la moral católica, según
conocidas y serias encuestas). He ahí la importancia del ‘pro multis’ [por muchos],
que se ha mantenido en todos los ritos católicos, excepto en las
traducciones vernáculas del rito romano, y que afecta al núcleo de la
consagración, a la misma forma del sacramento. Esta forma de culto podría ser
realizada por otras sectas, según reconocieron significativos representantes de
las más importantes ramas protestantes. Nada tiene de extraño, pues, que aunque
se haya concedido ‘permiso’ condicionado para celebrar Misas tridentinas ( Ahora
que la Iglesia conciliar ha perdido la sucesión episcopal y no ordena
sacerdotes válidos) los católicos no acudan, en general, porque no conservan ya
la fe católica impoluta; quien más quien menos ha sido afectado por el virus,
aún entre los más piadosos y devotos, que no ven cómo la nueva misa expresa una
fe distinta a la católica. No se trata, por tanto, de una parte de la nueva
misa que habría que cambiar, sino de la fe que expresa el conjunto del rito
fabricado al servicio de la idea de la salvación universal incondicional,
incluso a los que de forma pertinaz se mantienen fuera de la Iglesia. No en
vano se han añadido oraciones tomadas de los judíos y protestantes ¿quedará
así? No, porque abandonada la esencia constitutiva de la Iglesia ¿Quién impedirá
que haya oraciones a Alá? De hecho, la Sura con que comienza el Corán, al
parecer ha sido incluida en el modernista misal cotidiano oficial de los
fieles (el alemán Schott-Messbuch); en las oraciones del
jueves de la 12ª semana del ‘ciclo anual’ se añade el texto
siguiente: “En el nombre de Alá, amable y misericordioso. ¡Alabado sea
Alá, Señor del universo, bueno y misericordioso, Señor del día del juicio.
”(Citado de UVK año 33, No. 3, mayo / junio de 2003, p. 186). Seguramente
se habrá eliminado ya esa oración ¿Pero podrá la falsa jerarquía impedirlo en
el futuro, cuando ella misma alienta la falsa creencia de que musulmanes,
judíos y cristianos creemos en el mismo Dios?
LOS
JÓVENES
“El final del
abandono voluntario de la fe católica es el indiferentismo, la total libertad
teológica e incluso la pérdida total de la identidad católica. Al reconocer a
otras religiones como legítimas vías de salvación, con iguales derechos e
igual de válidas, el cristianismo se convierte en indiferentismo.
El cristianismo es ‘auto
exiliado‘ a ser poco más que una idea subjetiva, se le degrada a ser
simplemente una realidad ideal, sin ser objetivo. Dios ya no es el Ser Absoluto
que se revela, sino simplemente un momento de la imaginación del sujeto; se le
reduce a ser una mera “sensación“. El hecho de que el antipapa Juan Pablo
II tuviera tanto “éxito” entre los jóvenes, hay que explicarlo- si
mi opinión es correcta- por sus constantes apelaciones al ‘sentimiento
religioso’”, no a la verdad objetiva revelada que exige una obediencia; este
discurso lo que transmite es una difusa idea de Dios que no impone
obligaciones, o al menos demasiadas, al actuar concreto del hombre. La mayor
demostración es que, a pesar de los millones de jóvenes que una maquinaria ‘marketingesca’ muy
costosa movilizó, bien lejos de la genuina predicación católica, las vocaciones
sacerdotales y religiosas siguieron descendiendo vertiginosamente y los
jóvenes, en masa, abandonaron los templos durante su pontificado, se
cerraron seminarios y se vendieron iglesias y conventos, muchos de los cuales
son hoy mezquitas. Es fácil de comprender, porque si la religión es sensación,
experiencia personal como suelen decir casi todos los pastores, y no
asentimiento a la verdad revelada aunque no la entienda ni me sea ahora ‘chupi
guay’ y grata, cuando las sensaciones sean más fuertes afuera, lo normal es que
se alejen para vivirlas allí, alejados del templo; o cuando la verdad reclame
la resignación en las penurias en este valle de lágrimas, el sentimiento
buscará otras praderas donde mantenerse exultante: los yermos campos del mundo,
las ‘iglesias’ heréticas, las falsas religiones, etc., declaradas erróneamente
vías salvíficas . Pero la Iglesia no fue constituida por Cristo para competir
con el mundo en sensaciones, sino para ser la sal del mundo mediante el
sacrificio, el ayuno, la limosna, la oración, la mortificación…sin cesar de
predicar el Evangelio, no el de los jóvenes, no el CAT, sino el Evangelio
perenne de Cristo, la salvación por la Cruz, el Verdadero Cordero de Dios, para
que el hombre adámico entre en el único Arca de Salvación, la Iglesia católica;
el Cuerpo Místico de Cristo.
