martes, 13 de julio de 2021

HUMOR REFLEXIVO 23

 



Los herejes, apóstatas y cismáticos pseudocatólicos que apoyan o toleran el Conciliábulo Vaticano II en obediencia a los Antipapas que promueven esa falsa y nefasta asamblea no saben o no quieren o no les interesa saber (ignorancia culpable o crasa) que los dogmas, aquellas verdades reveladas o enseñadas por la Iglesia deben ser creídas íntegramente, sin cambio alguno.
El Editor

Leamos algunos textos del Magisterio eclesiástico. Es necesario conocer que el dogma tiene una propiedad esencial que lo hace inmodificable y perpetuo:

Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática «Filius-Dei» sobre la fe católica, cap. 4, había proclamado: “debe mantenerse a perpetuidad aquel significado de los sagrados dogmas que por única vez y para siempre declaró la Santa Madre Iglesia, y jamás hay que apartarse de ese sentido, imagen y nominación del intelecto superior”.

“Si alguno dijere que es posible que en algún momento, dado el avance del conocimiento, pueda asignarse a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto de aquel que la misma Iglesia ha entendido y entiende: sea anatema" (condenado). Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática «Filius-Dei» sobre la fe y la razón, canon N°3

Hay que mantener siempre el sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonar bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo. «Que el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría crezcan con el correr de las épocas y los siglos, y que florezcan grandes y vigorosos, en cada uno y en todos, en cada individuo y en toda la Iglesia: pero esto sólo de manera apropiada, esto es, en la misma doctrina, el mismo sentido y entendimiento». Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática «Filius-Dei» sobre la fe y la razón.

Debemos tener horror, como si de un delito se tratara, a alterar la fe y corromper el dogma; no sólo la disciplina de la constitución de la Iglesia nos impide hacer una cosa así, sino también la censura de la autoridad apostólica.” San Vicente de Lerins, El Commonitorio, nro.7.