Letanías a Dios Padre
Un antiguo libro de oraciones, el Fasciculus Sacrarum Orationum et Litaniarum ad usum quotidianum Christiani hominis, ex sanctis Scripturis et Patribus collectus, de 1612, contiene la siguiente fórmula de letanías a Dios Padre (pp. 54-68), que se ha querido transcribir, en un deseo de rescatar del olvido algunas piezas preciosas de la liturgia y de la piedad católicas:
LITANIAE AD DEUM PATREM
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Padre Santo, óyenos
Padre Justo, escúchanos
Dios Padre Celestial, ten piedad (en las invocaciones siguientes se responde de la misma manera)
Dios Hijo Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santa Trinidad, un solo Dios,
Padre nuestro que estás en los Cielos, ten piedad
Padre de la misericordia y Dios de toda consolación,
Padre de los que pecamos contra el Cielo y contra Ti,
Padre bendito por los siglos,
Padre, que debes ser adorado en espíritu y en verdad,
Padre sin el Cual nadie llega al Hijo,
Padre de la gloria y Señor del Cielo y de la Tierra,
Tú, que enviaste tu Hijo al mundo,
Tú, de Quien procede toda paternidad en el Cielo y en la Tierra,
Tú, que nos elegiste en tu Hijo antes de la creación del mundo,
Tú, que nos predestinaste como hijos adoptivos,
Tú, que ocultas estos misterios a los poderosos y a los sabios y se los revelas a los pequeños,
Tú, que nos bendijiste con toda clase de bienes espirituales y celestiales,
Tú, que perdonas nuestros pecados,
Tú, que nos elegiste para que fuéramos santos e irreprochables ante Ti,
Tú, que das un corazón puro a quienes te lo pedimos,
Padre de las luces, de Quien procede todo bien,
Padre, que das vida y levantas a los muertos,
Padre, que ves en lo secreto,
Dueño de la mies, que trabajas la tierra con amor,
Tú, que haces salir el sol para buenos y malos,
Tú, que derramas la lluvia sobre justos e injustos,
Tú, que conoces hasta el número de nuestros cabellos,
Tú, que no perdonaste a tu propio Hijo sino que lo entregaste por nosotros,
Tú, que nos llamaste a ser uno con tu Hijo,
Tú, que te has complacido en tu amado Hijo,
Tú, que nos invitaste al Reino del Hijo de tu amor,
Tú, que nos hiciste dignos de compartir el destino de los santos,
Tú, que nos convidaste a las Bodas de tu Hijo,
Tú, que nos amaste y nos diste la eterna consolación,
Tú, que tanto amaste al mundo que le diste a tu Hijo Único,
Tú, que con majestuosa Voz celestial glorificaste a tu Hijo,
Tú, que nos has otorgado todo bien en tu Hijo,
Tú, a Quien agradó darnos el Reino,
Tú, cuya Faz siempre contemplan los ángeles en el Cielo,
Tú, que por redimir al siervo entregaste al Hijo,
Tú, que tanto nos has amado, que quisiste que nos llamáramos y fuésemos hijos tuyos,
Tú, que nos quisiste en todo conformes a la imagen de tu Hijo,
Tú, que estás sobre todo, en medio de todo y en todos nosotros,
Tú, que preparaste el Reino para los elegidos antes de la creación del mundo,
Padre de los huérfanos,
Juez de las viudas,
Tú que no haces acepción de personas y juzgas a todos según sus obras,
Tú, en cuya Casa hay muchas habitaciones,
Padre benigno, paciente y de gran misericordia,
Senos propicio, perdónanos, Padre
Senos propicio, escúchanos, Padre
Senos propicio, líbranos, Padre (en las invocaciones siguientes se responde de la misma manera)
De todo mal,
De todo pecado,
Del poder del Diablo,
De todas las ocasiones de pecado y tentaciones,
De las insidias de todos nuestros enemigos,
De la ira, el odio y toda mala voluntad,
De los peligros de todo pecado repentino,
De la eterna condenación,
Por tu santísima ciencia, que penetra hasta los abismos,
Por tu infinito poder, con el que creaste de la nada el universo,
Por tu tierna providencia con que todo lo gobiernas,
Por la eterna caridad que prodigaste al mundo,
Por tu infinita bondad que todo lo impregna,
En el Día del Juicio,
Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos
Para que siempre y en todo lugar tu nombre sea santificado,
Para que nos concedas llegar a tu Reino,
Para que siempre se haga tu voluntad en el Cielo y en la Tierra,
Para que te dignes darnos el pan de cada día,
Para que te dignes, por tu clemencia, perdonar nuestros pecados,
Para que te dignes cobijarnos bajo la sombra de tus alas,
Para que te dignes librarnos de toda tentación,
Para que te dignes librarnos de todo mal,
Para que lo que confiadamente te pedimos, eficazmente lo obtengamos,
Padre, en el Nombre de tu Hijo,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, reconcílianos con el Padre
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, danos acceso al Padre
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, muéstranos al Padre
Padre Santo, óyenos
Padre Justo, escúchanos
Padrenuestro...
V. Protector nuestro, míranos, Señor
R. Y te reconoceremos en el Rostro de tu Cristo.
V. Acuérdate de nosotros, Señor, según tu bondad.
R. Visítanos con tu salvación.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. Señor, Dios de las virtudes, conviértenos.
R. Muéstranos tu Rostro y seremos salvos.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
Oraciones (a elección)
Dios, que con la voz, de Cristo, tu Unigénito, te presentaste ante todos los hijos de la Iglesia como Salvador de estas buenas semillas y sarmientos escogidos, haz que tus fieles, viña elegida, liberados de toda cizaña, produzcan fruto abundante. Por Jesucristo, nuestro Señor
Dios de poder inmutable y Luz eterna, mira propicio el cuerpo de toda la Iglesia y recuerda benigno la obra de la salvación humana que, por perpetua disposición, llevaste a cabo; haz que todo el mundo experimente al levantarse luego de cada caída, cómo lo viejo se renueva y cómo todo se restituye a Ti, Primer Principio. Por...
Dios, cumbre de la humildad y fortaleza de los rectos, que con cada acción de tu Hijo Unigénito instruiste al mundo, alienta en nosotros el fervor espiritual, para que podamos imitar todo aquello que aprendimos de tu Verbo de salvación. Por ....
Oh, Dios, que unes los corazones de los fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar tus preceptos y esperar lo que prometes, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes allí donde están los gozos verdaderos. Por ...
Dios, de Quien procede todo bien, escucha nuestras súplicas para que, con tu inspiración, pensemos rectamente y bajo tu guía, actuemos en consecuencia. Por ...
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia divina, descansen en paz.
R. Amén.