Negar o silenciar el dogma
de que ‘fuera de la Iglesia no hay salvación‘ es un error pastoral
y una herejía de enormes y trágicas consecuencias para generaciones enteras que
van camino a la perdición, desconocedoras de su propia fe, como lo reconocía
recientemente hasta el antipapa Benedicto XVI, pero sin señalar la verdadera
causa; se queja, pero no rectifica el rumbo al que él mismo dirige.
¿Cómo evolucionarán los
jóvenes, si Dios no lo remedia? Como los simples fieles, y sobre todo los
jóvenes mucho menos formados en la fe, no han entendido qué sea aquello
que divide a los católicos conciliares de la multitud de sectas protestantes y
hasta de otras religiones, dado que en la práctica casi se tiene la misma
comprensión de los ‘dogmas’ y ven, por otra parte, cómo en los encuentros
ecuménicos se invita a protestantes, budistas, sintoístas, animistas, judíos. y
ahora, también, hasta a los ateos que ‘buscan sinceramente la verdad’ (Asís
III),.tienden a configurarse una fe sincretista; toman de unos la herejía de la
reencarnación, de otros la sola Escritura, de allá el Karma, etc.; en
definitiva, van perdiendo todo rastro de fe católica, creyendo, si es que
conservan algún sentido de la trascendencia, que todo el mundo se salva;
mientras, casi nadie les dice que van camino del infierno porque fuera de la
Iglesia no hay salvación. No parece insólito, viendo el rumbo de los hombres
que dirigen la Iglesia conciliar, que menos del 30% de los jóvenes franceses
declaren que se consideran católicos; o que en la antaña cristiana
Holanda hoy ya sean mayoría los musulmanes.
LAS
MISIONES
Si como escribió el P.
Basetti Sani, el Corán es un libro divinamente inspirado; Si como declaró
“Mons.” Yves Plumey, el cristianismo y el islamismo predican las mismas
verdades y tienden al mismo fin, más allá de distintos dogmas y moral; si como
dijo Le Observatore Romano el hinduismo está ya orientado a
Cristo y de hecho ya contiene el símbolo de la realidad cristiana; si se acepta
condenar que se proponga la conversión a otros, al considerar a todos los
fundadores como mensajeros, como hizo el “card.” Pignedoli (Observ Roma.
13/2/76); si se intentan quitar las imágenes de los santos para poner en su
lugar frases del Corán y de la Thorá, como quiso “Mons.” Echégaray en Notre
Dame de la Garde; en efecto, si este es el nuevo magisterio, entonces la
acción misionera se convierte en una empresa de acción meramente social; lo que
se piden son guardarías, hospicios, obras hidráulicas, escuelas. Toda la misión
se convierte en pura filantropía, pelagianismo craso.
Si se enseña que no se debe
predicar a los infieles, sino dejar que todas las religiones expliciten al
Cristo latente mediante un instinto inconsciente hacia Cristo, como se dice en
multitud de documentos, se está diciendo lo contrario a lo que la Iglesia
siempre había enseñado: que jamás la salvación eterna se consigue sin la gracia.
Por otra parte, todo acto
moral del hombre requiere advertencia, conocimiento y libertad; luego un
instinto inconsciente carece de esas propiedades. Además, el destino eterno del
hombre no puede determinarse por actos no deliberados e ‘instintivos’, porque el
hombre no puede ser salvado sin el ejercicio de su libertad, causa segunda.
Si la pluralidad religiosa
no surge del pecado original, de la culpa adámica, sino de las
variedades étnicas, de las peculiaridades de las distintas experiencias
ecológicas, etc., como señala “Mons.” Rossano, y los “Cards.” Willebrans,
Kasper.. y en muchos más documentos romanos, que no podemos citar para no
alargar demasiado este escrito, están negando, en la práctica, y con escritos
que contienen herejías y errores doctrinales, el dogma fundamental de la
existencia del pecado original; se está arrancando de raíz el tratado de la
gracia, y el clásico tratado de la verdadera religión se echa a la pira de los
afanes de la modernidad. “Que los hombres crean prestar un culto divino adorando
a escarabajos, a las vacas y al estiércol, degollando a sus padres sobre
el ara de Numen, prostituyendo a sus hijas en el templo, o haciendo siervas a
las mujeres con la poligamia, fue siempre considerado como un efecto del
pecado”.. ”porque el pecado original hirió al espíritu con la enfermedad, la
ignorancia y la malicia y ha multiplicado las religiones alejándolas de la
verdad y unidad, que la Razón divina (el Logos) sitúa en las mentes para
iluminarlas”; de ahí la necesidad, para el hombre, de que Dios se revelara
escogiendo un Pueblo al que le hizo la promesa que cumplió en Cristo en la
plenitud de los tiempos.
