Vamos por el camino del Nihilismo
El mal de nuestra época tiene un nombre, se llama nihilismo. Es la negación de todo principio religioso, político y social. Esta forma de pensar no acepta ningún fundamento objetivo en el conocimiento y en la moral. Solo se impone el mas fuerte, aquel que es capaz de imponer su voluntad sobre el resto.
Por eso, vemos hoy aparecer un hombre que ha perdido cualquier noción acerca de los conceptos básicos de la existencia y que carece de inquietudes transcendentes, dirigiéndose a un mundo progresivamente enajenado.
La vida trascendente no le interesa al corazón endurecido del hombre posmoderno, ofuscado por el afán de poder y placeres. Se ha vuelto un hombre indiferente, hedonista, consumista y relativista que en vez de ser brújula es veleta. Un hombre borrego que va donde va el rebaño o que destruye todo a su paso.
La verdad ha sido sustituida por el relativismo intelectual y el permisivismo moral que persigue una sociedad sin prohibiciones ni espacios vedados, sin limitaciones como un tropel de psicópatas sociales que no se respetan ni a sí mismos ni mucho menos a los demás.
El libertinaje ha sustituido a la libertad, concibiéndola como un absoluto al que se ha subordinado todo lo demás, en la que no hay responsabilidad, ni deberes, ni una misión en la vida, sino solo derechos.
Para este tiempo vale lo que decía Miguel de Unamuno: "Se dice, y acaso se cree, que la libertad consiste en dejar crecer un planta, en no ponerle rodrigones, ni guías ni obstáculos, en no podarla, obligándola a que tome ésta u otra forma; en dejar que arroje por sí, y sin coacción alguna, sus brotes, sus hojas y sus flores. Y la libertad no esta en el follaje sino en las raíces, y de nada sirve dejarle al árbol libre la copa y abierto de par en par los caminos del cielo, si sus raíces se encuentran, al poco de crecer, con dura roca impenetrable, seca y árida o con tierra de muerte".
El relativismo intelectual y el permisivismo moral mata la verdad y el bien porque los aleja del corazón y del horizonte del hombre; todo se vuelve relativo, cualquier análisis puede ser positivo o negativo, todo depende de quien lo diga y qué apoyo tenga, todo puede ser sometido a plebiscito para que una mayoría circunstancial, con su libertad caprichosa y oportunista, decida qué es la verdad y qué es lo bueno, hasta que venga otro plebiscito y borre lo anterior.
Fruto de este relativismo intelectual y moral el hombre se vuelve una persona individualista, extremadamente egoísta sin otro ideal que lograr llegar primero y gozar al máximo en su vida, aunque sea a costa de otros. Estos "valores" pueden llevar al hombre, después de vagar por la indiferencia y la tolerancia extrema, a la nada, al vacío, a su autodestrucción, como ya lo empezamos a ver.
Cuando a inicios del siglo XXI, lo mundano parece haber vencido a la verdad, nos percatamos de que la historia siempre tiendo a repetirse.
De nuevo la decadencia de la Civilización; el antiguo "pan y circo" son reemplazados ahora por "subvención y fútbol" arrollando las aspiraciones altruistas del caballero cristiano, destruyendo todo vestigio de la Civilización clásica o tradicional.
Los pueblos no caen por débiles sino por viles. Y hoy tal vez no nos demos cuenta de que estamos viviendo en una "cultura antinatural", que se pretende implantar y extender a través de los medios tecnológicos del Nuevo Orden Mundial impersonal, cibernético y transhumanista.
La única solución está en cambiar uno primero para cambiar a otros, a ese ser que no sabe donde va, por un hombre nuevo consciente del legado recibido de nuestros antepasados, lleno de Verdad y Bondad, que transforme nuestros países hispanoamericanos extendiendo y refundando los Principios y Valores Inmutables heredados de la Civilización hispánica, toda clásica, toda cristiana.
Gerardo Cabello Celis
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