En definitiva, si fuera de
la Iglesia hay salvación, porque las demás religiones son vías de salvación
también, se están cortando de raíz las misiones que, en cualquier caso serán
O.N.Gs, pero ya no medio de evangelización de Cristo. De hecho, el número de
conversiones ha disminuido drásticamente; de unas 170.000 conversiones anuales
al catolicismo en la década de los cincuenta en los EE UU, se ha pasado a unos
pocos miles, pero a la secta conciliar.
Silvano Sabatini, misionero de la Consolata durante 40 años, es el paradigma del estado de las misiones en la actualidad, un producto de casi cinco décadas diciendo erróneamente que judíos, musulmanes y cristianos creen en el mismo Dios y negando el dogma de que ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’. Este misionero ha escrito un libro titulado “El sacerdote antropólogo. Entre los indígenas de la Amazonia” (Ediesse, Roma2011), en el que dice con soberbia: «No bautizamos a ningún yanomami –declara Sabatini– porque estábamos convencidos de que no tenía sentido bautizar a la persona fuera de la comunidad y que es la cultura la que debe ser evangelizada: el hombre tiene derecho a tener su cultura y debe encontrar en ella la forma para expresarse cristianamente. Bautizar fuera de la comunidad habría significado crear en el bautismo una doble personalidad». Motivo por el que, cuenta Zaccaria, coautora del libro, «Sabatini respondía a aquel monseñor ansioso por saber cuántos yanomami había bautizado: “por bautismo, es increíble! He aquí donde nos ha llevado el gracia del Buen Dios, NINGUNO” ¡ 40 años y ni un solo magisterio actual. Compárese esto con los muchos bautismos de adultos y niños que Mons. Squetino, obispo de concepción católica íntegra como pocos, ha hecho este dos últimos meses en Cuba y México, y se sabrá dónde está la Iglesia católica.
Sean suficientes estos tres
ámbitos, pero el lector podrá aplicarlo al estado decadente de la escuela
católica, a la moral rebajada, a la crisis de las órdenes religiosas, a la
desintegración de la familia, a la ausencia de vocaciones sacerdotales,
al abandono del sacramento de la extremaunción, etc.
LA ESTUPEFACCIÓN DE LOS
CATÓLICOS
Si los antipapas Benedicto
XVI y Juan Pablo II, “cardenales” y “obispos” afirman, como hemos visto, que
judíos, musulmanes y cristianos adoramos a un mismo Dios, se nos presenta el
siguiente dilema: o bien el Protomártir San Esteban, el Apóstol Santiago,
los encarcelamientos de Pedro y Juan por los jefes judíos, incluido el sumo
sacerdote Ananías y tantos mártires a manos de los judíos, fueron inútiles, al
igual que las decenas de miles de mártires a manos de los musulmanes, o bien
este nuevo ‘magisterio’ yerra gravísimamente en el dogma fundamental de la fe,
o bien están dándonos una nueva doctrina, creando otra Iglesia.
Luego, si Cristo
mismo refuta este falso evangelio, cuando dice que el dios que adoran los
judíos que no aceptan al Verbo Encarnado, es el demonio y, también dice
claramente que Dios no es el padre de los judíos que no aceptan a Cristo,
los católicos verdaderos debemos obedecer a Dios antes que a los hombres que
abanderan el falso ecumenismo que asfixia la fe, sin la cual nadie puede
agradar a Dios.
Podrán argüir muchos sedicentes
católicos que rechazan la doctrina perenne de la Iglesia, que en virtud de que
fueron depositarios de la Antigua Alianza tendrán estos rabinos de hoy el
‘privilegio’ sobre los demás, al menos, de ser llamados ‘Hermanos Mayores’, tal
como les denomina el antipapa Benedicto XVI e hizo el usurpador Juan Pablo II
siguiendo a la escandalosa enseñanza de Nostra Aetate del
Concilio V. II; pero es imposible que quien tiene por padre al demonio, tenga
parentesco alguno con quien en su alma inhabita la Santísima Trinidad por la
gracia; ergo, ni hermanos mayores, ni menores, ni primos, ni parentela alguna…,
sino infieles pecadores que necesitan la predicación del Evangelio para que
puedan incorporarse a la única Iglesia de Cristo, la Católica.
En cuanto a la salvación de
los judíos, tenemos otro dilema ¿o creemos el discurso ecuménico del ‘concilio’
vaticano II divulgado por los seis últimos papas, según el cual se salvan si
son buenos judíos o creemos a Cristo? Porque es Cristo mismo quien dice a los
judíos que si no creen que Jesús es ‘Yo soy’ (Dios) morirán en su pecado, según
hemos citado más arriba. Y bien sabemos que quien muere en pecado mortal no
puede salvarse. Y no se conoce mayor pecado que aquel llamado contra el
Espíritu; porque eligen como padre al demonio, según el mismo Jesús, en
vez de al Padre de Nuestro señor Jesucristo que ha completado la Revelación.
Ahora bien, como los
martirios de San Esteban, Santiago y muchos mártires desconocidos a manos de
los judíos en los primero siglos y a través de la historia no fueron inútiles,
porque emularon el Martirio que los deicidas judíos cometieron con Nuestro
Señor Jesucristo, no cabe decir más que, o bien este magisterio conciliar yerra
en el dogma fundamental o está predicando un dogma nuevo, fabricando una nueva
iglesia, que ya no es Arca de Salvación..
Cabe, pues,
preguntarse si un papa puede predicar una doctrina distinta a la
revelada; contra esta posibilidad se levanta el Apóstol de los Gentiles
anatematizando a quien osare hacer prostituir los dogmas o inventar los suyos
propios:
“Más si aun
nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del
que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal 1,8) . Luego
estos seis últimos “papas” no son en realidad verdaderos y legítimos papas,
sino agentes del anticristo, porque la Fe de Pedro no puede fallar por la
oración y promesa de Jesús a Simón Pedro; luego si falla, es que no sucesores
legítimos de Pedro. Luego cabe el gravísimo deber de la Iglesia de elegir un
legítimo sucesor de Pedro que confirme a sus hermanos. La grey dispersa.
El evangelio
predicado por Pablo, un apóstol inspirado por Dios, era y es completo y
perfecto, absoluto y final; por eso dice «más si aun nosotros…». Algunos
pastores cambian. Muchos lo han hecho. Comienzan bien y después predican el
error. Dios no hace acepción de personas: si Pablo mismo en algún momento
hubiera cambiado el Evangelio que había predicado a los gálatas, él habría
merecido la condenación.
Pablo usa la palabra
anatema también en 1 Cor. 16:22, «El que no amare al Señor Jesucristo,
sea anatema» Y preguntó yo ¿Cómo pueden amarlo sino creen en Él? ¿Cómo
pueden creer en Él si no le conocen? ¿Cómo podrán conocerle si el mismo
antipapa, dice que no es necesario predicarles porque ‘su misión conferida en
la Antigua Alianza no ha cesado’ (ver cita up supra)?
¿Por qué S. Pablo denunció
tan severamente a los judaizantes? Porque si se cambia el Evangelio, la
eficacia de la Sangre de Cristo queda anulada y toda esperanza de salvación se
pierde. Todos los que fueron bautizados en Cristo (Gal 3:27) iban a perder su
salvación si aceptaban el «evangelio diferente» de los judaizantes. Cuestión de
gravísima y capital importancia entonces y de nuevo hoy en día, tristemente,
ante la perplejidad que produce a los católicos el ‘magisterio’ de los
antipapas conciliares. Entonces ¿No está constituida la Iglesia por Cristo para
salvar almas, sin cuyo objeto no se justifica?
Por otra parte, también la
Iglesia confirmó siempre lo que San Pablo nos dice:
“Porque el Espíritu
Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que den a
conocer como revelada una nueva doctrina, sino que con su
asistencia, guarden santamente y expongan fielmente la Revelación
transmitida por los Apóstoles”, es decir, el Depósito de la Fe.
(Constitución Dogmática Pastor Aeternus; Concilio Ecuménico Vaticano I -Dz2001
N º 3070-).
Pero el evangelio de estos
antipapas es distinto al predicado, porque dan a conocer una doctrina nueva que
no contiene la Revelación transmitida por los Apóstoles. Luego, ni ellos ni los
que los reconocen como verdaderos papas –formaliter o materialiter-, aunque los
resistan, son la Iglesia Católica, estando subidos no al Arca de la Salvación,
sino a un buque que se hundirá en el diluvio para toda la eternidad.
Finalmente, decir a todos
los que desean caminar tras la Verdad, que deberán tener en cuenta que lo
que se pretende expandir es la negación de la divinidad de Cristo o rebajarla
para crear una nueva religión; ante esto debemos reaccionar con el espíritu de
San Pablo “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación? ¿La
angustia? ¿la persecución? ¿el hambre? ¿la desnudez? ¿los peligros? ¿la
espada?”. (Romanos 8, 35)
Esta crisis es muy distinta
de otras, incluso muy graves, habidas en la Iglesia;; la tribulación será como
nunca fue, y no sólo física sino también moral, hasta el punto de que “si aquellos
días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados”(Mt, 24, 22).
Estemos vigilantes con las
lámparas encendidas, refugiados en las llagas de Cristo, haciendo oídos sordos
de estos cantos de sirena que vienen de Roma, o de las falsas resistencias y
acéfalos sedevacantistas, que quieren prostituir la fe católica. Todo esto está
anunciado, no sólo por las profecías de la Virgen María, sino por el mismo
Cristo; parece que se trata de la gran apostasía de la que habla San Pablo y de
la que Nuestro Señor nos advirtió para no cogernos desprevenidos: “Pero, cuando
el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?” (Lc 1.8)
Parece, pues, que estamos
lejos de que se reconozcan los errores, volviendo a la tradición, a la fe
verdadera de la Iglesia. He aquí unas declaraciones recientes del “cardenal”
Kurt, que indican, más bien, la decisión de inyectarnos una mayor dosis de
veneno, ya que, por obediencia, hemos asimilado las cuotas iniciales.
“Es la tercera vez (después
de los encuentros de 1982 y de 2005), que la Comisión organiza una reunión
plenaria reuniendo en Roma los consultores y los delegados de las Conferencias
Episcopales, responsables de las relaciones con el judaísmo. Entre las cuestiones
afrontadas durante el encuentro, un equilibrio sobre los diálogos emprendidos,
una panorámica de las iniciativas locales, la posibilidad de establecer
una “Jornada del judaísmo” a nivel de las distintas Conferencias Episcopales y
la celebración del 50° aniversario de “Nostra Aetate” (El
“cardenal" Kurt Koch durante la plenaria de la Comisión para las
relaciones religiosas con el judaísmo 6-11-2012)
Con El Papa San Silvestre,
decimos:
“todo domingo debe ser
celebrado con alegría por los cristianos en razón de la resurrección, TODO SÁBADO
HA DE CONSIDERARSE COMO DÍA DE SEPULTURA PARA EXECRACIÓN DE LOS JUDÍOS. Porque
todos los discípulos del Señor lloraron en sábado, gimiendo por el entierro del
Señor, mientras que los judíos estaban exultantes de alegría. La tristeza se
había hecho presa de los descorazonados Apóstoles. Por ende, contristémonos con
quienes se contristaron por la sepultura del Señor, si es que deseamos
alegrarnos con ellos mismos por la resurrección del Señor “.
F. RESALTAMOS.
SÍNTESIS
Todos los
teólogos hasta el Concilio V.II son unánimes en los siguientes valores
dogmáticos, y los más fieles a la tradición han seguido manteniendo lo
siguiente (Exponemos la clasificación de Teología Fundamental, F. Vizmanos e I.
Ruidor, BAC:
A.-La necesidad de la Iglesia para la salvación (extra ecclesiam nulla
salus) es una verdad revelada y definida por la Iglesia, es decir,
tiene el valor de verdad de fe divina y católica o también
llamado dogma de fe, cuya negación apareja la censura de
herejía.
B.- Que la necesidad de la Iglesia es una necesidad de medio, tiene valor
de teológicamente cierta y por ello infalible, cuya negación
la censura de error teológico.
C.- Que la
necesidad de medio no sea absoluta, es decir, que se pueda suplir por el deseo de
ella, es Magisterio Ordinario Universal infalible. Que incluso el
deseo sea implícito, es doctrina católica que no ha
sido definida de forma infalible por el Papa, que debe ser aceptada.
Desde el Corazón Inmaculado
y sufriente de Santa María Virgen, oremos y hagamos penitencia por la
conversión a la fe católica de judíos, musulmanes y restos de infieles, que
Dios recibirá con misericordia, cual hijos pródigos.
Ven Señor
Jesús, Ven pronto.
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